El Asno Roñoso de la Cola Cortada / Mangy Ass with the lopped-off tail

Incluso los Mejores Meditadores Tienen Viejas Heridas que Curar

Para la mayoría de la gente la práctica de la meditación no "sirve para todo". En el mejor de los casos, es una pieza importante de un camino complejo de apertura y despertar.

En la vida espiritual veo gran importancia en poner atención a nuestro lado de la sombra, aquellos aspectos de nosotros mismos y de nuestra práctica de los que hemos permanecido inconscientes. Como maestro de la práctica mental budista conocida como Vipassana, tengo lógicamente una firme creencia en el valor de la meditación. Los retiros intensivos pueden ayudarnos a disolver nuestra ilusión de separación y puedan aportar introspecciones atractivas y ciertos tipos de curación profunda.

Sin embargo, la práctica intensiva de la meditación tiene sus limitaciones. Al hablar acerca de estas limitaciones, quiero hablar no teóricamente,sino directamente desde mi propia experiencia y desde mi corazón.
 
Algunas personas han llegado a la meditación después de trabajar con psicoterapia tradicional. Aunque encontraron que la terapia tenía su valor, sus limitaciones les llevaron a buscar una práctica espiritual. Para mí fue lo contrario. Mientras me beneficiaba enormemente de la formación que me ofrecieron en los monasterios de Tailandia y Birmania donde practiqué, me di cuenta de dos cosas sorprendentes. En primer lugar, había grandes áreas de dificultad en mi vida, como la soledad, las relaciones de pareja, el trabajo, las heridas de la infancia y patrones de miedo, que ni siquiera la meditación muy profunda tocaron. En segundo lugar, entre las varias docenas de monjes occidentales  (y gran cantidad de meditadores asiáticos) que conocí durante mi estancia en Asia, con unas pocas excepciones notables, la mayoría no fueron ayudados por la meditación en grandes áreas de sus vidas. Muchos estaban profundamente heridos, neuróticos, asustados, apenados, y a menudo utilizaban la práctica espiritual  para ocultar y evitar partes problemáticas de sí mismos.

Al regresar a Occidente para estudiar psicología clínica y luego empezar a enseñar meditación, observé un fenómeno similar. Al menos la mitad de los estudiantes que venían a los retiros de tres meses no podía hacer las prácticas sencillas de "atención básica" porque tenían una gran cantidad de asuntos pendientes del pasado, heridas, miedo y dolor sin resolver. También tuve la oportunidad de observar al grupo más exitoso de meditadores - incluidos los estudiantes experimentados de Zen y de budismo tibetano - que había desarrollado un fuerte samadhi  y un conocimiento profundo en la impermanencia y la falta de egoísmo. Incluso después de muchos retiros intensivos, la mayoría de los meditadores continuó experimentando grandes dificultades y áreas significativas de apego e inconsciencia en sus vidas, incluyendo miedo, dificultad con el trabajo, heridas por relaciones personales y cerrazón de corazones. Se mantenían preguntándose cómo vivir el Dharma y volviendo a retiros de meditación buscando ayuda y curación. Pero la práctica de sentarse por sí misma, con su énfasis en la concentración y el desapego, a menudo les proporcionaba una forma de ocultar, una manera de separar realmente la mente de  otras áreas difíciles de su corazón y su cuerpo.

Estos problemas existen también para la mayoría de profesores de Vipassana. Muchos de nosotros hemos llevado vidas muy desintegradas, e incluso después de una práctica profunda y de "experiencias de iluminación" iniciales, nuestra práctica sentada ha dejado  inconscientes, temerosas o desconectadas grandes áreas de nuestro ser. Muchos profesores estadounidenses de Vipassana  están actualmente, o han estado recientemente, en psicoterapia a fin de abordar estas cuestiones.

Cabe señalar también que una mayoría de los 20 ó más centros más grandes de práctica tibetana, hindú,  vipassana y zen en América ha sufrido grandes convulsiones, centradas en los propios profesores (tanto en Asia como en Occidente), relacionadas con problemas de poder, sexo, honestidad y adicciones. Algo está pidiendo ser observado aquí. Si queremos encontrar verdadera liberación y compasión de las que poder aprender.

Algunas conclusiones útiles para nuestra práctica
1. Para la mayoría de las personas, la práctica de la meditación no "sirve para todo". En el mejor de los casos, es una pieza importante de un camino complejo de apertura y despertar. Solía creer que la meditación conducía a las verdades más elevadas, más universales, y que la psicología, la personalidad y nuestras propios "pequeños dramas"  eran un reino independiente, inferior. Deseo que funcione así, pero la experiencia y la naturaleza no-dual de la realidad no lo confirman. Si queremos acabar con el sufrimiento y llegar a la libertad final, no podemos mantener separardos estos dos niveles de nuestras vidas.

2. Los diversos compartimentos de nuestras mentes y cuerpos sólo son semipermeables a la conciencia. La conciencia de ciertos aspectos no conlleva automáticamente  la de otros, especialmente cuando nuestro miedo y las heridas son profundas. Esto es cierto para todos nosotros, tanto maestros como estudiantes. Así, con frecuencia nos encontramos meditadores que son profundamente conscientes de la respiración o del cuerpo pero son casi totalmente inconscientes de los sentimientos, y otros que comprenden la mente pero no tienen una relación adecuada con el cuerpo.

La consciencia sólo funciona si estamos dispuestos a dirigir la atención a cada área de nuestro sufrimiento. Esto no significa quedar atrapado en nuestras historias personales, como muchos temen, sino aprender a ocuparse de ellas para que realmente nos podamos liberar de los grandes y dolorosos "bloqueos" de nuestro pasado. Esa labor de curación se realiza a menudo mejor en una relación terapéutica con otra persona.

3. La meditación y la práctica espiritual pueden ser utilizadas fácilmente para suprimir y evitar sentimientos o para escapar de áreas difíciles de nuestras vidas. Nuestros dolores son duros al tacto. Muchas personas resisten las raíces personales y psicológicas de su sufrimiento; es tan doloroso experimentar realmente nuestros cuerpos, nuestras historias personales, nuestras limitaciones. Incluso puede ser más difícil que enfrentar el sufrimiento universal que aflora al mantenerse sentado. Tememos el sufrimiento personal y su tristeza porque no hemos aprendido cómo puede servir para nuestra práctica y abrir nuestros corazones.

Tenemos que mirar nuestra vida entera y preguntarnos a nosotros mismos. ¿"Dónde estoy despierto, y qué estoy evitando? ¿Utilizo mi práctica para ocultar? ¿En qué áreas soy consciente, y dónde estoy temeroso, atrapado o falto de libertad?"

4. Hay muchas áreas de crecimiento (dolor y otros asuntos pendientes, comunicación y maduración de las relaciones, la sexualidad y la intimidad, cuestiones profesionales y laborales, ciertos miedos y fobias, heridas precoces, y más) en que una buena terapia occidental es en conjunto mucho más rápida y de más éxito que la meditación. Estos aspectos cruciales de nuestro ser simplemente no pueden ser descritos como "cosas de la personalidad." Freud dijo que quería ayudar a la gente a amar y trabajar. Si no podemos amar bien y aportar una  labor significativa a la tierra, entonces, ¿para qué sirve nuestra práctica espiritual? La meditación puede ayudar en estas áreas. Pero si, después de estar sentado un rato, descubre que aún tiene trabajo por hacer, encuentre un buen terapeuta o alguna otra manera para abordar eficazmente estas cuestiones.

Por supuesto, hay muchos terapeutas mediocres y muchos tipos limitados de terapia. Al igual que en la meditación, debe buscar lo mejor. Más allá de las psicoterapias tradicionales de la década de los '40 y los '50, han surgido muchas terapias nuevas con una sólida base espiritual, como la psicosíntesis. Trabajo de respiración reichiano, juegos de arena y toda la variedad de psicologías transpersonales. La mejor terapia, como la mejor práctica de meditación, utiliza la conciencia para curar al corazón y no se ocupa tanto de nuestras historias, como del miedo y el apego y su liberación, aportando claridad a áreas de ilusión, apego y sufrimiento innecesario. A veces, uno puede encontrar las realizaciones más profundas de ausencia de egoísmo  y desapego a través de algunos de los métodos de la psicología transpersonal.

5. ¿Significa esto que debamos cambiar la meditación por la psicoterapia? En absoluto. La terapia tampoco es la solución. ¡La consciencia lo es! Y la consciencia crece en espiral. Si busca libertad, lo más importante que puedo decirles es que la práctica espiritual siempre se desarrolla en ciclos. Hay épocas de interiorización en que el silencio es necesario, seguido por épocas de exteriorización para vivir e integrar las realizaciones silenciosas, así como épocas para obtener ayuda de una relación profunda y terapéutica con otra persona. Son fases de la práctica igualmente importantes. No es una cuestión de primero desarrollar el ego y, a continuación, soltarlo. Ambas fases avanzan juntas siempre. Cualquier periodo de práctica puede incluir samadhi y quietud, seguido por nuevos niveles de experimentar las heridas y la historia familiar, seguido por grandes liberaciones, seguido por más problemas  personales. Es posible trabajar con todos estos niveles en el contexto de una práctica espiritual. Lo que se necesita es la valentía para hacer frente a la totalidad de lo que aflora. Sólo entonces podemos encontrar la curación profunda que buscamos - para nosotros y para nuestro planeta.

En resumen, tenemos que ampliar nuestro concepto de práctica para incluir toda la vida. Como las imágenes de  pastoreo del buey del Zen, el viaje espiritual nos adentra profundamente en el bosque y  nos retrocede al mercado una y otra vez, hasta que somos capaces de encontrar la compasión y la salida segura de corazón en cada ámbito. 

Autor: Jack Kornfield
Traducción: Dr. 'Abdel'alim Lara.
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Descripción del Profeta Muḥammad (sas) [1]

عن ابن شهرآشوب في المناقب، الترمذي في الشمائل، والطبري في التاريخ، والزمخشري في الفائق، والفتّال في الروضة، رووا صفة النبيّ (صلى الله عليه وآله) بروايات كثيرة منها:
Ibn Šahrāšūb en al-Manāqib,[2] al-Tirmiḏī en al-Šamāʼil,[3] al-Ṭabarī en al-Tārīj,[4] al-Zamajšarī en al-Fāʼiq[5] y al-Fattāl al-Nīsābūrī en al-Rawḍa[6] transmitieron la descripción del Profeta, la bendición y la paz de Allāh estén con él, a partir de numerosos informantes,
عن أمير المؤمنين (عليه السلام)، وابن عبّاس، وأبي هريرة، وجابر بن سمرة، وهند بن أبي هالة:
entre los cuales cabe citar a Amīr al-Muʼminīn [ʻAlī b. Abī Ṭālib], la paz esté con él, Ibn ʻAbbās, Abū Hurayra, Ŷābir b. Samra y Hind b. Abī Hāla,
أنّه صلى الله عليه وآله كان
según la cual [el Profeta], la bendición y la paz de Allāh estén con él, tenía
فخماً مفخّماً،
un porte imponente y majestuoso [al tener los ojos y el pecho grande].[7]

وفي العيون معظّماً،
Era de ojos grandes
وفي القلوب مكرّماً،
y de corazón generoso.
يتلألأُ وجهه تلألؤ القمر ليلة البدر،
Su cara relumbraba con el brillo de la Luna en una noche de luna llena.
أزهر،
Era resplandeciente, claro.
منوَّر اللون،
Su color, luminoso,
مشرّباً بحمرة،
con un ligero toque rojizo.
لم تزريه مقلة،
Su pupila no le hacía despreciable.
ولم تعبه ثجلة،
No le cansaba una gran barriga.
أغرّ،
Era blanco y resplandeciente como un lucero,
أبلج،
de rostro hermoso y sereno,
أحور،
de pupilas muy negras en ojos muy blancos,
أدعج،
de grandes ojos negros,
أكحل،
alcoholados,
أزج،
de cejas finas y alargadas,
عظيم الهامة،
de cabeza grande,
رشيق القامة مقصَداً،
esbelto, de estatura media,
واسع الجبين،
de frente amplia,
أقنى العِرنين،
de nariz ligeramente aguileña sin resultar fea,
أشكل العينين،
el blanco de los ojos ligeramente teñido de rojo,
مقرون الحاجبين،
con las cejas unidas,
سهل الخدّين صلتهما،
de mejillas marcadas, lisas y uniformes,
طويل الزندين،
de largos antebrazos,
شبح الذراعين،
de grandes brazos,
عظيم مشاشة المنكبين،
de grandes omóplatos,
طويل ما بين المنكبين،
de amplio espacio entre los omóplatos,
شثن الكفّين،
las palmas de las manos callosas y rudas,
ضخم القدمين،
de pies grandes,
عاري الثديين،
con el pecho desprovisto de bello,
خمصان الأخمصين،
con puente en la planta de los pies,
مخطوط المتينين،
las lumbares junto a la columna con rayas (o estrías?),
أهدب الأشفار،
de largas pestañas,
كثّ اللحية ذا وفرة،
de espesa y abundante barba,
وافر السبلة،
de bigote poblado,
أخضر الشمط،
las canas de su barba verdeaban [por el uso de perfumes y ungüentos],[8]
ضليع الفم،
de boca grande,
أشم،
de nariz recta con el hueso ligeramente elevado confiriéndole elevación y nobleza,
أشنب،
de dentadura hermosa,
مفلّج الأسنان،
los dientes, separados,
سبط الشعر،
de pelo liso y lacio,
دقيق المسربة
con una fina línea de pelo que le recorría verticalmente el pecho,
معتدل الخلق،
de garganta proporcionada,
مفاض البطن،
de vientre plano sin sobresalir respecto al pecho,
عريض الصدر،
de pecho amplio,
كأنَّ عنقه جيد دمية في صفاء الفضّة،
de cuello parecido al cuello esbelto de una figura (o columna) con la pureza y brillo de la plata,
سائل الأطراف،
de extremidades [y en particular los dedos][9] alargadas,
منهوس العقب،
de talones delgados,
قصير الحنك،
el maxilar inferior más corto,
دافي[10] الجبهة،
su frente, ascendente y curvada hacia atrás,
ضرب اللحم بين الرجلين،
de escasa carne entre los pies,
كان في خاصرتيه انفتاق،
sus costados, dilatados.
فعم الأوصال،
de articulaciones rellenas[11] [es decir, no era extremadamente delgado].
لم يكن بالطويل البائن،
No era excesivamente alto,
ولا بالقصير الشائن،
ni desagradablemente bajo.
ولا بالطويل الممغّط،
No era largo de talla,
ولا بالقصير المتردّد
ni bajo hasta el punto el punto de ser achaparrado.
ولا بالجعد القطط ولا بالسبط،
No tenía el pelo crespo ni lacio.
ولا بالمطّهم،
No era mofletudo,
ولا بالمكلثم
ni tenía la cara redonda.
ولا بالأبيض الأمهق
No era blanco mate [sino de blancura luminosa].
ضخم الكراديس،
Era de grandes huesos.
جليل المشاش،
Los huesos prominentes (codos, rodillas y omoplatos) eran grandes y nobles.
كنوز المنخر،
La nariz era compacta.[12]
لم يكن في بطنه ولا في صدره شعر إلاّ موصل ما بين اللبّة إلى السرّة كالخطّ،
No tenía en su abdomen ni en el pecho bello excepto una línea que le unía la parte alta del pecho y el ombligo.
جليل الكتد،
Su hueso entre los omoplatos era grande y noble.
أجرد ذا مسربة ،
No tenía bello en el pecho excepto la línea media que lo recorría hasta el ombligo.
وكان أكثر شيبه في فودى رأسه صلى الله عليه وآله.
La mayoría de sus canas se hallaban en ambas sienes, la bendición y la paz de Dios estén con él.
وكأنَّ كفّه كفّ عطّار مسّها بطيب،
Sus palmas parecían las de un perfumero que tocara perfume.
رحب الراحة،
Era de palmas amplias
سبط القصب
y de falanges alargadas.
وكان إذا رضي وسرّ فكأنّ وجهه المرآة،
Cuando estaba satisfecho y feliz, su cara era como un espejo.
وكان فيه شيء من صور،
En él había algo de inclinación [por este estado].
يخطو تكفّؤاً،
Se balanceaba al andar
ويمشي هويناً،
y caminaba lentamente.
يبذّ القوم إذا سارع إلى خير،
[Sin embargo, pese a su lentitud,] sobrepasaba a la gente cuando se apresuraba en pos de lo mejor.
وإذا مشى تقلّع كأنّما ينحطّ من صبب
Cuando caminaba, levantaba los pies y los depositaba con fuerza sobre el suelo como si descendiera por una pendiente.
إذا تبسم يتبسّم عن مثل المنحدر من بطون الغمام،
Cuando sonreía, su sonrisa parecía el [rayo que] desciende del interior de una nube de tormenta cargada de granizo [por el brillo de sus dientes al sonreír].
وإذا افترّ افترّ عن سنا البرق إذا تلألأ.
Cuando mostraba sus dientes al sonreír, brillaban con el resplandor del destello del rayo.
لطيف الخلق،
Era de carácter delicado, suave, amable, cortés y sutil,
عظيم الخُلق،
de carácter magno y majestuoso,
ليّن الجانب.
de buen trato, apacible y afable.
إذا طلع بوجهه على الناس رأوا جبينه كأنّه ضوء السراج المتوقّد،
Cuando alzaba su cara hacia la gente, su frente parecía la luz de una lámpara encendida
كأنَّ عرقه في وجهه اللؤلؤ،
y el sudor sobre su cara parecía una perla.
وريح عرقه أطيب من ريح المسك الأذفر،
El aroma de su sudor era más perfumado que el aroma del más oloroso de los almizcles.
بين كتفيه خاتم النبوَّة.
Y entre sus hombros se hallaba el sello de la profecía.

[1] Hadiz traducido a partir de la versión de ʻAlāmat Muḥammad Husayn al-Ṭabātabāʼī, Sunan al-Nabī, Qom, 1416, pp. 97-100.
[2] Ibn Šahrāšūb, Manāqib Āli Abī Ṭālib, 4 Vols., Qom, 1379, Vol. 1, pp. 155-7.
[3] al-Tirmiḏī, al-Šamāʼil al-muḥammadiyya wa-’l-jaṣāʼil al-muṣtafawiyya, Dār al-kutub al-ʻilmiyya, Beirut, 1996, pp. 7-13. Cf. p. 11 para este hadiz.
[4] Muḥammad b. Ḥarīr al-Ṭabarī, al-Taʼrīj al-umam wa-’l-mulūk, Dār al-kutub al-ʻilmiyya, Beirut, 2001. Cf. al-Ṭabarī, Chronique d’Abou-Djafar Mohammed Tabari, fils de Djarir, fils d’Yezid (trad. M. Hermann Zotenberg), París, 1871, Vol 3, pp. 202-3.
[5] al-Zamajšarī, al-Fāʼiq fī garīb al-ḥadīṯ wa-’l-aṯar, Dār al-kutub al-ʻilmiyya, Beirut, 1996 (véase la entrada al-Šīn maʻa al-dāl).
[6] al-Fattāl al-Nīsābūrī, al-Rawḍa al-wāʻiẓīn, Muʼassasa al-aʻlamī li-’l-maṭbūʻāt, Beirut, 1986.
[7] Cf. Muḥammad Bāqir al-Maŷlisī, Biḥār al-anwār, 110 Vols., Qom, 1404, Vol. 16, p. 155.
[8] Cf. Muḥammad Bāqir al-Maŷlisī, Biḥār al-anwār, 110 Vols., Qom, 1404, Vol. 16, p. 183.
[9] Cf. Qāḍī ʻIyāḍ, Kitāb al-šifā bi-taʻrīf ḥuqūq al-Muṣtafà, Beirut, 2002, p. 212.
[10] Corrección de dānī por dāfī siguiendo la versión de Ibn Šahrāšūb, op. cit., p. 156.
[11] Corrección de qaʻam por faʻm en lo que parece un error tipográfico. Cf. Ibn al-Aṯīr, al-Nihāya fī garīb al-hadīṯ wa-’l-aṯar, 5 vols., Dār al-kutub al-ʻilmiyya, Beirut, 1997, Vol. 5, p. 194.
[12] La traducción es hipotética según el significado de la raíz KNZ, dado que la lexicografía árabe no ha documentado un uso de kunūz o kanūz como adjetivo singular.

Hadiz traducido a partir de la versión de ʻAlāmat Muḥammad Husayn al-Ṭabātabāʼī, Sunan al-Nabī, Qom, 1416, pp. 97-100.
Fuente: http://hikamilahiyya.wordpress.com/2009/06/30/descripcion-del-profeta-muhammad-sas/ Click Here to Read More..

NO CREEMOS EN LA EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES

Crítica argumentada y documentada contra la genérica Teoría de la Evolución de las Especies, desde Darwin a Atapuerca. 

RECHAZO DEL EVOLUCIONISMO

La teoría de la evolución, que es el modelo paradigmático que impera en la investigación científica y cuya aplicación gnoseológica y experimental se ha expandido por todos los ámbitos del saber imponiéndose unilateralmente desde la escuela a la Universidad, en los medios de comunicación masiva y entre los intelectuales, hasta el punto de constituirse como uno de los dogmas más primordiales de la actual conciencia colectiva occidental o "espíritu de la época".

También nosotros aceptamos en su día las premisas fundamentales de la teoría de la evolución, o mejor dicho, de la hipótesis evolucionista pues no es otra cosa que esto: una hipótesis. La lectura y consulta de numerosos libros, el debate público sobre el evolucionismo en el foro de nuestra página Web durante más de un mes y nuestra propia meditación al respecto nos han posicionado definitivamente entre quienes creen y defienden que todo lo que fue, existe y será, es fruto de la sabiduría y omnipotencia de Dios, fuera del cual nada actúa independientemente.
  

El evolucionismo, surgido en el siglo XIX a partir de la obra de Charles Darwin -quien a su vez parece ser que comenzó a perfilar su hipótesis de la evolución de las especies tras visitar la Isla de las Galápagos que descubriera nuestro fray Tomás de Berlanga- es la plataforma "científica" más eficaz impulsada y utilizada por el materialismo para la secularización de la humanidad, la modificación drástica de la jerarquía tradicional de valores, el desprestigio de todo tipo de religión, la marginación de toda enseñanza e ideales espirituales y la eliminación progresiva de la creencia en Dios.

Carlos Marx -cuyo auténtico nombre era Kilse Mordejai- supo reconocer de inmediato el gran poder destructivo ideológico que tenía el darwinismo por su potencial efecto gangrena. En una carta que escribe a Engels el 19 de diciembre de 1860, refiriéndose a El origen de las Especies, publicado por Darwin en , dice: "Éste es el libro que contiene los fundamentos de la historia natural para nuestros puntos de vista". Asimismo, en una carta enviada a Lasalle el 16 de enero de 1861, califica de gran libro esta obra de Darwin y afirma: "Suministra el fundamento para la lucha de clases con referencia a las ciencias naturales". Por otro lado, Marx demostró públicamente su "devoción" al darwinismo en la dedicatoria de edición alemana de la biblia del marxismo, "El Capital": "A Charles Darwin, de un verdadero devoto suyo. Karl Marx". También Engels se sintió subyugado por el darwinismo, como demuestran estas declaraciones suyas: "La naturaleza no opera metafísicamente sino dialécticamente. El nombre de Darwin debería ser recordado en primer lugar en relación a esto"; "Así como Darwin descubrió la ley de la evolución en la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley de la evolución de la humanidad". Así que no es extraño que el comunismo asuma el darwinismo, neodarwinismo y demás corrientes evolucionistas, como una piedra angular de su sistema, al igual que lo sigue haciendo la socialdemocracia.

También en el otro polo del espectro filosófico-político-económico, el capitalismo, sirve el evolucionismo como instrumento ideológico ideal, propiciando el racismo y el individualismo, así como la aceptación de que "el pez grande se come al chico". Bien lo supo captar Benjamín Franklin al manifestar que "el alegado darwinista legaliza que el débil sea eliminado por el fuerte en la sociedad humana". Así que no es extraño que la investigación evolucionista sea patrocinada por los más favorecidos económicamente, como lo demuestra la Fundación Rockefeller y el Instituto Carnegie.

El evolucionismo es un prejuicio materialista del que hay que desembarazarse sin ambages, tarea para la cual incluso la ciencia sirve como base en la que apoyarse puesto que los descubrimientos científicos aportados por la biología molecular y la física cuántica desbaratan plenamente los fundamentos evolucionistas al demostrarse que la vida, tanto en el cosmos como en el planeta Tierra no fue producto de coincidencias azarosas a partir de mera materia inorgánica que fue desarrollándose por sí misma evolutivamente.

Los evolucionistas ni siquiera han sido capaces de crear el "ladrillo" de la vida, la proteína, pese a todos los esfuerzos realizados y los millones de dólares invertido, y siguen sin poder explicar el origen "evolucionista" de la célula. El evolucionista ruso Alexander I. Oparin lo confesaba así: "Desgraciadamente, el origen de la célula permanece como un problema, realmente como el punto más oscuro de toda la teoría de la evolución".

Tampoco han podido mostrar fósiles de estados transitorios de los pasos evolucionistas fundamentales del mar a la tierra y de ésta al aire, ni tampoco los concernientes a las supuestas transiciones -por selección natural darwiniana o por mutación- de las diferentes especies actuales que viven en nuestro planeta puesto que la anatomía comparada, sin ir más lejos, ha revelado que supuestas especies que decían ser ejemplos evolutivos una de otra, tenían rasgos anatómicos claramente distintos por lo que no fueron jamás ni ancestros ni descendientes unas de otras dado que no han existido eslabones al no darse cadena evolutiva alguna. El afamado paleontólogo evolucionista británico Derek V. Ager, lo ha admitido sin paliativos: "Lo que se presenta, si analizamos pormenorizadamente los registros fósiles, ya sea a nivel de órdenes o especies, es que lo que encontramos una y otra vez no es una evolución gradual sino la repentina explosión o aparición de un grupo a expensas de otro". Similar declaración la realiza el paleontólogo evolucionista Mark Czarnecki: "Los registros fósiles, las huellas de las especies desaparecidas preservadas en las formaciones geológicas de la Tierra, han sido un gran problema para la demostración de la teoría evolucionista. Dichos registros nunca han revelado rastros de las hipotéticas variantes intermedias de Darwin. Por el contrario, las especies aparecen y desaparecen abruptamente, y esta anomalía ha alentado los argumentos creacionistas de que cada especie fue creada por Dios".

Como los evolucionistas, al partir de una concepción ideológica materialista como fundamento aprioristíco, se niegan a aceptar el designio divino como origen y sustento de la vida, han tenido que deificar a la materia y a la "madre naturaleza" e ignorar todos los descubrimientos científicos que ponen en entredicho el evolucionismo o que incluso lo invalidan plenamente, pues el paradigma materialista al que están sujetos conscientemente les imposibilita abrir sus mentes y corazones a algo distinto al dogma evolucionista pese a que, uno tras otro, sus formulaciones evolucionistas demuestran ser falsas incluso para la ciencia más avanzada. "No es que los métodos e instituciones científicas nos obligan de alguna manera a aceptar una explicación material del mundo fenoménico, sino que, por el contrario, estamos forzados por nuestra adhesión a priori a la causa materialista a crear un aparato de investigación y un conjunto de conceptos que produzcan explicaciones materialistas, sin importar lo desconcertante, lo contrario al conocimiento que resulte para el no iniciado. Además, el materialismo es absoluto, por lo que no nos podemos permitir en el umbral un pie divino", desvela el genetista evolucionista Richard. C. Lewontin. Ni siquiera les afecta -y es un ejemplo entre muchos- el hecho de que la segunda ley de la termodinámica, la ley de la entropía, invalide la hipótesis evolucionista.

Dicen, por ejemplo, que la materia había existido siempre, pero la teoría del "Big Bang" y la llamada "constante de Hubble", señala que este universo fue creado hace unos 14.500 millones de años, y no es el resultante del azar precisamente. El prestigioso astrofísico Paul Davies señala, al respecto: "Es difícil resistirse a la impresión de que la actual estructura del universo, aparentemente tan sensible a pequeñas alteraciones, ha sido cuidadosamente pensada... La aparente coincidencia milagrosa de valores numéricos que la naturaleza ha asignado a sus constantes fundamentales está allí como la evidencia más apremiante de un ingrediente del diseño cósmico".

Jean Guiton, prestigioso filósofo francés, reflexionando sobre el Big Bang señala: "El mensaje más importante de la física teórica de los últimos diez años es haber sabido descubrir la "perfección" en el origen del universo: un océano de energía infinita. Y lo que los físicos designan con el nombre de simetría perfecta tiene otro nombre para mí: enigmático, infinitamente misterioso, omnipotente, originario, creador y perfecto. No me atrevo a nombrarlo, porque cualquier nombre es imperfecto para designar al Ser sin igual, Dios".

Si pensamos en términos materialistas, para que tan sólo una célula viva resultase como ha sido, en cálculos de probabilidades, habría sido preciso miles de millones de años de "intentonas", de ahí que, por ejemplo, Francis Crick, premio Nobel de Biología por el descubrimiento del ADN, confesaría: "Un hombre honesto, que estuviera provisto de todo el saber que hoy está a nuestro alcance, debería de afirmar que el origen de la vida parece actualmente provenir del milagro, tantas condiciones es preciso reunir para establecerla".

Este orden existente en la naturaleza proviene del Orden inscrito en la "sopa primigenia" del "Big Bang". "El universo parece haber sido regulado minuciosamente con el fin de permitir la aparición de una materia ordenada, de la vida después, y, por fin, de la conciencia", señala Guitton. Y este orden (rita, es su nombre en los Vedas), proviene de una Causa Primera, de una inteligencia organizadora que trasciende nuestra realidad y en el que el "azar" está excluido dijera lo que dijera, en sentido contrario el biólogo Jacques Monod. "El cálculo de probabilidades aboga a favor de un universo ordenado, minuciosamente regulado, cuya existencia no puede ser engendrada por el azar... La probabilidad matemática de que el universo haya sido engendrado por azar es prácticamente nula", afirma el astrofísico Igor Bogdanov.

La ciencia ha ido rectificándose continuamente, y así seguirá. Un ejemplo claro nos lo ofrece la nueva teoría sobre el llamado "nuevo árbol de la vida" ante la ausencia de una filogenia clara para los microorganismos. Ahora lo que se postula es el origen pluricelular de la vida en vez de una sóla célula: "los tres dominios de la vida (bacteria, archaea y eukarya) se originaron problamente a partir de una población de células primiticas cuyos genes fueron convergiendo", resume el bioquímico y biólogo molecular W. Ford Doolittle, director del progrma de biología evolutiva del Instituto Canadiense de Investigaciones Avanzadas. Y concluye: "Creen algunos biólogos que por este camino sólo podemos llegar a la confusión y al desánimo. Como si nos confesáramos incapaces de tomar el testigo de Darwin y recrear la estructura del árbol de la vida. Pero la ciencia tiene sus reflas. Un modelo o hipótesis atractiva -la del árbol único- sugirió una serie de experimentos, en este caso la obtención de secuencias genéticas y su análisi en el marco de la filogenia molecular. Los datos demuestran que este modelo es demasiado simple. Ahora se necesitan nuevas
hipótesis cuyas implicaciones finales ni tan siquiera atisbamos".

Martín Lings , por su parte, esclarece igualmente el tema en un escrito del que transcribimos lo siguiente: "¿Está obligada la ciencia, a fin de ser fiel a sí misma, a seguir manteniendo la teoría de la evolución?.

Para contestar a esta pregunta, citemos al geólogo francés Paul Lemoine, editor del volumen V (sobre "Organismos Vivos") de la "Encyclopédie Française", quien llega a escribir en su resumen de los artículos de los diversos colaboradores:
"Esta exposición muestra que la teoría de la evolución es imposible. En realidad, a pesar de las apariencias, nadie cree ya en ella... La evolución es una especie de dogma cuyos sacerdotes han dejado de creer en él, aunque siguen defendiéndolo por mor de sus feligreses."

Aunque indudablemente exagerado en su expresión -es decir, en cuanto a sus profundas implicaciones de hipocresía por parte de los "sacerdotes" en cuestión- este juicio, viniendo de donde viene, es significativo en muchos respectos. No hay duda de que muchos científicos han transferido sus instintos religiosos de la religión al evolucionismo, con el resultado de que su actitud hacia el evolucionismo es sectaria en vez de científica. El biólogo francés Profesor Louis Bounoure cita a Yves Delage, antiguo profesor de Zoología de la Sorbona: "Admito sin reparos que no existe constancia de ninguna especie que haya engendrado a otra, y que no existen pruebas absolutamente definitivas de que semejante cosa se haya producido jamás. No obstante, creo que la evolución es tan cierta como si hubiera sido probada objetivamente." Bounoure comenta: "En pocas palabras, lo que la ciencia nos pide aquí es un acto de fe, y por lo general la idea de la evolución se presenta de hecho bajo el disfraz de una especie de verdad revelada." Cita, sin embargo, a Jean Piveteau, en la actualidad Profesor de Paleontología de la Sorbona, quien admite que la evidencia científica acumulada sobre la evolución "no puede aceptar ninguna de las diversas teorías que intentan explicar la evolución. Es más, se opone a cada una de estas teorías. Hay aquí algo que es a la vez decepcionante e inquietante."

En cuanto a nuestra opinión personal, no nos importa volver a reiterarla: es el incognoscible Dios (no la imagen-concepto que de él manifiestan los credos cristianos, islámicos, judíos, etc..) quien ha creado el universo y todo cuanto en él hubo, hay y habrá, incluyendo las "leyes" físico-biológicas que lo rigen. Y es Dios quien, como manifestara el místico sufí andalusí Ibn al Arabî y también santo Tomás de Aquino, "re-crea" en cada instante todo lo existente manteniendo algo similar a lo existente una milmillonésima de segundo antes, en un proceso de "creación constante" que tendrá una duración indefinida en el tiempo.


EL HOMBRE NO DESCIENDE DEL MONO

Nos posicionamos, por tanto, en contra de la hipótesis-leyenda evolucionista de la especie humana, en cuya defensa algunos evolucionistas no dudaron en engañar conscientemente creando falsos eslabones perdidos como el "Hombre de Piltdown", mezclando una quijada de un orangután con parte de un cráneo humano, y que durante cuarenta años se exhibió en el Museo Británico como prueba irrefutable de la evolución humana hasta que fue descubierto su falsedad después de haber sido objeto de medio millar de tesis doctorales. O como la recreación pictórica del "Hombre de Nebraska", junto a su hipotética esposa e hijos, tras el descubrimiento de un solo diente (un molar fosilizado) por parte del director del "Museo Americano de Historia Natural", Henry Fairfield Osborn, en 1922, hasta que se descubrió, en 1927, partes del mismo esqueleto y resulta que pertenecían a un cerdo. O como el apresamiento del pigmeo Ota Benga, en 1904, y su exhibición dentro de una jaula en la Feria Mundial de San Luis donde fue presentado como "el eslabón transitorio más cercano al ser humano", siendo recluido posteriormente en el zoológico neoyorkino del Bronx junto a cuatro chimpancés, un gorila y un orangután, donde fue tratado como un animal y era visto cada fin de semana por cuarenta mil personas (el pigmeo terminaría por suicidarse en 1916). O como había acontecido poco antes, a finales del siglo XIX, cuando los evolucionistas y sus museos, en su afán de demostrar el evolucionismo compraron y exhibieron cráneos sacados de tumbas humanas en Tanzania y de aborígenes tanzaneses asesinados con tal finalidad en masacres inhumanas, y todo porque aseguraron que los nativos de Tanzania eran "evidencias vivientes de la evolución". Incluso en un museo catalán creo que aún se exhibe el cuerpo entero disecado de un africano por motivos similares. Y recientemente hemos leído en la prensa un reportaje titulado "El gran espectáculo racista. Zoos humanos", donde se denuncia la exhibición de más de dos mil seres humanos de otras razas en la Europa y Norteamérica de finales del s. XIX y primeros del s. XX, incluida España (en Madrid, Valencia y Barcelona, concretamente).
Entre los paleoantropólogos hay disparidad de criterios en muchísimas cuestiones concernientes al origen del hombre, si bien son los evolucionistas los que acaparan los medios de comunicación masiva y los libros. Así es cómo se explica que muchos descubrimientos que ponen "patas arriba" el hipotético árbol genealógico evolutivo de la humanidad -que, por otra parte, continuamente tienen que ir "arreglando" en algún aspecto- los marginan, o reinterpretan evolutivamente sin atenerse a los hechos, o no quieren oír hablar de ellos, en opinión de Harun Yahya en su demoledor libro "El engaño del evolucionismo", que nos está sirviendo en este capítulo para esclarecer lo que hay de verdad en la mal llamada "Teoría de la Evolución de las Especies".

He aquí una serie de descubrimientos que invalidan dicho árbol genealógico evolutivo del ser humano:

-- En un estrato de 3,6 millones de años atrás, en Laetoli (Tanzania), Mary Laekey descubrióo veinte pisadas fosilizadas de un humano moderno de diez años de edad y otras veintisiete de otro chico todavía más joven. Los paleoantropólogos Don Johansons, Tim White y Russell Tutle, no tienen duda alguna de que fueran hechas por seres humanos modernos.

-- Una mandíbula desenterrada en Hadar (Etiopía) pertenece a un hombre moderno de hace 2,3 millones de años.

-- Louis Leakey localizó en el segundo estrato de Olduvai Gorge (África) fósiles coetáneos de Austrolopitecos, Homo Habilis y Homo Erectus junto a una choza de piedra, de las que aún siguen utilizándose en el continente africano, fechado todo ello hace 1,7 millones de años. El paleontólogo evolucionista Sephen Jay Gould, de la Universidad de Harvard, escribiría al respecto: "¿En qué queda nuestra escala si coexisten tres linajes de homínidos sin que ninguno de ellos derive claramente del otro? Además, ninguno de los tres pone de manifiesto alguna inclinación evolucionista durante su estadía en la superficie terrestre".

-- Louis Leakey localizó en Kanjera, cerca del lago Victoria (Kenya), diversos fósiles del Pleistoceno Medio, de hace un millón de años atrás, que no presentaban diferencias con el ser humano moderno.

-- Los canales del oído interno de todos los Australopitecos y los ejemplares de Homo Habilis analizados por Spoon, Wood y Zoonevedld, revelan que eran iguales a los monos contemporáneos, mientras que los canales del oído interno de los Homo Erectus eran iguales a los del hombre moderno. Así mismo, análisis de la dentadura muestran que el Homo Habilis, como los Australopitecos, son monos, mientras que el Homo Habilis y el Neanderthal, son hombres. Por tanto, el llamado Homo Habilis -que no podía caminar erguido, sino inclinado y a zancadas- no es "Homo" sino un mono más, por mucho que los dibujos evolucionistas fantasiosamente -puesto que es imposible saber cómo eran los rasgos de la cara por sus tejidos blandos- "humanicen" su rostro (mientras que animalizan simiescamente el del Homo Erectus e incluso el del Neanderthal). Es más, no hay diferencia esencial alguina entre el esqueleto del ser humano moderno y el llamado Homo Erectus, y con mayor propiedad se puede afirmar respecto al Neanderthal que, eso sí, era más vigoroso y de capacidad craneal media superior a la nuestra. Incluso el famoso Richard Leakey no ve más que variaciones raciales entre el Homo Erectus y el moderno: "Uno debería ver también las diferencias en las formas del cráneo, en el grado de protrusión del rostro, en el vigor de las cejas, etc... Estas diferencias probablemente no son más pronunciadas que las que vemos hoy día entre las razas humanas alejadas geográficamente. Tales variaciones biológicas surgen cuando las poblaciones están apartadas geográficamente por una cantidad de tiempo significativa".

El cráneo del niño de ATAPUERCA, de hace unos 800.000 años, conmocionó a Ferreras, director de las excavaciones de la Gran Dolina cuando apareció en 1995, quien manifestó: "Esperábamos algo grande, algo voluminoso, algo pomposo..., ustedes saben, algo `primitivo´. Nuestra probabilidad de encontrar un muchacho de 800.000 años era la e hallar algo como el Niño de Turkana. Y lo que encontramos fue una cara totalmente moderna... Para mí esto es lo más espectacular... Éste es el tipo de cosas que te hacen vacilar, el descubrimiento de algo totalmente inesperado como esto... Lo más espectacular es encontrar en el pasado algo que pensabas pertenecía al presente. Es algo así como encontrar una cinta de grabación magnética en la Gran Dolina. Sería muy sorprendente. No contamos con cassetes y cintas de grabar en el Pleistoceno Inferior. Descubrir una cara moderna allí es lo mismo. Nos sorprendimos mucho cuando la vimos". A lo que Harum Yahya añade, por su parte: "El fósil puso de relieve que la historia del Homo Sapiens tenía que extenderse hacia atrás hasta 800.000 años. Después de recuperarse de la impresión inicial, los evolucionistas que descubrieron el fósil decidieron que pertenecía a una especie diferente porque según el árbol genealógico evolutivo hace 800.000 años no existía ningún Homo Sapiens. Por lo tanto construyeron una especie imaginaria llamada "ancestro del Homo" (Homo Antecesor) e incluyeron el cráneo de Atapuerca bajo esa clasificación".

A su vez, el "padre" de las excavaciones de Atapuerca, Emiliano Aguirre, pionero de la paeloantropología española y creador del museo "in situ" de Ambrona (Soria) de hace 300.000 años, duda mucho de que el origen del "homo anteccesor" de Atapuerca provenga de África. "Es posible qu esta especie hubiera procedido de poblaciones anteriores establecidas en Eurasia, y creo que vale la pena examinar con detalle esta cuestión", afirmó a finales de 1998. [el dibujo que acompaña el titular de este artículo, es una recreación facial hipotética del HOMO ANTECESSOR de Atapuerca, heca por Mauricio Antón].

El famoso análisis de ADN mitocondrial que remitía el legado genético humano a una "Eva" africana de hace unos 200.000 años ha sido puesto en duda y hasta rechazado incluso por biólogos evolucionistas, como hemos podido leer en la versión española de Scientific American (Kate Wong: El origen africano de la humanidad, ¿una teoría anticuada?", Investigación y Ciencia, septiembre de 1999).

Frente a esta tesis se encuentra la multirregional o poliocéntrica que, según Wong aboga por una evolución desde múltiples focos: "Los seres humanos, que habrían surgido en África hace unos dos millones de años, evolucionarían como una especie única que se expandió por el Viejo Mundo, estando relacionados entre sí por el cruzamiento biológico y el intercambio cultural". Coincidiendo con este enfoque podría incluirse, en parte, el estudio realizado por Bryan Sykes, genetista de Oxford, que tras analizar el ADN mitocondrial de seis mil europeos contemporáneos afirma que todos los pueblos europeos descienden de sólo siete mujeres o "Evas" europeas (El País, 20-IV-2000).. "La última de ellas vivió hace unos 10.00 años en Oriente Próximo, y sus descendientes se fueron extendiendo poco a poco hacia el oeste con la recién inventada agricultura. Pero coexistieron con los europeos que ya estaban allí: los hijos de las otras seis Evas. Lo más sorprendente es que la primera de estas Evas, cuyos herederos hoy se esparcen por toda Europa, vivió en Grecia hace nada menos que 45.000 años. Las otras cinco Evas, siempre según Sykes, vivieron en los siguientes lugares y épocas. Una en el Cáucaso hace 25.000 años. Otra en Toscana hace 17.000 años. Otra en España, también hace 17.000 años. Otra en el área de los Pirineos, hace unos 13.000 años (los descendientes de ésta son los más abundantes en la actualidad en toda Europa). Y otra en el centro de Italia, hace 10.000 años". Sykes, en declaraciones a The Times afirmaba que "los resultados también muestran que, en cualquier rincón de Europa, la gente es una mezcla de todos esos clanes antiguos. La única excepción son los lapones del norte de Noruega y Finlandia, que no se han mezclado con nadie".

Una prueba anatómica más de la inexistencia de "eslabones" en la supuesta cadena evolutiva del hombre es nuestro andar bípedo y erguido. El andar bípedo, si lo pensamos detenidamente, no es una ventaja evolutiva en un supuesto mundo salvaje en el que triunfa el más rápido, con mejores garras, mayor fortaleza, etc.., por lo que de ser cierto el evolucionismo deberíamos haber seguido cuadrúpedos, como los monos. Este andar bípedo no puede enmarcarse dentro del desarrollo gradual darwinista pues no es posible una forma de andar "mixta", entre bípeda y cuadrúpeda, como demostró Robin Crompton, en 1996, por medio de computadoras, al quedar puesto de manifiesto que un ser vivo o bien camina a dos patas o bien lo hace a cuatro por ser imposible una posibilidad intermedia. Otra brecha difícil de cubrir por los evolucionistas es la capacidad cerebral y el habla, de ahí que Elaine Morgan confiese, pese a ser evolucionista, lo siguiente: "¿Cuatro de los misterios más relevantes acerca de los humanos son: ¿por qué caminan sobre dos piernas?, ¿por qué perdieron el pelaje?, ¿por qué desarrollaron cerebros tan grandes?, ¿por qué aprendieron a hablar?. Las respuestas ortodoxas a estas preguntas son: Aún no lo sabemos, aún no lo sabemos, aún no lo sabemos, aún no lo sabemos. La lista de las preguntas puede alargarse significativamente sin que ello altere la monotonía de las respuestas".

Lord Solly Zuckerman, científico muy respetado sitúa la teoria de la evolución dentro del grupo menos científico del árbol de las ciencias, "donde para el que cree cualquier cosa es posible, e incluso donde el creyente vehemente es a veces capaz de creer al mismo tiempo varias cosas contradictorias".

Ya lo hemos dicho: el evolucionismo es una ideología materialista que pretende poner al Azar en el lugar de Dios, pero a nosotros no nos harán comulgar con ruedas de molino. 

Autor:  Ángel Almazán
Fuente:  http://www.soriaymas.com/ver.asp?tipo=articulo&id=282 Click Here to Read More..

Los moriscos de Catalunya

Los musulmanes no vinieron de fuera, ni el islam fue una religión impuesta. Los propios catalanes lo abrazaron.
En abril del 2009 se conmemoran los 400 años del decreto de expulsión de los moriscos. Esta es una buena ocasión para recordarlos, pues son los grandes olvidados de nuestra historia. Desde la Junta Islàmica Catalana queremos pedir oficialmente a la Generalitat que haga un acto de homenaje a estos catalanes, expulsados de su tierra por orden de la monarquía española, en nombre de una concepción patológica del Estado, basada en lo que Jiménez Lozano ha calificado como "catolicismo biológico".

Antes de la expulsión, los musulmanes sufrieron una persecución feroz, que incluía la prohibición del culto musulmán, el cierre de mezquitas, la quema de libros, la prohibición del sacrificio halal, la prohibición de la lengua árabe, la del entierro según el rito islámico, la de la circuncisión y la de utilizar determinadas vestimentas. También se les prohibió desplazarse sin permiso y llevar armas, y además se les obligó a cortarse el pelo de una forma determinada y a llevar el sambenito, un trapo amarillo en la manga que los distinguía y hacía blanco fácil del fanatismo.

Las consecuencias de la desobediencia no eran menos brutales: condenas a galeras de por vida, torturas, quema de personas por el mero hecho de ser musulmanas, robo de niños para que fueran criados como cristianos (una práctica validada por san Juan de Ribera). Una política de Estado que buscaba la erradicación del islam y la uniformidad religiosa de España. Una ideología dominante que se divulga a través de los púlpitos y de los escritos de los eclesiásticos, y que persigue transformar a los musulmanes en animales. Se les llama ratas, se les deshumaniza. Son considerados un cuerpo ajeno a la España católica y, por lo tanto, se convierten en un problema. Se plantean diversas soluciones: el exterminio, la castración de los varones, la deportación... La expulsión será la solución final que la España del Siglo de Oro dará a la turbadora presencia de aquellos que rompían la uniformidad religioso-racial del territorio.

En 1610, la práctica totalidad de los moriscos son expulsados por orden de Felipe III de Castilla. Es conocida la reticencia de muchos nobles y de parte del clero catalán a la expulsión. Las Cortes de Tortosa de 1495 habían obtenido el compromiso de Fernando el Católico de no expulsar a los moriscos de Catalunya, compromiso reeditado en 1503 por las Cortes de Barcelona. En el momento de la expulsión, gracias a la mediación del obispo de Tortosa se consiguió evitar la de 371 familias de moriscos de la Ribera d'Ebre, reputados como buenos cristianos.

Finalmente, la expulsión se llevó a cabo. Los moriscos catalanes fueron embarcados en el puerto de Els Alfacs, junto con una gran parte de los aragoneses. Algunos de los moriscos de este reino, sin embargo, fueron conducidos directamente a la frontera francesa. La cifra total de moriscos catalanes expulsados fue de cerca de 5.000. Muchos de ellos fueron a parar al norte de África, y se instalaron en poblaciones que después se convertirían en prósperas.

El profesor Mikel de Epalza (que en paz descanse) documentó la diáspora de los moriscos catalanes, especialmente a Túnez y Argelia, donde eran conocidos como tagarinos, por contraposición a los de Castilla, llamados granadinos. Argel todavía tiene el barrio de los Tagarinos, en la parte alta de la ciudad. Denise Brahimi ha estructurado, para la clase social de los andalusís en Argelia y Túnez, una explicación de su influjo social: eran burgueses, en el sentido europeo y moderno de la palabra, con gran capacidad de engendrar y acumular riqueza. Es posible que la comunidad de inmigrantes de Túnez fuera más compacta que la de Argel y menos asimilada, por estar constituida muy mayoritariamente por los expulsados de entre 1609 y 1614, mientras que en Argelia era fruto de emigraciones que se habían escalonado a lo largo de todo el siglo XVI, con diversos grados de asimilación. Pero el influjo de la diáspora de los musulmanes de los Países Catalanes va más allá. Hoy en día podemos encontrar topónimos y nombres de origen catalán incluso en países del África subsahariana como Malí o Benín, según las investigaciones del filólogo valenciano Robert Llorens Reig.

Estos expulsados no eran árabes ni sarracenos, como aún hoy se les designa. En realidad, árabes hubo muy pocos en la península Ibérica. Los musulmanes no vinieron solo de fuera, ni el islam fue una religión impuesta. Fueron los propios catalanes, andaluces o castellanos quienes abrazaron el islam. El historiador andalusí Al-Udhri dejó escrito que en el siglo XI no había en Huesca "ni un solo árabe puro que sea descendiente de árabes", y eso que la población era mayoritariamente musulmana. No hay nada que permita afirmar que bajo el dominio musulmán la población fuera arabizada. El árabe fue la lengua culta y, por tanto, la lengua de los documentos que nos han llegado. Pero eso no quiere decir que estos musulmanes catalanes fueran árabes, que no lo eran, sino autóctonos que hablaban mayoritariamente un dialecto románico en su vida cotidiana. En el momento de la expulsión de los moriscos catalanes, la inmensa mayoría de ellos ni tan solo entendían el árabe. Eran musulmanes catalanes y hablaban catalán.


Autor: Abdennur Prado, presidente de la Junta Islámica Catalana.
Fuente: http://www.webislam.com/?idt=12670 Click Here to Read More..

La confusión de lo psíquico y de lo espiritual de René Guénon

Lo que hemos dicho sobre el tema de algunas explicaciones psicológicas de las doctrinas tradicionales representa un caso particular de una confusión muy extendida en el mundo moderno, la de los dominios psíquico y espiritual; y esta confusión, incluso cuando no llega hasta una subversión como la del psicoanálisis, que asimila lo espiritual a que hay de más inferior en el orden psíquico, por ello no es menos extremadamente grave en todos los casos. Por lo demás, en cierto modo, en eso hay una consecuencia natural del hecho de que los occidentales, desde hace mucho tiempo ya, no saben distinguir el «alma» y el «espíritu» (y el dualismo cartesiano ha contribuido ciertamente mucho a eso, puesto que confunde en una sola y misma cosa todo lo que no es el cuerpo, y puesto que esta cosa vaga y mal definida es designada en él indiferentemente por uno y otro nombre); así pues, esta confusión se manifiesta a cada instante hasta en el lenguaje corriente; el nombre de «espíritus» dado vulgarmente a «entidades» psíquicas que no tienen ciertamente nada de «espiritual», y la denominación misma del «espiritismo» que se deriva de ello, sin hablar de ese otro error que hace llamar también «espíritu» a lo que no es en realidad más que la «mente», serán aquí ejemplos suficientes de ello. Es muy fácil ver las consecuencias enojosas que pueden resultar de semejante estado de cosas: propagar esta confusión, sobre todo en las condiciones actuales, es, se quiera o no, arrastrar a los seres a perderse irremediablemente en el caos del «mundo intermediario», y, por eso mismo, es hacer, con frecuencia inconscientemente por lo demás, el juego de las fuerzas «satánicas» que rigen lo que hemos llamado la «contrainiciación».

Aquí, importa precisar bien a fin de evitar todo malentendido: no se puede decir que un desarrollo cualquiera de las posibilidades de un ser, incluso en un orden poco elevado como el que representa el dominio psíquico, sea esencialmente «maléfico» en sí mismo; pero es menester no olvidar que este dominio es por excelencia el de las ilusiones, y es menester saber situar siempre cada cosa en el sitio que le pertenece normalmente; en suma, todo depende del uso que se hace de un tal desarrollo, y, ante todo, es necesario considerar si se toma como un fin en sí mismo, o al contrario como un simple medio en vista de alcanzar un propósito de orden superior. En efecto, no importa qué, puede, según las circunstancias de cada caso particular, servir de ocasión o de «soporte» a aquel que se compromete en la vía que debe conducirle a una «realización» espiritual; eso es verdad sobre todo al comienzo, en razón de la diversidad de las naturalezas individuales cuya influencia está entonces en su máximo, pero la cosa es todavía así, hasta un cierto punto, en tanto que los límites de la individualidad no estén enteramente rebasados. Pero, por otro lado, no importa qué puede también ser un obstáculo más que un «soporte», si el ser se detiene en eso y se deja ilusionar y extraviar por algunas apariencias de «realización» que no tienen ningún valor propio y que no son más que resultados completamente accidentales y contingentes, si es que se les puede considerar como resultados desde un punto de vista cualquiera; y este peligro de extravío existe siempre, precisamente, mientras se esté todavía en el orden de las posibilidades individuales; por lo demás, es en lo que concierne a las posibilidades psíquicas donde el peligro es incontestablemente más grande, y eso tanto más, naturalmente, cuanto de un orden más inferior sean esas posibilidades.
El peligro es ciertamente mucho menos grave cuando no se trata más que de posibilidades de orden simplemente corporal y fisiológico; podemos citar aquí como ejemplo el error de algunos occidentales que, como lo decíamos más atrás, toman el Yoga, al menos lo poco que conocen de sus procedimientos preparatorios, por una suerte de método de «cultura física»; en un caso parecido, apenas se corre el riesgo de obtener, por esas «prácticas» realizadas desconsideradamente y sin control, un resultado completamente opuesto a aquel que se busca, y de arruinar su salud creyendo mejorarla. Esto no nos interesa en nada, excepto en que hay en ello una grosera desviación en el empleo de esas «prácticas» que, en realidad, están hechas para un uso completamente diferente, tan alejado como es posible de ese dominio fisiológico, y cuyas repercusiones naturales en éste no constituyen más que un simple «accidente» al que no conviene dar la menor importancia. No obstante, es menester agregar que esas mismas «prácticas» pueden tener también, sin saberlo el ignorante que se libra a ellas como a una «gimnasia» cualquiera, repercusiones en las modalidades sutiles del individuo, lo que, de hecho, aumenta considerablemente su peligro: uno puede así, sin sospecharlo siquiera de ninguna manera, abrir la puerta a influencias de todo tipo (y, bien entendido, son siempre las de la cualidad más baja las que se aprovechan de ello en primer lugar), contra las cuales se está tanto menos prevenido cuanto que a veces no se sospecha su existencia, y cuanto que con mayor razón se es incapaz de discernir su verdadera naturaleza; pero, en eso al menos, no hay ninguna pretensión «espiritual».
La cosa es muy diferente en algunos casos donde entra en juego la confusión de lo psíquico propiamente dicho y de lo espiritual, confusión que, por lo demás, se presenta bajo dos formas inversas: en la primera, lo espiritual es reducido a lo psíquico, y es lo que sucede concretamente en el género de explicaciones psicológicas de las que hemos hablado; en la segunda, lo psíquico es tomado al contrario por lo espiritual, y el ejemplo más vulgar de ello es el espiritismo, pero las demás formas más complejas del «neoespiritualismo» proceden todas igualmente de este mismo error. En los dos casos, es siempre, en definitiva, lo espiritual lo que es desconocido; pero el primero concierne a aquellos que lo niegan pura y simplemente, al menos de hecho, si no siempre de una manera explícita, mientras que el segundo concierne a los que tienen la ilusión de una falsa espiritualidad, y es éste último caso el que tenemos más particularmente en vista al presente. La razón por la que tantas gentes se dejan extraviar por esta ilusión es bastante simple en el fondo: algunos buscan ante todo pretendidos «poderes», es decir, en suma, bajo una forma o bajo otra, la producción de «fenómenos» más o menos extraordinarios; otros se esfuerzan en «centrar» su consciencia sobre algunos «prolongamientos» inferiores de la individualidad humana, tomándolos equivocadamente por estados superiores, simplemente porque están fuera del cuadro donde se encierra generalmente la actividad del hombre «medio», cuadro que, en el estado que corresponde al punto de vista profano de la época actual, es el que se ha convenido en llamar la «vida ordinaria», en la que no interviene ninguna posibilidad de orden extracorporal. Por lo demás, para estos últimos también, es el atractivo del «fenómeno», es decir, en el fondo, la tendencia «experimental» inherente al espíritu moderno, la que está más frecuentemente en la raíz del error: lo que quieren obtener en efecto, son siempre resultados que sean en cierto modo «sensibles», y es eso lo que creen que es una «realización»; pero eso equivale a decir justamente que todo lo que es verdaderamente de orden espiritual se les escapa enteramente, que ni siquiera lo conciben, por lejanamente que sea, y que, al carecer totalmente de «cualificación» a este respecto, sería mejor para ellos que se contentaran con permanecer encerrados en la banal y mediocre seguridad de la «vida ordinaria». Bien entendido, aquí no se trata de negar de ninguna manera la realidad de los «fenómenos» en cuestión como tales; son incluso muy reales, podríamos decir, y por ello son más peligrosos; lo que contestamos formalmente, es su valor y su interés, sobre todo desde el punto de vista de un desarrollo espiritual, y es precisamente en eso donde recae la ilusión. Si todavía no hubiera en eso más que una simple pérdida de tiempo y de esfuerzos, el mal no sería muy grande después de todo; pero, en general, el ser que se dedica a estas cosas deviene después incapaz de librarse de ellas y de ir más allá, y es así irremediablemente desviado; en todas las tradiciones orientales, se conoce bien el caso de esos individuos que, devenidos simples productores de «fenómenos», no alcanzaron nunca la menor espiritualidad. Pero hay todavía más: puede haber en eso una suerte de desarrollo «al revés», que no solo no aporta ninguna adquisición válida, sino que aleja siempre más de la «realización» espiritual, hasta que el ser esté definitivamente extraviado en esos «prolongamientos» inferiores de su individualidad a los que hacíamos alusión hace un momento, y por los que no puede entrar en contacto más que con lo «infrahumano»; su situación no tiene entonces salida, o al menos no tiene más que una, que es una «desintegración» total del ser consciente; para el individuo, eso es propiamente el equivalente de lo que es la disolución final para el conjunto del «cosmos» manifestado.
No se podría pues desconfiar demasiado, a este respecto todavía más quizás que desde cualquier otro punto de vista, de toda llamada al «subconsciente», al «instinto», a la «intuición» infraracional, o incluso a una «fuerza vital» más o menos mal definida, en una palabra a todas esas cosas vagas y obscuras que tienden a exaltar la filosofía y la psicología nuevas, y que conducen más o menos directamente a una toma de contacto con los estados inferiores. Con mayor razón se debe uno guardar con una extrema vigilancia (ya que aquello de lo que se trata sabe muy bien tomar los disfraces más insidiosos) de todo lo que induce al ser a «fundirse», y diríamos más gustosamente y más exactamente a «confundirse» o incluso a «disolverse», en una suerte de «consciencia cósmica» exclusiva de toda «transcendencia», y, por consiguiente, de toda espiritualidad efectiva; esa es la última consecuencia de todos los errores antimetafísicos que designan, bajo su aspecto más especialmente filosófico, términos como los de «panteísmo», de «inmanentismo» y de «naturalismo», cosas todas, por lo demás, estrechamente conexas, consecuencia ante la cual algunos retrocederían ciertamente si pudieran saber verdaderamente de lo que hablan. En efecto, eso es tomar literalmente la espiritualidad «al revés», substituirla por lo que es verdaderamente lo inverso de la misma, puesto que conduce inevitablemente a su pérdida definitiva, y es eso en lo que consiste el «satanismo» propiamente dicho; por lo demás, ya sea consciente o inconsciente, según los casos, eso cambia bastante poco los resultados; y es menester no olvidar que el «satanismo inconsciente» de algunos, más numerosos que nunca en nuestra época de desorden extendido a todos los dominios, no es verdaderamente, en el fondo, más que un instrumento al servicio del «satanismo consciente» de los representantes de la «contratradición».
Hemos tenido en otra parte la ocasión de señalar el simbolismo iniciático de una «navegación» que se cumple a través del Océano que representa el dominio psíquico, y que se trata de franquear, evitando todos sus peligros, para llegar a la meta[1]; ¿pero qué decir del que se arrojara en plena mitad de ese Océano y no tuviera otra aspiración que la de ahogarse en él? Es eso, muy exactamente, lo que significa esta supuesta «fusión» con una «consciencia cósmica» que no es en realidad nada más que el conjunto confuso e indistinto de todas las influencias psíquicas, las cuales, imaginen lo que imaginen algunos, no tienen ciertamente absolutamente nada en común con las influencias espirituales, incluso si ocurre que las imiten más o menos en algunas de sus manifestaciones exteriores (ya que ese es el dominio donde la «contrahechura» se ejerce en toda su amplitud, y es por eso por lo que esas manifestaciones «fenoménicas» no prueban nunca nada por sí mismas, pudiendo ser completamente semejantes en un santo y en un brujo). Aquellos que cometen esta fatal equivocación olvidan o ignoran simplemente la distinción de las «Aguas superiores» y de las «Aguas inferiores»; en lugar de elevarse hacia el Océano de arriba, se hunden en los abismos del Océano de abajo; en lugar de concentrar todas sus potencias para dirigirlas hacia el mundo informal, que es el único que puede llamarse «espiritual», las dispersan en la diversidad indefinidamente cambiante y huidiza de las formas de la manifestación sutil (que es lo que corresponde tan exactamente como es posible a la concepción de la «realidad» bergsoniana), sin sospechar que lo que toman así por una plenitud de «vida» no es efectivamente más que el reino de la muerte y de la disolución sin retorno.

[1] Ver El Rey del Mundo, pp. 120-121 de la ed. francesa, y Autoridad espiritual y poder temporal, pp. 140-144 de la ed. francesa.
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