El autor alerta sobre el perjuicio que causa la carne de cerdo a la salud
Desde hace muchos años me han venido pidiendo que escriba algo sobre la peligrosidad de la carne de cerdo, es decir, sobre las sutoxinas o venenos y factores tóxicos propios del porcino. Más de una vez me senté a hacerlo pero tres cosas me hacían retroceder: 1º.- la dimensión del trabajo y mi escasez de tiempo, 2º.- el hecho de que por ser esta problemática prácticamente desconocida en occidente yo no sabía por donde empezar y 3º.- un cierto temor por verme envuelto en una lucha "encarnizada" y "cochina" contra una propaganda dirigida en pro de intereses económicos que poco o nada tienen que ver con la salud del pueblo.
En una charla casi familiar no se pueden exponer detalladamente todos los puntos de vista de verdadera importancia. A pesar de ello, me he decidido a poner a su disposición este boletín para que algunos tengan la posibilidad de enterarse como pueden mantener o recuperar la salud observando la prohibición facultativa de consumir carne o productos del cerdo.
Tengo que empezar nombrando a los fundadores de grandes religiones
tales como Moisés y Muhammad. Estos seres que supieron influenciar
fundamentalmente en el nivel cultural de sus épocas, reconocieron los
mandatos de la naturaleza y sobre ellos basaron sus leyes. Yahvé, el
Dios de los judíos es idéntico a las leyes naturales, las cuales no es
aconsejable infringir. Su violación trae con seguridad biológica "la enfermedad como castigo".
Especialmente peligrosa es la ingestión de la carne del cerdo y sus
derivados en regiones tropicales. Es claramente reconocible en muchas
aldeas y lugares africanos, que teniendo el mismo clima que sus
inmediatos vecinos islámicos, pero con una civilización de predominio
occidental, presentaban todas las enfermedades típicas de los comedores
de cerdo.
La población que vivía de acuerdo a las leyes del Islam permanecía sana, mientras que los vecinos se quejaban de enfermedades "propias de la civilización"
según sus médicos y entendidos. Lo mismo pasa con los diversos grupos
humanos que pueblan el terreno del Huns en el Himalaya (Bircher). Estas
personas que no ingieren ninguna clase de carne son sanas y trabajan
hasta muy avanzada edad, asombrando con su fuerza y su vigor a las
numerosas expediciones que los visitan. Los habitantes del otro lado del
valle, también Hunsas pero no ceñidos a las leyes islámicas en cuanto a
costumbres dietéticas y de comportamiento, están plagados de las
enfermedades más comunes.
No me sería posible decir estas cosas en la Arabia Saudita, El Cairo,
Pakistán, Argelia, Túnez, Libia o en cualquier otro estado donde el
Islam ejerce en forma real su dominio religioso, pues con razón se me
diría que lo que quiero exponer se conoce, observa y obedece desde hace
milenios.
Es conocido de muchos el hecho de que no solo los musulmanes sino también los judíos viven "en sentido religioso"
bajo la más estricta prohibición del consumo de carne o de cualquier
otro producto que provenga del cerdo. Naturalmente hay quienes no
obedecen; ellos en su ignorancia, alegan que los sacerdotes y rabinos
consideran el asunto como una medida higiénico- religiosa, especialmente
debida al contenido de triquinas de la carne porcina. Esto de ninguna
manera es así.
Efectos de la carne de cerdo
Empecemos con un gran experimento involuntario del cual dieron
testimonio fidedigno numerosos colegas que tomaron parte en la dura
prueba. Durante la segunda guerra mundial en la famosa campaña del norte
de África bajo el mando del Mariscal Rommel, se enfermaron muchos
soldados alemanes de "úlceras tropicales". Estas eran fétidas
ulceraciones de las piernas que realmente los inutilizaban para la
lucha. La permanencia en lazaretos era larga y finalmente debían ser
trasladados a zonas de clima más benigno. Después de agotar todas las
medidas terapéuticas ortodoxas se pensó que quizás la alimentación de la
tropa tenía algo que ver con este penoso asunto. Los nativos no las
presentaban y comparativamente lo único que no consumían era cerdo. Se
procedió a eliminar de la dieta dicho alimento y las lesiones
desaparecieron prácticamente desde ese mismo instante.
Ya desde antes de la guerra conocía yo que la carne porcina tenía una
acción sobrecargadora del mesénquima y que desencadenaba efectos
tóxicos, pero no sabía cómo expresarlo. Supuse en aquel entonces que
este penoso hecho sólo era válido para las preparaciones frescas tales
como el plato variado de fritanga, costilla, chuleta, bola de pierna,
lomo etc., pero no sabía que el jamón, la mortadela, la manteca, el
tocino y los productos ahumados también ejercían un efecto nocivo para
la salud.
Cometí esta equivocación debido a que el consumo de productos frescos
del cerdo suele desencadenar afecciones de tipo agudo tales como
apendicitis, sinusitis, colecistitis y cólicos biliares, catarros
intestinales, gastroenteritis con cuadros clínicos similares al tifus y
al paratifus; también eczemas agudos, forúnculos, abscesos de glándulas
sudoríparas y otros muchos más. Sin embargo, al observar por muy largo
tiempo a los degustadores de salchichas de todo tipo, incluso salami,
que también tienen componentes porcinos, no pude observar las citadas
dolencias. De allí mi error.
Luego vino otro experimento involuntario a aclararme las cosas. Los
años de hambre después de la guerra, obligaron a toda la población
alemana a cambiar sus costumbres dietéticas. La reforma monetaria de
1948 encontró a nuestra gente bajo el régimen del más estricto ayuno de
carne porcina.
El pueblo alemán vivió prácticamente sano durante los últimos años de
la guerra hasta mediados de 1950; nadie podía comer hasta saciarse. La
carne de cerdo era tabú. Carnes de otro tipo eran de estricto
racionamiento, así como la grasa y el azúcar, en tanto que cereales, pan
y pastas podían obtenerse para llenar un poco más el plato que gracias a
las papas, remolachas, zanahorias y verduras frescas por lo menos
apagaba el hambre aguda de la mayoría.
Los casos de apendicitis eran una verdadera rareza. Vi un par de colecistopatías severas en ciertos pacientes que "a escondidas"
degollaban uno que otro marranito. El reumatismo, los problemas
discales de la columna y enfermedades similares, el infarto del
miocardio así como arterioesclerosis e hipertensión arterial eran lujos
prácticamente desconocidos. Por otra parte a los soldados jóvenes de las
fuerzas de ocupación se les agolpaba en hospitales con
arterioesclerosis y demás linduras ya citadas. Las amigas y amigos
alemanes de las fuerzas armadas empezaron a "comer mejor" y a engrosar la lista de los enfermos.
Poco después de la reforma económica de 1948 empezó nuestra moneda a
mejorar. Por ella nos vendían carne de cerdo, jamón, así como tocino y
manteca, es decir, aquellos grandes ausentes durante los últimos siete
años "de las vacas flacas". El cuadro cambió fundamentalmente. Me
llamaban sin pausa a atender apendicitis, colecistitis, purulencias
agudas de la piel como son piodermatosis, impétigo, furunculosis y
abscesos de glándulas sudoríparas. Si les daba remedios químicos en
combinación con ungüentos y sulfonamidas aparecían pronto tiñas crónicas
de hongos y la más increíble gama de efectos secundarios. Desesperante
fue en los años subsiguientes la forma como aumentaron las enfermedades
cancerosas.
Numerosos pacientes entre los 60 y 70 años, quienes hasta el momento
gozaban de relativo bienestar me buscaban por gastropatías cuya causa
pudo comprobarse luego como carcinomas del esófago, del estómago o del
intestino. El curso de estos casos fue tan instructivo y biológicamente
significativo por su causa fundamental que empecé a obtener datos
comprobatorios para mi tesis de que el origen de todas las enfermedades
tienen un condicionamiento tóxico.
Mi primer trabajo sobre Homotoxinas apareció en 1952 en el semanario médico de Munich. (Münchern Medizinische Wochenschrift).
Con el correr de los años y con el aumento de mi experiencia supimos
que muchas otras enfermedades tales como artritis y artrosis también le
agradecían buena parte de su existencia a la carne de cerdo. La
leucorrea de las mujeres, las fístulas crónicas a partir de otitis y
cirugía de mastoides, así como fracturas producidas por balazos durante
la guerra, eran en parte sostenidos en su purulencia por el consumo de
la carne porcina. El grupo de estos enfermos que después de años de
sufrimientos, se curó definitivamente al utilizar convenientes medidas
dietéticas biológicas, así como una medicación y terapia
homotoxicológicas fue tan grande que cualquier colega que nos hable de
coincidencias lo hace simplemente porque nada sabe del rigor con que se
puede observar y actuar en tiempos de guerra. Temeroso de equivocarme,
confrontaba mis observaciones con las de otros colegas pues sería una
pena caer en la monomamía de culpar únicamente al pobre cerdo.
Fue así como me resolví a alimentar animales en forma estrictamente
experimental. Compré toda una población de ratones blancos y empecé. El
resultado lo publiqué en 1955 en mi libro "Homotoxinas y Homotoxicosis, bases para una Síntesis de la Medicina". Editora AURELIA VERLAG, Baden Baden.
Los ratones alimentados con carne de cerdo presentaron una tendencia
hacia el canibalismo. Después de algunos meses, particularmente después
de un año, la incidencia de cáncer en diversas partes del cuerpo aumentó
considerablemente, la presencia de dermatopatías se hizo también muy
frecuente. Los ratones alimentados normalmente también enfermaron, pero
la aparición de cáncer y de enfermedades mortales era mucho menor y el
canibalismo igual a cero.
Con otros informes acerca de los efectos tóxicos de la carne porcina en
animales pude redondear mejor la visión de conjunto. Perros Boxer, por
ejemplo, si se les dá carne de cerdo enferman de eczepruriginosis y
viven mucho menos en promedio, pues las enfermedades internas y la sarna
que los invade suelen ser malignas y precoces. Lo mismo se afirma de
animales de circo, especialmente de leones y de tigres, a los cuales si
se los alimenta con cerdo se vuelven perezozos y obesos, presentan
epistaxis e hipertensión. El propietario de un criadero de truchas las
vió morir en cuestión de días por haberlas alimentado con fino picadillo
de carne de cerdo.
Homotoxicología de la carne de cerdo
Mi consultorio, hacia 1948 atiborrado de las más diversas enfermedades
crónicas y agudas, fue útil para reunir observaciones que me sirvieron
de base para desarrollar la "Homotoxicología suis".
La carne de cerdo ha de considerarse como una homotoxina pesada (veneno
humano) que conduce en el cuerpo a manifestaciones varias de defensa;
dichas manifestaciones se presentan en forma de las más variadas
enfermedades. Teniendo en cuenta los informes de investigaciones
científicas que existen en la literatura mundial y analizándolos desde
el punto de vista Homotoxicológico, tenemos que aceptar que numerosos
componentes de la carne de cerdo actúan como homotoxinas, como factores
de sobrecarga (stress factor) y como alergizantes de tal forma que la denominación sutoxina nos parece justificada.
Entre otras cosas se comprobó que la grasa animal exógena (es decir
ingerida) se almacena en nuestro cuerpo como tal. Un perro, por ejemplo,
que se alimenta con carnero contiene en sus depósitos lipídicos "la
grasa del carnero" químicamente comprobable como se vé por las
reacciones químicas del tejido graso subcutáneo, del yodo, etc. La
sangre se inunda además con semejantes componentes grasos. Se forman
macro-moléculas ("Cenapse" según MACHEBOEUF), que son medidas
en la ultracentrífuga según su diversa velocidad de suspensión (medidas
en unidades swedberg), y, resultan en parte responsables de la formación
de la arterioesclerosis, calcificación de las coronarias, hipertensión,
plétora, mala irrigación del tejido conectivo y de glándulas
importantes.
Más tarde se descubrió que una alimentación tan grasa, constituye una severísima sobrecarga para el tejido conectivo.
El profesor HAUSS (MÜNSTER) informa en su libro "La Reacción Mesenquímica Inespecífica" que especialmente la gordana y el tocino empeoraban en forma severa los cuadros clínicos de sus pacientes.
El profesor WENDT de Frankfurt considera que la arterioesclerosis, la
diabetes y los problemas circulatorios se deben prácticamente a la "ceba proteica",
o exceso de proteínas. Sabemos que los mucopolisacáridos, especialmente
los componentes gelatinosos del cerdo llevan en esto, junto a otras
carnes, la mayor culpa.
Sustancias especialmente nocivas de la carne de cerdo
Surgió la pregunta de: ¿en qué consiste la diferencia entre la carne de
cerdo y otras clases de carnes? Fue muy difícil obtener datos completos
a este respecto pues la mayoría sólo se ocupaba de análisis calóricos.
Sin embargo se pudo comprobar lo siguiente:
1. La carne de cerdo es marcadamente grasa, incluso la carne magra.
En el cerdo la grasa se encuentra intra-celular, mientras que en otros
animales (res, carnero) está fuera de la célula, en el tejido conectivo.
En una que otra res muy vieja pueden hallarse pequeñas cantidades de
grasa dentro de la célula, en tanto que en el cerdo el porcentaje es
bien alto.
Esto se puede ver al colocar un pedazo de carne magra de cerdo en la
sartén caliente. De inmediato suelta la grasa para fritarse "en su propia salsa".
Puesto que la grasa, "la deliciosa grasa de cerdo", contiene
el doble de calorías que los hidratos de carbono y las proteínas, lo
primero que el cuerpo hace con ella es almacenarla en el tejido
conectivo. Esto explica la legión de regordetes entre los comedores de
cerdo. Es grasa firme y dura, difícil de desmontar. Este proceso
corresponde en parte a la "ceba proteica" de la que habla el profesor WENDT.
2. La grasa siempre está asociada al colesterol.
Las macro-moléculas están cargadas de colesterol y juegan su papel en
la hipertensión y en la arteriosclerosis. Se las considera factores
adicionales en el infarto del miocardio y en las coronariopatías, en las
afecciones circulatorias de la periferia especialmente en combinación
con nicotina.
ROFFO encontró colesterol en la pared de las células cancerosas.
3. Peligros especiales parten de la sustancia conectiva sulfurosa.
Aminoazúcares, condroitinsulfato, hexosamina, glucosamina, etc. todos
tienen un carácter gelatinoso (mucopolisacáridos).
El embutido de untar, si es del bueno, si se deja untar y corre bien
con el cuchillo es de cerdo o lo contiene en alto grado. De esto se
comprende la exuberancia tipo Rubens de quienes comen cerdo y de sólo
ellos. Todos presentan una hinchazón gelatinosa de su tejido conectivo
que absorbe agua como esponja y les da el aspecto típico de rollizas
llantas estilo cojinete. Estas sustancias se almacenan en fascias,
cartílagos, aponeurosis, trayendo como consecuencia reumatismo,
artritis, artrosis, problemas discales en columna, etc., puesto que las
sustancias conectivas elásticas se tornan blandas y gelatinosas
perdiendo resistencia.
Aquí debo nombrar los experimentos llevados a cabo por el profesor
BIER, quien al inyectar Sulfur DS a sus conejillos les movilizó el
azufre de los tejidos; los animales lo eliminaron y la sustancia
cartilaginosa readquirió consistencia al perderlo. De dicha manera
también actúan los baños sulfurosos. Un cartílago es más fuerte y
resistente cuanto menos azufre contenga.
La carne de cerdo contiene mucho azufre. Esto se comprueba en los
experimentos de putrefacción y descomposición en los cuales el azufre de
los tejidos se degrada. Se le nota por su penetrante fetidez (H2S).
Experimentos diferenciados de putrefacción con carne de cerdo, de res y
de carnero dieron a conocer que la que tiene el menor contenido de
azufre es la de carnero. Los recipientes con cerdo tuvieron que ser
retirados del cuarto a los pocos días pues su hediondez era simplemente
insoportable.
La carne de res se acidificó pronto pero no hedía ni la cuarta parte.
La carne de carnero aún después de tres semanas apenas si comenzaba a
mostrar signos de putrefacción.
El profesor LETTRE (Patólogo de Heidelberg) pudo demostrar en base a
experimentos en animales que los productos constitutivos de un tejido,
cuando han sido introducidos en el organismo, y allí se descomponen o
disocian, migran en un altísimo porcentaje hacia el sitio al que
biológicamente pertenecen. Esto lo evidenció con elementos constitutivos
de tejidos, órganos y glándulas, los cuales habían sido marcados
previamente con isótopos radioactivos con objeto de comprobar la
velocidad de la terapia con células frescas. He podido constatarlo en
muchos de mis pacientes, pues aquellos que consumían con frecuencia la
grasa del lomo presentaban casi un armazón de cebú en su nuca y espalda.
Los que gustaban de la sobrebarriga eran panzudos. Quienes comían jamón
portaban nalgas feamente onduladas y tendencia a los briches. Este "fenómeno" tratándose de damas, las atormentaba al máximo pero las pobrecitas eran ignorantes de las verdaderas causas del desastre.
4. La importancia de la hormona del crecimiento.
La carne de cerdo la contiene y ella viene a ser un factor inflamatorio
culpable de edematizaciones tisulares a veces comprobadas e
inexplicables.
Algunos investigadores están empezando a temer una cierta influencia sobre las acromegalias y las hipertrofias de todo tipo.
5. Efectos claramente pruriginosos de la carne de cerdo.
En base al contenido de histamina fluyente que viene a ser culpable de
muchos procesos inflamatorios ya citados, tales como forúnculos,
carbúnculos, apendicitis, colecistitis, flebitis, flujo blanco de las
mujeres, abscesos y flemones, dermatopatías, urticarias, eczemas,
neurodermitis, etc.
Después de la reforma monetaria traté muchas veces casos crónicos de
urticaria. Se trataba de pacientes mujeres de edad avanzada, pero
también niños, y casi todos respondían prontamente a la medicación con
APIS a la D12 y Sulfur a la D30.
En las pacientes de edad avanzada resurgía fuertemente la urticaria
cada vez que comían carne de cerdo. Sólo pude curarlas definitivamente
si aceptaban y seguían el cambio de dieta recomendado.
Las inflamaciones y el prurito se deben al contenido de Histamina y de Imidazoles, por ejemplo, el Metronidazol.
Con inyecciones de Histamina es posible producir experimentalmente
úlceras gástricas, prurito, inflamaciones, enfermedades alérgicas, asma,
fiebre de heno, rinitis vasomotora, arritmia cardiaca e inclusive
infarto de miocardio. Los amenazados de infarto no deberían probar jamás
la carne de cerdo.
6. "Factores sanguíneos" sobrecargantes de mesénquima.
Se encuentran contenidos en gran cantidad en la carne de cerdo, son muy
particulares y su plena identificación aún no se ha logrado. NIEPER los
denomina agentes oncogénicos, ENDERLEIN los llamó endobientos, von
BREHMER siphonospora polymorfa y SCHELLER parasitantes eritrocíticos
invasores.
Todavía no se sabe hasta qué punto son parecidos e idénticos los unos
con los otros. SPERANSKY sospechó que ellos eran los iniciadores de los
peores procesos degenerativos. La carne de cerdo es en todo caso rica en
tales factores formadores de esporas, los cuales últimamente han sido
catalogados como mitocondrias migrantes provenientes de células
inestables descompuestas por el mero contacto con lo humores del
organismo que las ingiere.
7. El virus de la GRIPE PORCINA. Es un factor tóxico de gran importancia.
Según el profesor SHOPE del Instituto de Investigaciones Virales de
Londres, alcanza a pasar todo el verano en los pulmones del cerdo y
prácticamente se le encuentra elaborado en embutidos y salchichas. Quien
coma de esta carne logra adquirirlo. Una vez en el cuerpo migra, según
el Profesor LETTRE, al sitio de su pertenencia biológica, es decir, el
tejido conectivo pulmonar, en donde permanece en estado de eclipse (de
invisibilidad) hasta que le llegue una propicia oportunidad para su
reproducción, por ejemplo, en primavera cuando hay carencia vitamínica,
pobreza de sol y resfriados. Brotan entonces las epidemias de gripe
viral.
Quiero recordarles la epidemia de gripe aparecida después de la Primera
Guerra Mundial que cobró casi más víctimas que la misma guerra. El
pueblo alemán que padecía una gran hambruna fue inundado con tocino
americano como primer alimento del que se decía que era muy necesario
para cubrir el enorme déficit calórico de aquel entonces.
Observaciones muy similares pude hacer luego en los largos años de mi
experiencia como médico. Recuerdo los muchos noviembres en que eran
vendidas en Alemania centenares de miles de conservas canadienses de
carne porcina. Al terminar el invierno empezaban las epidemias de gripe "como por encanto".
Los pueblitos musulmanes que realmente se ciñen a la prohibición de
carne de cerdo tienen como es sabido una incidencia pobrísima de
epidemias virales de gripe. Claro que tales epidemias también pueden
provenir del consumo de carne de caballo, la cual puede estar apestada
con el virus.
Gráfico de las sutoxinas o toxinas porcinas
Principales enfermedades y fases que surgen al ingerirlas
1. Colesterol:
a.- Macromoléculas cargadas de colesterol en la sangre. (hipertensión, arterioesclerosis, plétora).
b.- Colesterol en las paredes de células cancerosas (Roffo) (Fases de neoplasma)
2. Histamina e Imidazoles:
a.- Sustancias pruriginosas.
(Urticaria, herpes, dermatitis, eczemas, etc.)
b.- Inducen procesos inflamatorios.
(Forúnculos, carbúnculos, apendicitis, colangitis, colecistitis, tromboflebitis, flemones, flemon albus, etc.)
3. Hormona del crecimiento:
Activa la inflamación y el crecimiento.
(Adiposidad, Acromegalia, fases de neoplasma)
4. Sustancias sulfurosas:
Mucopolisacáridos de carácter gelatinosos que empantanan el mesénquima
(Aminoazúcares, ácido Hialurónico, Condroitín-sulfato, Hexosamina)
a.- Edema gelatinoso del mesénquima.
Milogelosas, Adiposidades, etc.)
b.- Almacenamiento de sustancias gelatinosas en fascias, bandas, cartílagos, Aponeurosis.
(Reumatismo, artritis, artrosis, osteocondrosis, etc.)
5. Ácidos grasos sutóxicos: (Porcinos)
Se encuentran incluso intracelulares.
(Adiposidad, Hipertensión arterial, Policitemia y otros)
6. Angente Oncógeno: (NIEPER)
Endobiento (ENDERLEIN), Siphonospera polymorfa (von BREHMER)
Eritrocitos parasitados (SCHELLER)
Son importantes factores indicadores del surgimiento de fases de neoplasma.
7. Virus de la gripe:
Permanece durante el verano en los pulmones del cerdo (SHOPE).
Similitudes biológicas
Hay que llamar la atención sobre el hecho de que el cerdo, en la Edad
Media, cuando era prohibido hacer disecciones a seres humanos, servía a
los estudiantes de medicina como objeto para entrenamientos de anatomía
debido a que toda la estructura del animal es extraordinariamente
similar a la del hombre. También la piel del cerdo casero tiene, como se
sabe, grandes similitudes con la del hombre.
Los asesinos múltiples utilizaron la carne humana, la prepararon y
adobada la ofrecieron en venta, fresca o en salchichas, como si fuera
carne de cerdo. Como tal fue consumida con especial apetito. Según datos
tenía el mismo sabor que el cerdo y era de fácil y buena digestión. Les
nombro al respecto los legendarios asesinos Hamann y Kürten.
En la Primera Guerra Mundial fue descubierto en el norte de Berlín un
asesino múltiple que adobaba en salchichas y embutidos de gusto
exquisito la carne de todas las mujeres que asesinó. "Daba gusto ver cómo los clientes reclamaban y hacían cola para adquirir la mercancía" les
decía este hombre a sus jueces. Un nativo de Nueva Guinea que devoró a
su mujer y a sus hijas se disculpó ante las autoridades que lo
incriminaban con las palabras: "Es que tenían un sabor..."
En las islas del mar del sur, en Polinesia, los caníbales llamaban "cerdos largos"
a los hombres que fagocitaban, lo cual sin duda subrayaba una cierta
semejanza en el sabor de ambos tipos de carne. La similitud entre la
carne de cerdo y la del hombre posibilita además un intercambio
biológico más fácil de las sustancias que contienen. Esto vale
especialmente para la comprobación del profesor LETTRE, quien al
analizar la terapia con células frescas vio migrar macromoléculas y
péptidos hacia el lugar anatómico al que biológicamente pertenecían.
Esto explica por qué el tejido conectivo del hombre que consume
frecuentemente carne de cerdo se torna gelatinoso. Los factores
sulfurosos ya citados (mucopolisacáridos) lo reblandecen, lo transforman
y en algunos casos se llega a tales extremos que el hombre empieza a
tomar el aspecto de lo que come. Es muy conocido el proverbio de: "el hombre es lo que come".
ESCROFULOSIS (enfermedad del cerdo) y TUBERCULOSIS.
Aquí llamo la atención sobre la escrofulosis que se presenta en los
niños, caracterizada por inflamación de glándulas y ganglios. Estos
últimos se descomponen literalmente y terminan formando fístulas. Se
llegan a constituir en verdaderos paquetes ganglionares especialmente en
el cuello, de tal modo que los niños toman un aspecto de cerditos (scropha = la marrana, scrophula = su cerdito).
Posiblemente se quiso, al dar este nombre, subrayar la enfermedad y su
causa. Las madres hoy en día arreglan fácilmente la tartera de los niños
para el colegio pues el jamón y los perros son plato obligado de estos
pequeños seres, quienes desde la más temprana infancia tienen que
vérselas con la patología suis. Niños con glándulas y ganglios que nunca
se desinflaman, niñas con flujos hediondos desde la más tierna edad,
seres pequeños plagados de infecciones aparentemente virales y a quienes
"todo se les inflama" están atiborrando los consultorios de los pediatras. Ni qué decir acerca de las "alergias".
Las medidas de defensa se movilizan especialmente contra la grasa del
cerdo. Después de su disociación en el intestino y de su resíntesis, los
vasos linfáticos la absorben y pasando por los ganglios llega al
conducto torácico y a las venas cavas. La sobrecarga que tienen los
ganglios linfáticos con la filtración y detoxicación de los factores
sutóxicos contenidos en dicha grasa después de su disociación en el
intestino se acumula en el tejido conectivo retornando allí las
características "propias de su clase y tipo"; todo esto deja su sello en la inflamación de los ganglios linfáticos.
Todo esto corresponde ni más ni menos a una intensificación de todas
las funciones fisiológicas, es decir, hinchazón e hipertrofia de
glándulas, dolores, fiebre, purulencias, hasta fistulación, todo esto
asociado a manifestaciones irritativas dérmicas eczemas, etc. Si tomamos
en cuenta que todo esto está acoplado a una constitución hidrogenoide
caracterizada por una especial sensibilidad al frío y a la humedad, no
podremos ver salir al paciente de su diátesis exudativa (sudores,
fiebres, gripes, etc.).
Es muy probable que en tiempos ya pasados se ofreciera con más
frecuencia el cuadro clínico de la escrofulosis debido a una
alimentación únicamente de cerdo y sin verduras, con pobreza vitamínica.
Hoy día ha cambiado el cuadro. Sólo vemos formas incipientes de
escrofulosis como cólicos umbilicales, hinchazón de los nódulos
mesentéricos, a veces también hipertrofia de los ganglios del Hilio
Pulmonar que presentan en ese estado el mejor terreno para la
tuberculosis. Este tipo de T.B.C. se manifiesta preferencialmente
después de supresiones medicamentosas de fiebre.
A una edad ya más avanzada, especialmente después del tratamiento de
resfriados con salicilatos, pirazolonas y otras medidas supresoras de la
fiebre se observa el así llamado "infiltrado eosinofílico" de
los vértices pulmonares. Al disolverse esta fase de impregnación
(vicariación regresiva en sentido de la Homotoxicología) se nos presenta
la caverna o fase de reacción y en ella, dadas las condiciones
adecuadas, se forma la tuberculosis pulmonar abierta. De esta manera
intenta el organismo eliminar la toxicosis generalizada.
La alopatía mata con estreptomicina los bacilos de Koch que viven como
saprofitos en una caverna que ellos nunca construyeron, sin tener en
cuenta la situación tóxica causal, que vista biológicamente, sería de
primerísima necesidad corregir. A nadie hasta ahora se le ocurrió pensar
que nos hallamos ante una lesión de origen alimenticio la cual debido a
una terapia no biológica se convirtió en una patología iatrogénica.
En los primeros decenios de este siglo se habló mucho de Gustavo NAGEL
conocido en su época como el apóstol de la naturaleza. A base de crudos y
de una vida biológica se liberó totalmente de una tuberculosis pulmonar
avanzada. Dichos casos y el del mundialmente famoso cura KNEIPP son
ejemplos típicos de la importancia que tienen los tóxicos que contienen
nuestra alimentación, para la evolución y desarrollo de enfermedades.
Existen aún otros peligros provenientes de la carne de cerdo. Pensemos
simplemente cómo un cerdo de ceba que al nacer sólo pesa unos cuantos
gramos, y, en cuestión de seis meses es ya un animalote de varios kilos.
Todo esto se debe a la hormona de crecimiento. Un animal semejante
consta de escasa musculatura, pocos huesos pero mucho tejido conectivo,
grasa, sangre y órganos. El carnicero le saca utilidad a todo.
Hasta el último resto se adoba y se prepara de tal modo que su sabor es
exquisito, en razón de esto y de su elevado nivel calórico, la venta es
segura. Las preparaciones ahumadas son doblemente tóxicas pues durante
el proceso se impregnan de Benzopireno a quien todos aprendieron a temer
como cancerígeno.
¿Adicción a la carne de cerdo?
Aquellos seres humanos que se acostumbraron a consumir esta carne
llegan a ser prácticamente adictos a ella. Basta oír las protestas de
los enfermos cuando, en vista de sus dolencias crónicas, me resuelvo a
prohibírsela. El siquiatra Dr. W.HOFFMANN de Mannheim examinó el asunto y
llegó a la conclusión de que la inmensa mayoría de los consumidores de
cerdo analizados por él, cumplían a cabalidad con las condiciones para
considerarlos adictos.
¿Existe pues la adicción al cerdo?
Los porcinómanos encuentran toda clase de disculpas para comer cerdo.
Rechazan enfáticamente la culpabilidad del animalito en sus dolencias y
justifican su menú con toda clase de razonamientos, al igual que
fumadores y bebedores. A quienes se han podido liberar de la afición a
la carne porcina termina ésta produciéndoles asco y la reconocen si
alguna vez equivocadamente la sirven en su plato. Algo similar ocurre
con aquellos ex-fumadores que de pronto huelen un cenicero trasnochado.
¿Hormonas sexuales como cancerígenos?
Es poco lo que se ha investigado hasta ahora acerca de las hormonas
andrógenas del cerdo reproductor, sin embargo ellas juegan un papel en
la valoración de la calidad de la carne de cerdo.
Los cerdos machos deben castrarse semanas y hasta meses antes de
sacrificarlos, de lo contrario la carne tendrá sabor apestoso. Las
hormonas sexuales del cerdo las considero sospechosas.
Los cerdos no viven mucho tiempo pues su edad biológica está limitada a
pocos años, además en su calidad de animales de ceba y degüello no se
les permite vivir más de seis años pues de lo contrario aparecen
indefectiblemente una degeneración cancerosa.
Es un hecho que el cerdo tiene muchos atributos en común con el hombre; yo quisiera decir que el cerdo es hasta cierto punto "la imagen negativa del hombre".
El cerdo, "como cerdo" puede gozar de excelente salud, pero si
lo incorporamos al hombre, veremos en él sus cualidades: corazón,
hígado graso, hidropesía, aumento de la histamina fluyente con sus
respectivos cuadros de inflamaciones, ulceraciones y alergias,
hipertrofias, lipomas, gelosas, etc., y ahora factores hormonales
tóxicos.
A pesar de que su contenido vitamínico es alto, tenemos que saber que
el organismo humano no logra metabolizarlo, quemarlo y descomponerlo
como lo hace con otras carnes. Se impregna tan íntimamente que no
logramos deshacernos de él a través de fases de excreción comunes y
corrientes, así sea que nuestro trabajo sea extremadamente fuerte. Si lo
tenemos en el cuerpo, la "fase de reacción" aparecerá
indefectiblemente aunque se necesiten decenios para comprobarlo. Si las
sutoxinas no salen de nuestro cuerpo envejecerán en nosotros y jugarán
entonces un papel significativo en nuestras enfermedades degenerativas y
crónicas. Esto lo podrá entender muy bien quien vea en su vida el
efecto del pirogenio suis ante situaciones desesperadas.
Homotoxicología como solución al problema
Acaban de oir que la carne de cerdo no abandona nuestro cuerpo en forma
fisiológica, que no logramos eliminar sus componentes tóxicos a través
de las válvulas de salida y eliminación normales como son la orina, el
pulmón, los intestinos y la piel, de tal manera que al no utilizarse
fases de excreción debe salir en forma patológica, la más inocua de las
cuales es la inflamación aunque el dolor sea la característica dramática
de esta fase.
Según sea el órgano o el tejido del cerdo que coma el hombre así serán
sus enfermedades. El índice va desde colecistopatías con litiasis
vesical (colesterol), cólicos biliares y apendicitis aguda, muchos
pacientes mueren debido a complicaciones secundarias como trombosis y
embolias pues la apendicectomía no logra eliminar la toxicosis porcina.
En aquellos casos en los cuales el consumo no ha sido muy elevado puede
no aparecer la inflamación y en vez de ello se depositan los
componentes porcinos en el tejido conectivo, especialmente grasas y
elementos malignógenos.
El consumidor de cerdo pasa entonces por varias etapas: gorduras en
comedores de salchichas, adiposidad en los amantes del tocino con un
tronco redondo pesado como una aplanadora. Quienes comen jamón gordana y
manteca tienen nalgas y extremidades características. Cuando "la taza está llena"
y el organismo no encuentra ninguna posibilidad de salir adelante con
tanta sobrecarga se inician las fallas en la irrigación cerebral y
coronaria. Puede hacer un último intento por salvarse y se sirve para
ello de alguna inflamación. Los pacientes vienen entonces a nosotros con
peligrosos carbúnculos en la nuca, forunculosis, abscesos de glándulas
sudoríparas (casi patognomónicos de las fritangas). Graves
apendicopatías, colangitis, empiemas de vesícula, etc, etc.
Hace pocos días me escribió un especialista muy conocido en Alemania a quien por su "arterioesclerosis cerebral"
le habían recomendado abstención total del cerdo pues consideraban su
falta de irrigación cefálica como una clásica consecuencia de su larga y
frecuente adicción al cerdo. Como pertenecía a nuestro grupo tomaba
parte activa en nuestras discusiones, pero nunca pudimos convencerlo de
que su menú favorito algún día lo llevaría a soportar lesiones
irreparables. Por años se burló de nosotros. Hoy en su estado apopléjico
le vino algo de luz para comprender su situación. El profesor WENDT
señala, que la ceba proteica conduce a un almacenamiento desordenado de
mucopolisacáridos en la membrana basal.
Una consecuencia típica del consumo de la pezuña de cerdo y de los
productos derivados de la pierna de este animal es la úlcera cruris.
Berlín es famoso por su elevado consumo de pezuña, de bola y de grasa de
pierna (EISBEIN Berlines). La estadística de dicha ciudad en
ulceraciones de las extremidades inferiores es algo apesadumbrante. Todo
empieza con la flebitis especialmente.
La úlcera cruris hay que considerarla como un último intento del
organismo por liberarse de la inflamación profunda de sus tejidos a
través de esta válvula mesenquímica. Es una fase de reacción con la cual
el cuerpo esquiva al cáncer amenazante expulsándolo en forma de
excreción purulenta, dolorosa, fétida y asquerosa. Es, repito, un
intento desesperado por librarse de las graves sutoxinas introducidas
con deleite a nuestro cuerpo desde años atrás.
Si nos vamos lanza en ristre contra estas ulceraciones las tapamos,
quemamos, pincelamos con colorantes e incluso las cerramos a la fuerza
sin conseguir que esas pobres víctimas cambien radicalmente su
alimentación, veremos cómo aparecen por los puntos de resistencia menor
las más graves enfermedades cuyo registro va desde flemones agudos,
pasando por tromboembolismos con sus consecuencias, hasta el
florecimiento súbito de malignomas sobre todo cuando se adicionan al
cuadro factores de sobrecarga psíquica. Ya otros investigadores están
empezando a llamar la atención al respecto.
El consumo crónico de la carne de cerdo produce como ya se dijo
depósitos de grasa y alteración de la sustancia cartilaginosa humana,
que debe tener consistencia dura y fuerte. El tejido conectivo
gelatinoso del cerdo ablanda los cartílagos, los cuales bajo la presión y
peso del cuerpo empiezan a lacerarse. Las enfermedades discales,
artritis y artrosis, son la dura cuenta que se les presenta a estos
pacientes. Todo el aparato de sostenimiento del enfermo se torna
gelatinoso. Los deportistas que consumen cerdo preferencialmente se
tornan perezosos y pesados. Son muchos los profesionales que han tenido
que retirarse prematuramente.
Es posible que a través de una gripe, especialmente cuando se ha ingerido con la salchicha el susodicho "virus", se expulse en forma de esputo una buena parte del material mucoso sutóxico acompañado del virus.
Si todas estas enfermedades agudas, como el flujo vaginal
particularmente cuando está asociado a ulceraciones del cuello uterino,
se entiende como reacción de defensa eliminatoria de toxinas porcinas y
se tratan en forma biológica correcta con la terapia homotoxicológica y
dietética adecuada, veremos la liberación de muchísimos males. Por
desgracia no suele ser este el caso.
Los facultativos que practican una medicina biológica no abundan y la
situación tóxica debida al consumo de cerdo y de otras grasas animales
inconvenientes, es algo totalmente desconocido por la medicina
Universitaria.
La Homotoxicología ha comprobado que todas las enfermedades son medidas
de defensa contra toxinas o lesiones producidas por las mismas en el
cuerpo. Así adquieren las enfermedades el carácter de procesos
biológicos convenientes que por ningún motivo deben suprimirse pues son
claro testimonio de que el cuerpo intenta recuperar la salud a través de
excreciones inflamatorias. De lo contrario existe el peligro de que
procesos agudos de detoxicación como, fiebre, gripe, inflamaciones de la
garganta, etc., sean interrumpidos en su mecanismo desintoxicante,
impidiendo que los venenos y toxinas culpables puedan ser eliminados,
surgiendo en esta forma lo que aquí llamamos "retoxicaciones".
Esto sucede especialmente cuando hacemos uso de quimioterapia,
antibióticos, antipiréticos, antiinflamatorios, antihistamínicos, etc.
Los antibióticos y las sulfas, eliminan las bacterias, pero de ninguna
manera erradican las toxinas causantes de la enfermedad. Sabemos que los
cadáveres de dichos gérmenes con sus endo y ecto-toxinas empeoran aún
más la Homotoxicosis.
Las bacterias juegan por lo general el papel de indicadoras y no de
iniciadoras de las enfermedades (SPERANSKY). Ellas saprofitan en un
terreno inflamado e infestado de sutoxinas, disuelven la gelatinosidad
con su trabajo y su hialuronidasa, sirviendo de factores coadyuvantes
benéficos. Ellas nos indican qué clase de toxicosis existe, pues su
crecimiento está en directa relación con ella. Hay, por ejemplo,
situaciones homotóxicas favorables para el crecimiento del
estreptoestafilo - neumococos etc. - Precisamente la carne de cerdo
ofrece las mejores condiciones para el crecimiento (por lo general
desordenado y exagerado) de bacterias y de virus (no sólo los de la
gripe).
Quien no come cerdo suele escaparse de gripe viral.
Es una triste realidad el hecho de que el uso crónico de
quimioterapéuticos, analgésicos y tranquilizantes, le ha hecho perder a
la mayoría de los seres humanos su efectividad defensiva. Es deber de la
medicina biológica propiciar el refortalecimiento de nuestro sistema de
la gran defensa, para ello, contamos con excelentes medios de
estimulación, dietas biológicas y una vida ceñida a las sanas leyes de
la naturaleza.
Más de una joven vida ha sido destruida después de tratar flujos e
inflamaciones del terreno urogenital, nefritis o tromboembolismos
post-quirúrgicos con medicamentos de síntesis química, pues nunca se
pensó que todas ellas provenían del consumo de las sutoxinas y
similares.
La apendicectomía elimina la inflamación; hemos de tener presente que
la apendicitis vale como proceso de detoxicación para eliminar las
sutoxinas a través de una reacción linfática. En este caso los peligros
son tan graves que muchas veces el bisturí del cirujano es salvador. La
terapia biológica pre y post operatoria con brionia, mercurio solubilis y
heparsulfuris, acompañada por echinacea compuesta, árnica y sus
complementarios así como nosodes y preparados orgánicos suis nos
convencerán de que la Homotoxicología es carta de triunfo incomparable.
Lo mismo es válido para el flujo vaginal caracterizado frecuentemente
por un olorcito desabrido, como de fritanga fresca, o para los
furúnculos y abscesos de toda clase. Todos ellos son eliminaciones.
Suprimir estas fases es alopatía, vale decir contrario a lo biológico.
Las retoxicaciones vía vicariación progresiva nos colocarán ante fases de enfermedad cada vez más deplorables.
Por ejemplo, después de suprimir abscesos de glándulas sudoríparas con
"suaves" irradiaciones puede presentarse una colitis ulcerativa. Lo
mismo puede decirse de las diarreas las cuales no deben detenerse
químicamente, pues el intestino es el gran exosto para toxinas y
venenos.
Hay medios biológicos y de efectividad pasmosa para resolver estas
situaciones. Lo importante es abordarlas con criterio Homotoxicológico.
La carne del cerdo sivestre o jabalí es tan peligrosa como la del cerdo
doméstico. Cuando el jabalí cae debe abrirse de inmediato para que "sude sus humores", pues de lo contrario no hay quien lo coma con gusto, además se vuelve tóxico.
La situación tóxica de cada ser viviente es la causa de todas sus
enfermedades. Es un hecho que la carne de cerdo y sus similares
sobrecargan gravemente tal estado tóxico de inicio. Las toxinas porcinas
llenan rápidamente nuestro basurero mesenquímico y esta es una
condición "sine qua non" para enfermar.
Debemos ser conscientes de que la mejor terapia (bioterapéutica,
antihomotóxica, Homeopática, neural-terapéutica etc.), de nada sirve sin
una prohibición consecuente de la carne de cerdo. El acné, cara y piel
llena de barros, las otitis, sinusitis etc., exigen la dieta más
estricta. Si los barremos con antibióticos tendremos que tratar más
tarde quistes (incluso pilonidales), fístulas o fases aún más avanzadas.
No importa que se nos diga que este o aquel abuelo llegó a los 90 años
con pipa y tocineta. Examinen esos casos detenidamente y se convencerán
de que algo anduvo mal en ellos. A menudo se nos habla de los "sanos y robustos campesinos" a
quienes nunca les faltó el cerdo en la mesa. Un estudio científico
comprobó hace años que esto era puro cuento. La población campesina
resultó ser la más enferma a pesar del aire puro, particularmente
aquella que consumía cerdo (o carne de roedores) en forma constante.
Durante mi actividad de médico rural examiné muchos campesinos. Una vez
visité a una familia acomodada y numerosa. El padre tenía artrosis,
coxitis y lesión hepática; la madre úlceras crónicas en ambas piernas
monstruosamente varicosas, constante dolor y prurito. La hija enfermó de
fiebre reumática después de una amigdalitis; el hijo también presentó
trastornos cardíacos después de una angina y ahora sufría de
furunculosis generalizada a pesar de ser "el demostrar" en esa
casa. La otra hija padeció de bronquitis crónica y sospecha de
bronquiectasias post amigdalectomía. Otro hijo tenía pleuritis crónica y
formación recidivante de fístulas.
Condiciones similares de salud encontré en numerosas familias
campesinas de la selva negra; naturalmente también las había en los
valles y en las riveras de los ríos. Diez años practiqué mi profesión
entre esas gentes, lo cual me autoriza para emitir un juicio.
Durante las horas que atendí a la familia descrita, estaba afuera en el
chiquero, una marrana gorda y oronda que con gran placer se rascó casi
todo el tiempo contra una rama bajita de un árbol. Le dije a sus dueños:
"¿ven ustedes a su marrana? Todas esas sustancias que sin pausa
alguna la obligan a rascarse, son inflamatorias. Todo eso se lo comen
con la carne. Se trata de complejos histamínicos y de otros muchos
factores que a ustedes, aún en este sitio tan bello y puro, les están
haciendo la vida imposible. A los cerdos que Uds. comen les debo la
consulta que acabo de hacerles y gracias a ellos tienen ustedes que
pagarme ahora".
La carne de cerdo es pues la más cara que existe, no sólo por su alto
precio en dinero, sino por las muchas enfermedades que produce. Las
consecuencias positivas de dejarla no las veremos de inmediato ni mucho
menos. Por años seguidos tendremos que ingeniárnoslas para deshacernos
de las impregnaciones porcinas, que como ya sabemos, sólo nos abandonan
en forma de fases de reacción y ojalá que no sea como degeneración. Si
la lucha es larga, ¿por qué no comezar ahora mismo?
El ser humano debería lograr en nuestra era una edad biológica de 150
años. En sitios donde no se consume cerdo desde hace siglos, por ejemplo
en el Cáucaso, Turquía y países islámicos que tienen además un clima
suave, abundan congéneres de 130 y 150 años.
Un aspecto moderno relativo a la calidad de la carne de cerdo
Un veterinario miembro del concejo, me mandó un trabajo de SCHEPER, LINNE, POTTWAST, BEMM y WIRTM sobre "control de carnes y víveres". "La carne de cerdo presenta serios problemas en base a la diversidad de su consistencia," señaló.
La intensificación de la ceba ha convertido ese animal en extremo
delicado. En La República Federal hay que contar con un 20% de cerdos de
carne aguada y pálida, y, con un 5% cuya carne presenta características
inestables y oscuras. El pH altera, condicionando el sabor, la duración
y el adobamiento. El stress antes del degüello (transporte,
maltrato, susto, etc.), descompone el adenosintrifosfato y el glicógeno
en el tejido muscular. El ácido láctico pasa de la célula muscular a la
corriente sanguínea en el período premorten. El animal se acidifica. La
carne tiene que considerarse "inmadura" y de peligrosidad para la salud del consumidor".
Continúa una larga lista de datos comparativos con otras carnes y alimentos de origen animal.
Todos los detalles de dichas investigaciones son muy importantes pero
por desgracia el interés científico se pierde en aspectos meramente
tecnológicos. Las reacciones moleculares biológicas que producen dichos
factores porcinos al asimilarse en el cuerpo son patógenas.
Sus consecuencias aún no se consideran tema de discusión y de
investigación científica. ¿Hasta cuando?. ¿Será acaso necesario que
nuestros políticos y gobernantes padezcan de abscesos rectales y
formación de fístulas para convencerlos de la etiología de su mal
curándolos con preparados orgánicos, nosodes, depirogenium suis y una
dieta consecuente?. Esto lo digo porque son varios los colegas
Homotoxicólogos que encontraron así su camino hacia la medicina
biológica.
Conclusiones y consejos
De ninguna manera debe creerse que estoy iniciando con este escrito una
nueva terapia respecto de la agresividad de la carne de cerdo. Moisés,
Muhammad, los Profetas, los Maestros de Oriente y muchos Filósofos de
todo el mundo llamaron mi atención por su manera de tratar este asunto.
Luego hice extrañas observaciones en mi familia, en mis numerosos
pacientes y en mi mismo.
Los años de estudio e investigación me convencieron de que las
relaciones eran evidentes, de que los mandamientos del Islam y del
Judaísmo se justificaban plenamente. No es el peligro de la triquinosis
pues sabemos que osos, ratas, perros, lobos, curies y otros animales la
pueden adquirir. La base sobre la cual descansa la prohibición de la
carne de cerdo ha de buscarse a otro nivel.
Mi intención, ha sido motivar a los colegas y a sus pacientes a pensar
detenidamente en toda esta problemática. Nunca es tarde para comenzar,
y, es mucho el desastre que aún podemos evitar. Hagan ustedes mismos sus
observaciones críticas y no se dejen influenciar por los adictos al
cerdo, al menos hasta cuando hayan cosechado los primeros resultados de
sus exhaustivos análisis y consecuentes tratamientos.
Salud según la Homotoxicología es liberación de toxinas y de sus lesiones.
Autor: Dr. Hans Heinrich Reckeweg, Herford, Westfalia.
Fuente: WebIslam
El Asno Roñoso de la Cola Cortada / Mangy Ass with the lopped-off tail
Carne de cerdo y salud
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