El Asno Roñoso de la Cola Cortada / Mangy Ass with the lopped-off tail

Principios morales transmitidos por el Profeta (s.a.s.)

“Mi Señor me ordena nueve cosas:

1. Temer a Allah cuando esté solo o entre la multitud.

2. Ser justo y honrado, esté contento o enfadado.

3. Vivir moderadamente, sea rico o pobre.

4. Mantener buenas relaciones con los parientes, incluso aunque ellos no lo hagan.

5. Dar al que nada te da.

6. Perdonar al que te hace daño.

7. Contemplar mientras permaneces en silencio.

8. Mencionar el nombre de Allah cuando hablas.

9. Aprender cuando miras.”

Refs.: Nasai, Sahw 62; Ahmad ibn Hanbal, al-Musnad, IV, 148; Ibn Abi Shaybah, al-Musannaf, VI, 45; al-Tabarani, al-Mu’jam al-Awsat, V, 328.


En su espada estaba escrito:

“Perdona al que te haya hecho daño; ayuda a tus parientes incluso si ellos no se preocupan de ti; responde con bondad al que te ha herido; di la verdad incluso si va en contra de tus intereses.”

Refs.: Ahmad ibn Hanbal, al-Musnad, IV, 148; al-Hakim, al-Mustadrak, II, 563; al-Tabarani, al-Mu’jam al-Kabir, XVII, 269; al-Bayhaqi, al-Sunan al-Kubra, X, 235.


Huzaifa, que Allah esté satisfecho con él, transmitió que el Profeta, que Allah le bendiga y le conceda la paz, dijo:

“A Allah le disgusta cuando hacéis estas tres cosas:

1. Cotillear.

2. Derrochar.

3. Preguntar innecesariamente.”

Refs.: Bukhari, Zakat 53; Muslim, Akdiyah 12, 13; Ahmad ibn Hanbal, al-Musnad, II, 327, 360; Ibn Khuzaymah, al-Sahih, I, 104.


Autor: Osman Nuri Topbas, líder de una de las Tariqas Naqshbandi Khadiliya más importantes de Turquía.
Fuente: El Profeta De La Misericordia Muhammad
Click Here to Read More..

La importancia/necesidad del maestro o guía espiritual



Quien no tiene guía, Satán es su guía”.- Dicho sufí, registrado por Sheij Ahmed al-‘Arabi ad- Darqawi, maestro sufí (“The Darqawi Way. Letters from the shaykh to the fuqara”)[i]
«Si no conoces el camino, no te adentres en él solo y busca un buen guía».- Mawlânâ Yalâl al-Dîn Rûmî (Mesneví II, 747).[ii]
No es maestro quien no brinde generosamente su secreto,
quien no atienda a su discípulo más que a sí mismo,
y le retire los velos que le cubren el corazón
y le impiden llegar a la Morada Suprema,…
”.- Sheij Ahmed al-Alawî (Dîwân. Qasida 1)[iii]

¿A alguien se le ocurre aventurarse en cualquier terreno desconocido (disciplina técnica, científica, artística, viaje, etc.) sin un guía que le oriente, sin un maestro que le enseñe?
Cuanto más dificultoso sea el terreno a explorar, a conocer, a descubrir, más necesario será un maestro, un guía; y la dificultad depende también de las habilidades propias del estudiante o viajero, por supuesto. Tal vez sea fácil para nosotros p.ej. realizar un viaje a un país europeo, sólo con la información escrita de una guía de viajes (por la cercanía y proximidad en costumbres en general), pero será más difícil si nos planteamos un viaje a los Himalayas o a la Conchinchina.
Los libros (Internet, actualmente) pueden aportar mucha información, pero la transmisión oral es en muchos aspectos imprescindible. La experiencia directa del aprendizaje personalizado es insustituible cuanto más prácticas son las enseñanzas, o cuando se trata de poner en práctica la teoría aprendida. La teoría es más fácil encontrarla en los textos, pero la práctica requiere una persona física que la transmita, siguiendo la fórmula de enseñanza tradicional maestro/aprendiz, maestro/alumno, maestro/discípulo.


Son muy pocos los que tienen capacidad para aprender por su cuenta cualquier disciplina, pero si se trata de disciplinas eminentemente prácticas, el número de autodidactas se reduce todavía más. Si, además, aludimos al terreno espiritual, al igual que ocurre con el artístico y el científico, pero quizás todavía más resbaladizo que los demás por más desconocido, la cosa todavía se complica más, pues se requiere de lo que se llama inspiración, don muy escaso, que raramente se manifiesta sin un riguroso trabajo previo.
Si, finalmente, todo lo dicho lo aplicamos al terreno espiritual que ahora nos concierne, la complicación es evidente, pues nos referimos a un ámbito muy desconocido, sin referencias más o menos objetivas ni normas convencionales de transmisión del conocimiento (sin programas de enseñanza ni títulos acreditativos formales); lo que hace especialmente dificultoso, incluso peligroso, el emprender una aventura a ciegas, sin conocer el itinerario con antelación para poder hacer previsiones, en ausencia de mojones que nos indiquen las etapas del proceso que hay que realizar. Sería como plantearnos un viaje a la Conchinchina de nuestra propia alma.
Aventurado tanto si nos queremos fiar de nuestra propia intuición (el preconizado “guía interior” de la espiritualidad new age), que puede confundirse y solaparse fácilmente con nuestro ego, como si depositamos la confianza en cualquiera que se ofrezca para guiarnos, pues como en cualquier terreno o disciplina poco regulado da pie a que se produzca más fraude, donde medren muchos desaprensivos, que se muevan, consciente o inconscientemente (por falta de un desarrollo espiritual real suficiente pero, sobre todo, por ignorancia), incluso con pretendida buena fe, por sus propios intereses egoístas.
Un maestro o guía espiritual es alguien que ha completado su proceso de maduración personal con total consciencia del proceso realizado, conociendo todos sus vericuetos y habiendo resuelto todos los conflictos encontrados, tras haber recorrido múltiples veces el itinerario desde su sensibilidad (percepción sensorial) hasta lo más trascendente de sí mismo (su espiritualidad), pasando por todos los aspectos de su ego que le impidieron avanzar en su momento y superándolos, mediante la vivencia no evasiva y la resolución de todas sus crisis, llegando al objetivo explícito de asumir el compromiso de llegar a desarrollarse lo suficiente en su dimensión espiritual para ayudar a los demás a realizar ese mismo proceso de evolución personal, mediante su guía y acompañamiento. Además, deberá tener ciertas cualidades y habilidades personales (carisma), que le facilitarán el contacto y las relaciones con los demás.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que una persona que ha llegado a ese grado de perfección humana no vive exenta de conflictos personales, problemas cotidianos, no puede bajar la guardia, al contrario, muchas veces las dificultades a lidiar (las “pruebas” personales) son cada vez más fuertes y de un grado de dificultad mayor, en proporción al nivel alcanzado, al igual que ocurre en el aprendizaje de cualquier otra disciplina, que el alcanzar niveles superiores proporciona la capacidad de afrontar retos mayores, pero al mismo tiempo mayores riesgos y compromisos. De ello, también encontramos pruebas y descripciones en las biografías de “santos” de todas las tradiciones espirituales.
Al igual que hay guías turísticos (guías de viajes, de caminos, de montaña), así como toda disciplina humana requiere de un maestro/profesor que la enseñe, existen guías de procesos (médicos, terapeutas, psicólogos, gurús,…); y, ambos, tienen (o deberían tener) características similares: -han realizado el proceso (el camino) muchas veces, por lo que lo conocen bien; -conocen distintas alternativas, en las diversas fases del proceso (etapas del camino), que pueden adaptar a distintas personas y utilizar como atajos; -asumen el compromiso del acompañamiento durante una etapa del proceso o hasta el final, según su  contrastada competencia, poniéndose los primeros cuando se presentan riesgos o dificultades no bien trillados; etc. Además, por supuesto, existen distintas formas de realizar ese acompañamiento del proceso del que se trate, según la personalidad del guía; y no todos los guías son idóneos para todas las personas.



[iii] http://tasawf.blogspot.com.es/2011/02/luz-sobre-luz-por-el-sheikh-ahmad-al.html

Click Here to Read More..