El Asno Roñoso de la Cola Cortada / Mangy Ass with the lopped-off tail

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Shams Tabrizi: My Path to God

 
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Sobre la Música y la Danza

Como Ayudas a la Vida Religiosa

El corazón del hombre ha sido constituido de tal manera por el Todopoderoso que, como el pedernal, tiene un fuego escondido que es despertado por la música y la armonía dejando al hombre postrado en éxtasis. Estas armonías son ecos de aquel mundo superior de belleza al que llamamos el mundo del espíritu; le recuerdan al hombre su relación con aquel mundo, y producen en él una emoción tan profunda y extraña que él mismo se ve incapacitado para explicarla. El efecto de la música y la danza es tanto más profundo cuanto más simples y propensas a la emoción son las naturalezas sobre las que actúan. Avivan la llama de cualquier clase de amor que se encuentre adormecido en el corazón, ya sea terrenal y sensual o divino y espiritual.

Por ello ha habido grandes discusiones entre los teólogos acerca de la legitimidad de la música y la danza consideradas como ejercicios religiosos. Hay una secta llamada de los zahiritas1, que, pretendiendo que Dios es totalmente inconmensurable, niegan la posibilidad de que el hombre pueda sentir de verdad amor por Dios, afirmando que sólo puede amar a aquellos de su propia especie. Si de hecho, siente lo que él considera que es amor por su Creador, dicen que es una simple proyección o una sombra arrojada por su propia fantasía, o un reflejo del amor hacia otra criatura; la música y la danza, según ellos, sólo tienen que ver con el amor por otra criatura, y son por lo tanto ilegítimas como ejercicio religioso. Si les preguntamos cuál es el significado de ese amor por Dios que prescribe la ley religiosa, contestan que significa obediencia y adoración. Este es un error que esperamos refutar en un capítulo posterior en el que hablaremos del amor de Dios. De momento nos contentaremos con decir que la música y la danza no ponen en el corazón nada que no estuviera previamente en él, sino que simplemente avivan la llama de las emociones dormidas.

Por lo tanto, si uno tiene en su corazón aquel amor por Dios que la ley prescribe, es perfectamente lícito e incluso loable para él tomar parte en ejercicios que lo promuevan. Por otra parte, si su corazón está lleno de deseos sensuales, la música y la danza no harán sino incrementarlos, por lo que serán ilícitos para él. Mientras que si los escucha sólo por diversión no serán ni lícitos ni ilícitos, sino indiferentes, puesto que el solo hecho de que sean agradables no los convierte en ilícitos, lo mismo que el placer de escuchar el canto de los pájaros o mirar el verdor de la hierba y el correr del agua no son ilícitos. El carácter inocente de la música y la danza, consideradas como simples pasatiempos, se ve corroborado por una tradición auténtica que nos viene desde Ayesha2, que relata: “Un día de fiesta había unos negros actuando en una mezquita. El Profeta me dijo: ‘¿Quieres verlos?’ Contesté: ‘Si’. Por tanto me levantó con su santa mano y estuve mirando durante tanto rato que más de una vez me dijo: ‘¿No has tenido bastante?’.” Otra tradición que nos viene de Ayesha es la siguiente: “Un día de fiesta dos niñas vinieron a mi casa y empezaron a tocar instrumentos y a cantar. El Profeta entró y se tumbó en un lecho volviendo la cara. Entonces entró Abu Bakr3 y al ver a las niñas tocando exclamó: ‘¡Qué es esto, la flauta de Satanás en la casa del Profeta!’. A lo que el Profeta se volvió y dijo: ‘Déjalas en paz, Abu Bakr, que hoy es un día de fiesta’.”

Dejando a un lado los casos en los que la música y la danza avivan la llama de deseos malignos que ya estaban adormecidos en el corazón, llegamos a aquellos casos que son sensiblemente lícitos. Tal es el caso de los peregrinos que alaban con canciones las glorias de la casa de Dios en la Meca, y así incitan a otros a seguir en su peregrinaje; o el de los ministriles cuya música y canciones despiertan el ardor marcial en el pecho de quien les escucha, incitándole a luchar contra los infieles. Análogamente, la música de duelo, que despierta la tristeza por el pecado y por el fracaso en la vida religiosa, es lícita; la música de David era de ese tipo. Pero los cantos fúnebres que aumentan la tristeza por los muertos no son lícitos, pues está escrito en el Corán: “No os lamentéis por lo que habéis perdido”. Por otro lado, la música alegre en las bodas, fiestas y otras ocasiones parecidas, como una circuncisión o el regreso de un viaje, es legítima.

Llegamos así al uso puramente religioso de la música y la danza: como es el caso de los sufíes, quienes de esta manera despiertan en su interior un amor aún mayor hacia Dios y por medio de la música a menudo obtienen visiones espirituales y éxtasis. Su corazón en esta situación se vuelve tan limpio como la plata en la llama de un horno, y alcanza un grado de pureza que nunca podría obtener por la mera austeridad externa. El sufí se vuelve entonces tan agudamente consciente de su relación con el mundo espiritual que pierde toda conciencia de este mundo y a menudo cae sin sentido.

Sin embargo, no es lícito para el aspirante al sufismo tomar parte en esta danza mística sin permiso de su Pir o director espiritual. Se cuenta del Jeque Abu’l Qasim Girgani que, cuando uno de sus discípulos le pidió permiso para tomar parte en una de estas danzas, dijo: “Haz un ayuno estricto durante tres días; a continuación pide que te cocinen platos tentadores; si entonces todavía prefieres la danza puedes tomar parte en ella”. Sin embargo, al discípulo cuyo corazón no se encuentre absolutamente purgado de deseos mundanos, aunque pudiera conseguir una leve visión del camino de los místicos, su director debería prohibirle tomar parte en tales danzas, ya que le harían más daño que bien.

Aquellos que niegan la realidad de los éxtasis y otras experiencias espirituales de los sufíes no hacen sino poner al descubierto su propia mezquindad y necedad. Sin embargo, debemos concederles una cierta indulgencia, puesto que es difícil creer en la realidad de estados de los cuales uno no tiene experiencia personal, lo mismo que para un ciego es difícil comprender el placer de contemplar el verdor de la yerba y el correr del agua, o para un niño comprender el placer de ejercer la soberanía.

Un hombre sabio, aunque él mismo no tenga experiencia directa de estos estados, no por ello negará su realidad, porque ¡qué mayor locura que la de aquel que niega la realidad de algo sólo porque no lo ha experimentado él mismo! De esta gente está escrito en el Corán: “Aquellos que carecen de guía dirán: ‘Esto es un fraude manifiesto’.”

En cuanto a la poesía erótica que se recita en las reuniones de sufíes, y a la que la gente a veces pone objeciones, debemos recordar que cuando en tales poesías se menciona la separación o la unión con el amado, el sufí, que es un iniciado en el amor de Dios, aplica tales expresiones a la separación o la unión con Él. Análogamente, los “rizos negros”, se interpretan como la oscuridad de la incredulidad “el resplandor del rostro”, como la luz de la fe, y la embriaguez, como el éxtasis del sufí. Tomemos por ejemplo el siguiente verso:

Podrás medir mil medidas de vino,
pero hasta que no lo bebas, no disfrutarás.

Con esto el autor quiere decir que los verdaderos deleites de la religión no se pueden alcanzar por medio de la instrucción formal, sino por una atracción y un deseo sentidos. Un hombre puede conversar mucho y escribir volúmenes acerca del amor, la fe, la piedad, etcétera, y emborronar cantidades ingentes de papel, pero hasta que él mismo no posea aquellos atributos, todo esto no le servirá de nada. Por lo tanto, aquellos que critican a los sufíes por sentirse fuertemente conmovidos —incluso hasta el éxtasis— por estos versos y otros parecidos, no son más que superficiales y poco caritativos. Incluso los camellos se sienten a veces tan fuertemente motivados por los cantos árabes de sus conductores que son capaces de correr a gran velocidad, llevando cargas pesadas, hasta caer totalmente exhaustos.

Sin embargo, quien escucha a los sufíes corre peligro de blasfemar si aplica a Dios alguno de los versos que oye. Por ejemplo, si escucha un verso como: “Has cambiado de tu afecto anterior”, no debe aplicarlo a Dios, que no puede cambiar, sino a sí mismo y a sus propios cambios de humor. Dios es como el sol, que brilla constantemente, aunque a veces su luz nos la eclipsa algún objeto que se interpone entre nosotros y Él.

Se dice de algunos adeptos que llegan a alcanzar tal grado de éxtasis que se pierden en Dios. Tal fue el caso del Jeque Abu’l Hassan Nuri, el cual, al oír un determinado verso cayó en estado de éxtasis y, al llegar a un campo lleno de tallos de cañas de azúcar recién cortadas, corrió por él hasta que sus pies quedaron heridos y sangrantes, y poco después expiraba. En tales casos hay quien supone que se produce un auténtico descenso de la deidad a la humanidad, pero esto sería un error tan grande como el de quien, al ver por primera vez su imagen reflejada en un espejo, supusiera que de una forma u otra se había incorporado al espejo, o que las coloraciones sonrosadas que se reflejaran fueran cualidades inherentes al propio espejo.

Los estados de éxtasis en los que caen los sufíes varían de acuerdo con las emociones que en ellos predominan: amor, miedo, deseo, arrepentimiento, etcétera. Estos estados, como ya hemos dicho antes, a menudo son el resultado de escuchar no sólo los versos del Corán, sino también poesía erótica. Hay quien pone objeciones a que se recite poesía, así como el Corán, en estas ocasiones; pero debemos recordar que no todos los versos del Corán se prestan a suscitar emociones: como por ejemplo aquel que ordena que un hombre debe dejar a su madre la sexta parte de su propiedad y a su hermana la mitad. O aquel otro que ordena que una viuda debe esperar hasta cuatro meses después de la muerte de su marido para desposarse con otro hombre. Las naturalezas que pueden ser llevadas al éxtasis religioso por el recitado de tales versos, son especialmente sensibles y muy poco comunes.

Otra razón para usar la poesía, así como el Corán, en estas ocasiones, es que la gente está tan familiarizada con el Corán —y hay muchos que incluso se lo saben de memoria— que su efecto queda empañado por la repetición constante. No se puede estar siempre citando nuevos versos del Corán, como se puede hacer con la poesía. Cuando en una ocasión unos árabes salvajes estaban escuchando el Corán por primera vez y se sentían fuertemente impresionados por él, Abu Bakr les dijo: “Una vez fuimos como vosotros, pero ahora nuestros corazones se han endurecido”, lo cual quiere decir que el Corán pierde parte de sus efectos sobre aquellos que están familiarizados con él. Por la misma razón el califa Omar solía ordenar a los que peregrinaban a la Meca que se marcharan rápidamente, “ya que —decía— temo que sí os acostumbráis a la ciudad Santa, el temor que os inspira abandone vuestros corazones”.

Por otra parte, hay algo de frívolo y superficial, al menos a los ojos de la gente corriente, en el uso del canto y de instrumentos musicales, como la flauta y el tambor, y no es apropiado a la majestad del Corán el que se asocie, aunque sea temporalmente, con tales cosas. Se cuenta del Profeta que en una ocasión, al entrar en casa de Tabia la hija de Muaz, unas jóvenes cantantes que había allí empezaron a improvisar canciones en su honor. Él las hizo callar bruscamente, ya que la alabanza del Profeta es un tema demasiado sagrado para ser tratado de tal manera. También existe el peligro, si se utilizan exclusivamente los versos del Corán, de que quienes los escuchan les den una interpretación personal, y eso es ilícito. Por otro lado no hay ningún mal en interpretar unos versos de formas diversas, ya que no es necesario aplicar a un poema el mismo significado que le dio su autor.

Otros aspectos de estas danzas místicas son las contorsiones corporales y el arrancarse las ropas que a veces las acompañan. Si éstas son resultado de un estado de auténtico éxtasis, no hay nada que decir contra ellas, pero si son conscientes y deliberadas por parte de aquellos que desean aparecer como ‘adeptos’, entonces no son más que simples actos de hipocresía. En cualquier caso, el adepto más perfecto es aquel que se controla hasta que se ve absolutamente obligado a dar rienda suelta a sus sentimientos. Se cuenta de un cierto joven, discípulo del jeque Junaid, que al oir comenzar los cánticos en una asamblea de sufíes, no pudo contenerse y empezó a gritar en éxtasis. Junaid le dijo: “Si vuelves a hacer eso no permanezcas en mi compañía”. A partir de entonces el joven solía contenerse en tales ocasiones, hasta que un día algo agitó sus emociones de tal manera que, tras una larga y violenta represión, lanzó un chillido y murió.

En conclusión: al celebrar estas asambleas hay que tener en consideración el momento y el lugar, y que no haya espectadores que vengan por razones indignas. Aquellos que participan en ellas deben sentarse en silencio, no mirarse unos a otros sino mantener sus cabezas agachadas, como rezando, y concentrar sus mentes en Dios. Cada uno debe estar atento a cualquier cosa que se le pueda revelar en su corazón, y no hacer ningún movimiento provocado por un impulso consciente. Pero si uno cualquiera se levanta en estado de auténtico éxtasis, los demás deben levantarse con él, y si cayera el turbante de uno de ellos, los demás deben quitarse los turbantes.
Aunque estas cuestiones son relativamente novedosas en el Islam y no nos han llegado a través de los primeros seguidores del Profeta, debemos recordar que no todas las novedades están prohibidas, sino sólo aquellas que contravienen la Ley. Por ejemplo, el Tarawith, u oración nocturna, fue instituido por el Califa Omar. El Profeta dijo: “Vive con cada hombre según sus costumbres e inclinaciones”, y por tanto es correcto acomodarse a los usos que dan gusto a la gente cuando lo contrario puede turbarles. Es cierto que los compañeros no tenían costumbre de levantarse cuando entraba el Profeta, ya que les disgustaba hacerlo; pero allí donde se ha convertido en costumbre, y abstenerse de hacerlo pueda molestar, es mejor acomodarse a ello. Los árabes tienen sus propias costumbres y los persas las suyas, y sólo Dios sabe cuales son mejores.

Notas:
1. Literalmente, Los de Fuera.
2. La esposa más joven de Muhámmad.
3. Que posteriormente sería el primer califa.
Autor: Abu Hamid Al Gazzali 
Fuente: WebIslam

 
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¿Se puede afirmar que el cuarteto «ven, ven quienquiera que seas» es entendido correctamente por la gente contemporánea?

Este cuarteto no pertenece a Rumi, y esto es sabido ya por todos. El bibliotecario destinado en el dergah (el santuario donde rezan, estudian y viven los derviches), el difunto Necati Bey, había observado este cuarteto escrito en una antigua muestra de caligrafía impresa en una hoja. Sin averiguar su origen, propagó el rumor por todas partes en relación a que era un cuarteto obra de Rumi, mientras que en realidad es obra de otra persona, que aparece en una antología denominada Harabat, compilada por Ziya Pa?a. Lo observe en otro cuarteto manuscrito a su vez; sin embargo, ya que Rumi posee numerosos cuartetos como éste, e incluso más apasionados, puede ser que asimismo hubiese sido aceptado como cuarteto obra de Rumi. De hecho esto no es muy importante. El inconveniente principal tiene relación con aquellos que ignoran el espíritu implícito en este cuarteto y lo abordan superficialmente, así como aquellos que contribuyeron a este malentendido:

«Ven, ven, quienquiera que seas.
Vagabundo, idolatra, adorador del fuego,
en aunque hayas roto tus votos mil veces,
Ven, y ven una vez más.
La nuestra no es una caravana de desesperanza».



Esto concretamente indica el versículo coránico, «Di: “¡Oh siervos que habéis transgredido contra vosotros mismos! ¡No desesperéis de la Misericordia de Dios! Ciertamente, Dios perdona todos los pecados. En verdad, sólo Él es Aquel que perdona los pecados de sus siervos, el Compasivo”». (Sura az-Zumar, 39:53), así como todos los versículos coránicos a los cuales Dios se dirija con «Oh gentes». La cuestión es que no importa cuán pecaminosa es una persona, si sinceramente se arrepiente y pide perdón a Dios, será purificada de sus pecados. Y así señala Rumi: «Oh ser humano, tu corazón se encuentra abarrotado de ídolos. Aunque se halle repleto de ídolos mundanos y cada una de tus partes esté estigmatizada con inmundicias terrestres y corpóreas, no sucumbas a la desesperación. Preséntate en nuestro dergah, toma el hacha del amor y la fe, y rompe los ídolos de tu interior. Si bebes alcohol, acércate para así disciplinar tu ego en nuestro dergah, golpea la botella en una piedra, y después bebe el vino sagrado. Ven, límpiate y purifícate con el agua de la verdad en nuestras manos, queda purificado de tu inmundicia y pasa a estar limpio


Él no señala «Venid, nuestro dergah se encuentra disponible para todo el mundo. Realizad en nuestro dergah aquello que en el exterior la gente no acepta, que será bien recibido» sino que la gente lo malinterpreta de dicha manera, de modo que constantemente la lectura de este cuarteto ha tenido algunos efectos negativos en ciertos individuos. Mediante esta interpretación incorrecta, reconocen a Rumi de modo erróneo percibiéndolo como un materialista que cree en la eternidad del Mundo y rechaza el Más Allá, así como alguien que cree que el alma muere junto con el cuerpo.

Sucesivamente, lo consideran discípulo de otra secta o de otro camino, como si Rumi tolerase y aceptase todo aquello que Dios no acepta y que el Profeta no encuentra adecuado. ¿Es posible una cosa así? Rumi escribió: «Soy esclavo del Corán mientras me halle con vida. No soy más que polvo en la senda de Muhammad, el Elegido». En uno de sus hadices (dichos y tradiciones), el profeta Muhammad indica que si la gente se arrepiente y pide perdón a Dios, pero a pesar de ello cometen el mismo pecado de nuevo, éstos pasan a ser más pecadores. Si faltas a tus juramentos cientos de veces y esto es considerado insignificante, entonces ¿es esto adecuado en la creencia islámica? Aquellos que ignoran el espíritu y la esencia de este versículo, y que lo interpretan solamente como un valor nominal, definitivamente reconocerán de manera incorrecta a Rumi. ¿Y no señaló Rumi si no otra cosa? ¿Por qué nadie se digna en leer el cuarteto en el cual él señala «Soy esclavo del Corán mientras me halle con vida. No soy más que polvo en la senda de Muhammad, el Elegido»? ¿Acaso estas palabras no describen a Rumi? Para entender el anterior cuarteto, hemos de pensar profundamente. Pero ya que nadie quiere obrar así, parece apropiado para el camino de cada uno.


Autor: Sheij Mevlevi Cefik Can
Fuente: usrah.org 
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Al-Risala al-Alawiyya del shayj al-Alawi

Hace poco me he topado de nuevo con otra traducción de este poema del shayj al-Alawi. Es verdad que ya la habíamos comentado en otro sitio, pero me he animado a revisar de nuevo la traducción y mis comentarios, que hice bastante deprisa, durante el Ramadán pasado. Me hubiese gustado poder ponerlo en árabe, pero voy a hacer uso de la transcripción y la traducción de www.musulmanesandaluces.org.

Quiero aclarar que esto lo hago por mi cuenta y riesgo, basado en mi experiencia y en lo que he aprendido del camino con el tiempo, como ayuda a quienes, como un servidor, tratan de seguir el camino, pues en estas palabras del shayj hay muchas y muy buenas instrucciones. No estoy a la altura de las palabras del shayj al-Alawi, ni tan siquiera puedo tener pretensiones de que lo haya entendido bien, por lo que pido a Dios que me proteja, que me perdone si yerro en algo y no me deje caer en el extravío de mis propias opiniones.

Para quienes quieran tener una perspectiva más certera les remito a alguien fiable en este aspecto, como es el propio Shayj y a la traducción del primer poema del diván, que es más completo que éste y que acompaña al comentario a la azora de la Estrella en el libro "Revelación y presencia divina", Almuzara, 2010.

1. wa in aradta nísbatan lil-‘ârifîn

Si quieres tener un vínculo con los sabios,

fa-la-urîka t-tarîqata ba‘da hîn
te mostraré el camino en un momento.

El Shayj siempre ha insistido en que quien hace ver que este camino es imposible o difícil te está engañando. El camino es fácil, Dios está más cerca de nosotros que nuestra yugular, el problema es la separación que nuestra individualidad nos produce. Vivimos atrapadas por lo menos real sin entender el objetivo.

2. dzíkru t-tasáwwufi yáhsunu lit-tanbîh
La mención del Tasawwuf hará que se le preste más atención,

adzkuruhu jitâman lir-rághbati fîh
y lo cito, finalmente, para aumentar el deseo en él.

Porque aquí no solo va a hablar del tasawwuf como "conocimiento del tasawwuf", sino realmente del camino hacia la realización, que está por encima de nombres y definiciones.

3. fa-‘ilmu l-qáumi yûjadzu min at-tançîl
La Ciencia de la Tribu es obtenido de la Revelación.

wa l-‘ârifûna bil-haqîqati qalîl
[pero] los conocedores de la Esencia son pocos,

La ciencia del qawn, de la Tribu, proviene de la Revelación. Esto significa dos cosas: se basa en el Libro y en la sunna, las manifestaciones de la revelación, y se sujetan a ellas sin que haya nada fuera de ellas. Pero también significa que, aunque el Libro y la sunna hayan quedado cerradas con el paso del Profeta a la Otra vida, sigue existiendo una revelación y un descenso (tanzil etimológicamente es descenso, como el de la lluvia) de Dios al mundo. Dios se sigue mostrando continuamente en Su creación, con lo cual, para quien sabe ver realmente las cosas es capaz de apercibirse de tal hecho, pero estos no son sino unos

4. wa lâ tajlû l-a‘sâru min wuÿûdihim
pero no hay época vacía de su existencia.

baqíyatu llâhi li-yuhtadà bihim
es lo que permanece de Dios, para guiar a su través.

Además de ser quienes contemplan la Realidad tal y como es, por el hecho de esa contemplación pasan a ser reales: por eso no pueden faltar en ningún momento, porque sin ellos este mundo se desvanecería en la mentira. Ellos permanecen por Dios, están en el estado de baqa bi-llāh, y por Él permanecen, guiando hacia Él. No es algo que les pertenezca, o hagan por propia iniciativa, es Dios quien decide y guía a través de ellos.

5. fa-humu l-qáumu lâ yashqà ÿalîsuhum
Son la Tribu [de quien el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, ha dicho que] no hay congoja para quien se sienta con ellos.

fa-káifa hâlu man tamássaka bihim
así que ¿cómo será quien se aferre a ellos?

Los amigos de Dios, los awliyā', son los que Dios ha dicho que no sentirán miedo ni congoja. Son una gente que, cuando recuerdan a Dios, Dios los recuerda en una asamblea aun mejor. Y si alguien se acerca ellos, aunque sea un pecador, Dios lo perdona. Así que, si uno trata de emularles y acercarse a ellos, Dios lo acoge y lo acerca a Él, siempre que sea sincero.

6. tarîquhum qad háqqaqat nísbatuhâ
La Vía (que siguen) verifica su ascendencia

lil-mustafà bihi kâna ttisâluhâ
hasta llegar al Elegido, y con él se comunica.

Su camino, su método, asegura su pertenencia a la vía del Elegido. Sus prácticas, sus conocimientos y sus estados no solo están basados en la sunna y en el Corán, con lo cual son legítimos, sino que además su naturaleza interior se acopla a la del Enviado, la paz y las bendiciones san con él, y por lo tanto, con él disfrutan de sus frutos. Es por su mediación que alcanza la divina presencia, y por él tienen parte en aquello que llega de Dios.

7. nísbatuhâ fî sh-shár‘i nísbatu l-lubâb
Su relación con la Sharî‘a es la propia de quienes poseen intelecto

ghâyatun lil-háqqi ma‘a ráf‘i l-hiÿâb
y su objetivo es la Verdad con la supresión del Velo.

Su relación con la sharia, con la Ley divina, es la de los que se van a la esencia de las cosas: buscan la orden del Legislador en toda cosa, aplicándola en su realidad, sin perderse en discusiones inútiles. Aplican la sabiduría que Dios les otorga, y saben encontrar la Orden divina en todo aquello que se les plantea. Pero su objetivo no es simplemente pietista: pretenden, con esta obediencia a la Ley, dirigirse hacia la Verdad, encontrarla, y descorrer el velo que la cubre. Su exterior se dirige por la Orden, aunque ellos saben bien quien ordena y quien es el ordenado. Mantienen el velo para los demás por respeto al Creador, pero su deseo es conocerle sin ningún intermedio.

8. áhlu s-suffati nísbatuhum yâ man safâ
La Gente de la Suffa son su origen, ¡oh, tú que te purificas!:

báinahum tanâsubun fa-lâ yajfà
entre ambos términos hay una correspondencia que no es oscura.

La gente del Sofá son el antecendente de la Tribu durante la vida del Profeta, la paz y las bendiciones sean con él. Esperaban a su puerta día y noche, viviendo solo para la adoración, esperando a que el Profeta les instruyese y se sentase con ellos. Y con ello buscaban la purificación de sus almas.

9. wâhidatun tuwáddihu zalâzata
un asunto que tiene tres partes

al-ibtidâa t-tawássuta n-nihâyata
el principio, el medio, el final.

10. fa-yábtadî bi-táubatin muháqqaqa
Se comienza con un verdadero arrepentimiento.

súhbatu sh-sháiji wáÿabat fî t-tarîqa
La compañía del Shayj es necesaria en el camino

El comienzo del camino es la tawba, el arrepentimiento, de tanto lo malo como lo bueno. Es comenzar el regreso desde el mundo a su Creador. Es el primer paso necesario para el murid, y todos los maestros han insistido en ello.

Para que esta conversión tenga frutos, hace falta la compañía de una maestro, alguien que tenga control sobre su alma, y haga de esta conversión algo completo y un transcurso por el camino.

11. wa níyyatun sâlihatun tíbqa l-murâd
Y una intención correcta, dirigida hacia el deseado

dawâmun fî t-tawáÿÿuhi ilà l-abad
manteniéndose concentrado para siempre.

La intención es el fundamento de toda obra (las obras son por sus intenciones, dice el hadiz). En este asunto, la intención lo es todo: si la intención no es sana, no es correcta, no se alcanza al deseado. No puede haber interferencia. Por eso los sufíes han dedicado tanto esfuerzo a describir y orientar a los caminantes en las trampas del alma, para que conozcan todas las posibles afecciones de la intención. Solo si la intención es pura y clara, se puede llegar a mantener para siempre, concentrado en Dios, sin que nada más moleste. Porque si no:

12. wa ma‘nà n-níyyati an tás‘à bi-aiqân
Intención significa que te esfuerces con certeza

fî tálabi lâhi ‘alà ná‘ti l-‘ayân
en la búsqueda de la Verdad con el ojo del corazón.

se carece de una certeza que obligue al alma a actuar. Si no se queda en un puro deseo y en un voluntarismo. Este arte tiene estados y obras, si no, no hay nada. La certeza solo se alcanza cuando se ve a Dios con la clarividencia ('ayan), pero para llegar a ella hace falta el esfuerzo, aunque la obtención de ella es un dos que Dios da a quien Él quiere.

13. wa táwbatu tasíhhu bi-zalâzatin
el arrepentimiento es adecuado si cumples con tres condiciones

iqlâ‘un i‘tirâfun wa nadâmatin
propósito de enmienda, reconocimiento de la incapacidad y lamento del tiempo perdido.

Este principio se aplica tanto para el arrepentimiento de los actos como del olvido. Un verdadero arrepentimiento tiene que comenzar con propósito de no regresar al estado de falta anterior, sino no es verdadero. La segunda condición es que se reconozca la propia impotencia. Somo seres imperfectos, y la falta es parte de nuestra naturaleza. Si no reconocemos tal hecho no podremos encontrar el camino hacia la misericordia divina que nos libre de ello, y el tercero es el reconocimiento de que el estado de falta nos suponía un prejuicio, con lo que queremos evitar el regreso a él.

14. ma‘a ráddi l-mazâlimi li-áhlihâ
restituyendo lo usurpado a su gente

in amkanta ka-‘tidzârin li-rábbihâ
si te es posible, como disculpa ante su Señor.

El propósito de enmienda comienza con la restitución de aquello que se ha dañado: así como el ladrón restituye lo robado, el opresor compensando al oprimido, el asesino pagando con su propia vida, el que pretende a Dios y ha vivido en el olvido debe restituir su olvido con el recuerdo, cumpliendo con los derechos del Señor que ha transgredido. Y si ha vivido en la separación regresando a la Unión. Pero como Dios ha hecho de esta religión facilidad, todo ello hasta donde es posible.

15. qiyâmu l-farâidi ma‘a s-sunan
Realizando las faridas junto a las sunnas.

tafáqquhun fî d-dîni hasbamâ ámkan
Profundizar en el conocimiento del Islam, según las posibilidades.

Y el establecimiento y la permanencia de aquello que le es obligatorio, además de añadir aquello que es voluntario y que le compete, pues este es el camino del fortalecimiento en la religión, hasta donde llegue la capacidad de uno.

16. wa húsnu s-sáiri hakadzâ ilà l-mamât
y comportamiento hermoso, así hasta la muerte,

fal-‘íbratu bil-jâtimati lâ bimâ fât
pues lo considerado es el momento final, no el pasado.

Y un discurrir virtuoso, que se debe acompañar hasta la muerte. si no hay una virtud interior, por mucho que se cumplan con las obras no hay garantía de que vayan a servir de nada en la Otra vida: si el final no tiene el broche de grandeza que conceden las cualidades interiores, entonces lo pasado no sirve para nada. Por eso el shayj al-Alawi enseñaba a pedir en cada oración: ¡Oh Dios mío, nuestra muerte, haz que sea con un final hermoso!

Y puesto que ningún alma conoce en que tierra perecerá, cada momento debe estar refrendado por tal virtud; cada soplo debe ser como el último.

17. wa hadzâ lil-mubtadîi ‘alà l-aqall
Esto es para el principiante, en cuanto a exigencia mínima.

wa s-sâdiqu wâÿibuhu an yatanaffal
Pero el sincero, su obligación es ir más allá,

Para quien cumple con esto, y quiere llegar a más, además debe cumplir con más requisitos, pues aunque la guía y el éxito dependan del Señor, al siervo se le requiere el esfuerzo de adorar hasta que se le conceda la certeza...

18. fal-iÿtihâdu dâiman ná‘tu l-murîd
pues el esfuerzo es la naturaleza del aspirante

al-mutawaÿÿih tâliban il-maçîd
la del concentrado, la búsqueda de más.

El esfuerzo es la característica de quienes comienzan en la vía y siguen el camino. Pero el que está concentrado, cuyo vínculo y compromiso es sincero, además, quiere más.

19. taÿiduhu muwâdiban mú‘takifan
Encontrarás que es constante, siempre atento y concentrado

li-dzíkrihi wa bil-bírri múttasifan
en su recuerdo [de Dios], y adornado con la virtud.

20. wa in dâma yasrî fîhi nûru d-dzíkri
Si así se mantiene, fluye por él la luz del Dzikr

tuhádzdzabu ajlâquhu kamâ nadrî
suavizando su naturaleza como es sabido

21. hattà yasîra sáfwatan bilâ kádar
hasta que se convierte en pureza refinada sin turbiedad

tubáddalu awsâfuhu wásfun âjar
y su descripción es sustituida por otra Cualificación.

El recuerdo de Dios, para los sufíes, no es sólo lo que es para la mayoría. Además de un acto de adoración debido a Dios, un remedio para el olvido, o un acicate para evitar las malas acciones, es una manera de invocación, por la cual, si la concentración es total, la contemplación del evocado efectiva y la comprensión suficiente, se convierte en una luz y una fuerza interior que transforma al que recuerda. Esta transformación hace que las propias cualidades desaparezcan en las cualidades del Nombrado. Así se cumple la Unidad de los Atributos, y donde antes había imperfección, limitación, precariedad, aparece la perfección, la eternidad y la infinitud de los Atributos divinos.

22. yakûnu dâiman qawíyan hâçiman
Por siempre será fuerte, resuelto,

fî t-tâ‘ati mú‘takifan mulâçiman
consagrado a la obediencia, firmemente adherido,

Porque a través del recuerdo el mantenimiento será por Dios, no por Él mismo, por lo que no se verá sujeto a las limitaciones y caprichos del alma.

23. muqâshihân li-náfsihi muhâsiban
frugal consigo mismo, vigilante,

mutawáÿÿihan lillâhi áidan râghiban
orientado hacia Allah, y también anhelante,

Se concede poco a sí mismo, sin darse importancia, ni concederse más que los derechos que su Señor le ha otorgado; e incluso en ese caso trata de que sean los mínimos. Además mantiene una vigilancia activa sobre sí mismo, desconfiado de los trucos del alma. Se mantiene concentrado en Dios, siempre deseoso de su encuentro con Él.

24. wa jâifan wa râÿian wa habîban
temeroso, esperanzado, amante,

wa sâhilan wa láyyinan wa qarîban
fácil, suave, próximo,

25. muhtásiban wa hâmidan wa shâkiran
pendiente de Allah, elogiador, agradecido,

mu‘tásiman wa râdian wa sâbiran
aferrado a Allah, complacido, paciente,

26. wa mújlisan wa çâhidan wa wári‘an
puro en la sinceridad, austero, moderado,

shadîda l-‘áçmi ‘âmilan lâ ÿâçi‘an
de poderosa voluntad, activo, no desasosegado,

27. wa tâhira l-qalbi min al-wásfi l-madzmûm
con el corazón limpio de todo atributo censurable,

lâ hásadan lâ ‘áÿaban lâ tashâ-um
sin envidia, sin arrogancia, sin pesimismo.

28. wa hadzâ fîhi shártun ‘alà l-kamâl
Todo esto es condición de plenitud,

wa qad yáqa‘u fî s-sáiri bá‘du l-ijlâl
pero durante la peregrinación pueden tener lugar alguna ruptura,

Estas son las características que deben adornar al murid sincero, que las obtiene con el trabajo en el recuerdo de Dios y el trabajo de su alma en el trato con el shayj y los fuqara. Es una necesidad del camino, puesto que el sufismo es cortesía y buen carácter, tal y como ha manifestado el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, cuando dijo: "he sido enviado para perfeccionar el carácter". Y aunque tal perfección solo se alcance al final y se presenten imperfecciones por el camino, no debe cesar en su intento.

Autor: Sidnur
Fuente: http://sufismoyotrostemas.blogspot.com
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QASIDA DE LOS FUQARA de Abu Madyam Al-Ghauz

¿Dónde reside el placer de esta vida si no es en la compañía de los fuqara?
Ellos son los sultanes, los guías y los príncipes.

Así que, hazte amigo de ellos y aprende el comportamiento justo en sus reuniones,
Guardando siempre las formas, aunque no te vean.

Aprovecha el tiempo y júntate siempre con ellos,
Y se consciente de que la satisfacción de Allah honra al que está presente.

Guarda siempre silencio a menos que te pregunten, y entonces di:
‘No sé’, y cúbrete de ignorancia.

No tengas en cuenta las faltas de nadie, pero reconócelas en ti mismo
Como si fueran faltas evidentes, a la vista de todos, aunque permanezcan ocultas.

Baja la cabeza y busca el perdón aún sin causa aparente,
Y sé rápido pidiendo disculpas.

Si una falta surge en ti, reconócela, y dirige el perdón
Hacia tu fuero interno.

Di: ‘Vuestros esclavos son más merecedores de vuestro perdón,
Pero excusadnos y sed amables con nosotros, ¡oh fuqara!’

Dando preferencia a los demás, ellos son ennoblecidos, siendo esa precisamente su verdadera naturaleza,
Así que no temas de su parte que puedan censurarte o herirte.

Que tu generosidad para con los hermanos no conozca límites,
Más allá del alcance de tu compresión y del sentimentalismo, y desvía tu mirada si alguno de ellos tropieza.

Observa al Shaij atentamente en todos sus estados, por si
Alguna traza de su aprobación sobrevuela sobre ti.

Se responsable y animoso a su servicio;
Quizás él se muestre complacido, pero ten cuidado de no causar molestia.

Porque en su satisfacción está la satisfacción del Creador y la obediencia a Él.
Allah te ha concedido la mayor de Sus bendiciones, guárdate de darle la espalda.

El camino de la Gente de Allah está hoy desvirtuado,Y el estado de los hablan que de él, ya lo ves.

¿Cuándo los veré [a la Gente de Allah] y tendré señales de ellos?
¿Cuando mi oído escuchará noticias suyas?

¿Cómo puedo yo, o alguien como yo, discutir con ellos
Acerca de experiencias espirituales sobre las que no estoy familiarizado?

Los amo, los respeto, y los sigo
Desde lo más profundo de mi ser, en especial a uno entre todos ellos.

Son una gente de noble carácter. Dondequiera que estén,
Ese lugar se queda impregnado con el perfume de su presencia.

El sufismo guía rápidamente a causa de la rectitud de su conducta,
La suya es una hermosa asamblea que hace la delicia de mi vista.

Ellos son mis amados, mi familia,
Aquellos que sostienen orgullosos los Faldones de La Gloria.

A pesar de todo, estoy unido a ellos, juntos en Allah.
Y a través de Él nuestras transgresiones son perdonadas y olvidadas.

Las bendiciones de Allah recaigan sobre el Elegido, Saydina Muhammad,
El mejor en cumplir sus promesas.



Autor: Abu Madyam Al-Ghauz
Traducción del inglés: ‘Uzman Javier García.
Fuente: http://www.scribd.com/doc/24818199/The-Qasida-of-the-Fuqara-Abu-Madyan Click Here to Read More..

Al-Burda: El Poema del Manto

Muhammad es el señor de los dos mundos y de los dos

seres creados y de los dos grupos, los árabes y los no árabes.

Nuestro Profeta, el que ordena y el que prohíbe, nadie

es más íntegro que él diciendo “no” o “sí”.

Él es el amado cuya intercesión se espera

ante toda calamidad que se abalance sobre nosotros.

Nos convoca hacia Allah: quienes se aferren a él,

se aferran a un lazo no roto.

Supera a los profetas en naturaleza y en carácter,

y no se acercan a él en ciencia y generosidad.

Todos ellos, de Rasûlullâh, recogen lo que son

bebiendo de su mar o sorbiendo de su lluvia.


Están de pie ante él en sus límites,

en un punto de la ciencia o en un rasgo de la sabiduría.

Él es el de espíritu y cuerpo perfectos,

y lo eligió para intimar con él el Iniciador de la vida.

Carece de semejante en sus bellezas:

la gema de su hermosura no ha sido partida.

Deja de lado lo que los cristianos han dicho de su profeta,

y afirma lo que quieras elogiando (a Muhammad) y hazlo con sabiduría.

Atribuye a su esencia la nobleza que quieras,

y atribuye a su rango las inmensidades que desees,

pues la virtud de Rasûlullâh no tiene

límite que pueda expresar nadie con la boca.

Si sus signos fueran equivalentes a la inmensidad de su rango

su nombre, al ser invocado, devolvería la vida al disuelto en el polvo.

No nos ha probado con nada que violente a la razón,

protegiéndonos así, por lo que no hemos vacilado ni hemos enloquecido.

Es agotador para la creación comprender su espíritu, y no se ve

cerca o lejos de él más que a exhaustos,

él es a semejanza del sol que se muestra a los ojos en la lejanía

Como algo pequeño, pero que quema la mirada cuando lo encara.

¿Cómo habría de alcanzar en el mundo su esencia

gente dormida entretenida en sueños?

A lo más que se llega a saber de él es que es humano

y que es el mejor de todas las criaturas de Allah,

y que todos los signos con los que han venido los nobles profetas

son adhesiones a ellos de su luz.


Él es el sol de la virtud y ellos son sus planetas

que muestran sus luces a las gentes que están en tinieblas,

hasta que se alza por el horizonte y su señal abarca

a todos los mundos y reaviva a las naciones.


¡Honra la creación de un Profeta al que adorna el comportamiento:

en él está la belleza encerrada y el regocijo lo califica!

Él es como la flor en el extremo de su hermosura, como la luna llena en nobleza,

como el mar en generosidad, como el tiempo en resolución.

Es como si estuviera, aunque él sea singular en su majestad,

en medio de su ejército, cuando te encuentras con él, rodeado de su corte.

Es como si sus palabras fueran perlas guardadas en la concha

de su boca que salieran iluminadas con la sonrisa.

La inteligencia cae cegada cuando lo contempla:

es como si mirara al sol de frente.


Ningún perfume iguala al de la tierra que cubre sus huesos:

¡enhorabuena al que lo huele y a quien besa su tumba!

Su nacimiento exteriorizó el aroma de su manantial:

¡oh, el perfume de su principio y de su final!



Autor: Sheij al-Bûsîri
Traductor:
Abderramán Mohamed Maanán
Selección: Abdel'alim Lara Llobet
Fuente: http://www.musulmanesandaluces.org/publicaciones/al%20burda/AL%20BURDA.htm
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Qasida de Abu Madian de Cantillana

1. tamallaktumû ‘aqlî wa tarfî wa másma‘î

Os habéis apoderado de mi inteligencia, de mi mirada, de mi oído,

wa rûhî wa ahshâî wa kullî bi-áÿma‘î

de mi vida, de mis entrañas, de todo mi ser.


2. wa tayahtumûnî fî badî‘i ÿamâlikum

Me habéis perdido por el laberinto de vuestra extraordinaria belleza,

fa-lam adrî fî báhri l-hawà áina máudi‘î

y ya no sé, en el mar del amor, dónde está mi lugar.



3. wa ausaitumûnî lâ abûhu bi-sírrikum

Me habéis ordenado no hacer público vuestro secreto,

fa-bâha bimâ ujfî tafayyudu admu‘î

pero he aquí que lo delata el desbordamiento de mis lágrimas.


4. wa lammâ fana sabrî wa qalla taÿalludî

Cuando murió mi paciencia y se hizo escasa mi fuerza,

wa fâraqani naumi wa hurrimtu madÿa‘i

cuando se apartó de mi el sueño y me vi privado de descanso,


5. ataitu li-qâdî l-hubbi qultu ahibbati

acudí al juez del amor y le dije: “Mis amados

ÿafauni wa qâlû anta fî l-hubbi mudda‘i

me ha tratado con desdén y han dicho: “En el amor tú eres farsante”.


6. wa ‘indi shuhûdun lis-sabâbati wa l-asà

pero tengo testigos de mi pasión y desesperanza

yuçakkûna da‘wâia idzâ ÿi-tu adda‘i

que testimoniarán a mi favor en mi denuncia:


7. suhâdi wa waÿdi wa ktiâbi wa lau‘ati

mi insomnio, mi pasión, mi tristeza, mi ardor,

wa shauqi wa suqmi wa sfirâri wa ádmu‘i

mi deseo, mi debilidad, mi palidez y mis lágrimas.


8. wa min ‘áÿabin anni ahinnu ilaihimu

Lo sorprendente es que los eche de menos

wa ás-alu sháuqan ‘anhumu wa humu ma‘i

y pregunte con deseo por ellos, sin embargo están conmigo.


9. wa tabkîhimu ‘aini wa hum fi sawâdihâ

Lloran por ellos mis ojos, y ellos están en mis pupilas,

wa yashkû n-nawà qalbi wa hum báina ádlu‘i

mi corazón se queja por la distancia, pero ellos están entre mis costillas.


10. fa-in talabûni fi huqûqi hawâhumu

Si ahora me exigen sus derechos de amor,

fa-inni faqîrun lâ ‘aláia wa lâ ma‘i

yo soy pobre y nada tengo.


11. wa in saÿanûni fî suÿûni ÿafâhumu

Y si me encierran en las cárceles de su desdén,

dajaltu ‘aláihim bish-shafi‘i l-mushaffa‘i

acudiré a ellos con la intercesión del Shafî‘ Mushaffa‘ (el Profeta).


Traductor: Abderramán Mohamed Maanán

Fuente: Musulmanes Andaluces


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