5. ihdinâ s-sirâta l-mustaqîma
bísmil-lâhi r-rahmâni r-rahîm
(1) al-hámdu lil-lâhi rábbi l-‘âlamîn
Hamd es alabanza, exaltación, enaltecimiento. La alabanza llega si hay conocimiento. Solo puedes alabar algo si tienes conocimiento acerca de ello. Y el conocimiento de algo forma parte de la experiencia. Tú alabas al rabb, el Señor-Sustentador. Rabba significa ser dueño de, tener el mando de. También significa conducir, encauzar, dirigir. Rabb es el atributo de esa entidad que conduce todo aquello que está bajo su dominio al desarrollo pleno de su capacidad, hasta su fin último, que es hwa, Él, porque de Él es de donde viene, de Allah.
Decimos que cuando alabas la Verdad Última, debes hacerlo con conocimiento, al menos debes tener cierto conocimiento de ello. Y dicho conocimiento podría consistir en prescindir de todo lo que no es Él, que es lo que estamos tratando de hacer ahora. El camino hacia ese conocimiento se realiza a través de prescindir de todo aquello que no es real, que no tiene fundamento, y resulta insatisfactorio e improductivo, es decir, todo aquello que no vivifica permanentemente nuestros corazones.
Hasta cierto punto, puede estar bien centrar la alabanza tan solo en algunos aspectos, ya que no tenemos una comprensión cabal del alcance real de lo que el concepto de ‘rabb’ implica. Pero, si fuéramos sinceros con nosotros mismos, aspiraríamos únicamente a la Verdad Última en todo. Solo queremos alabar-reconocer-ensalzar esa Verdad Última y Definitiva.
La auténtica alabanza corresponde solamente al Señor-Sustentador, todo aquello que constituye el fundamento del tawhid. Cuando dices, al-hámdu lil-lâh, estás reconociendo el hecho de que la alabanza ciertamente es Suya, es decir, exclusiva de Allah. Más aún, eres capaz de alabar-reconocer, en primer lugar, porque no eres más que un reflejo de Allah y Sus Atributos, y de hecho formas parte de Su creación, has sido creado por Él, el Creador, Allah. Pero, si te centras únicamente en el hamd y descuidas el Shukr, solo muestras ignorancia y extravío, porque si has sido testigo en ti mismo del significado real de la ilaha illa Allah, comprenderás que la rahma de Allah está presente siempre, no sólo en la expansión (bast), sino también en la contracción (qabd), y reconocerás entonces que Allah es realmente rahman-rahim en toda circunstancia, pues todos los estados posibles son reflejo de Su misericordia. Esto explica el por qué dice: al-hámdu lil-lâhi rábbi l-‘âlamîn. ‘Alamîn abarca todos los estados, todos los mundos, visibles o no, del sueño o de la vigilia, de aquí o de la otra vida.
Un hombre de conocimiento percibe al Rabb, al Sustentador, incluso en tiempos estrechez-contracción. El uso de hamd como expresión del júbilo personal a causa de la emotividad, es shirk. La alabanza corresponde a Allah siempre y en toda circunstancia. Y en hamd no hay separación posible entre el que alaba y el objeto de su alabaza. De modo que, simplemente di ¡hamd!... y deja que, como un eco, se expanda.
(2) ar-rahmâni r-rahîm
La característica que define al Señor que amamos y servimos es ser, ar-rahmâni r-rahîm, es ser Todo-misericordioso, Todo-compasivo, siendo esa característica la expresión misma del amor. Solo hay rahma, pero no lo apreciamos debido a nuestra ignorancia, expectativas y apegos, surgidos por la intervención de nuestras facultades intelectuales. ¿No estabas en la rahma cuando habitabas el seno de tu madre? Permaneciste ahí por nueve meses, e indiscutiblemente que eras feliz. De igual modo, forma parte de la misericordia innata a la creación el hecho de que tengamos que morir, así puede haber aliento y espacio vital para otros que luego habrán de venir. Pero, nosotros interferimos, el ego, el nafs, las vanas expectativas que frustran y sabotean nuestra capacidad para reconocer la rahma, la misericordia de Allah. Es el mal que susurra a nuestro oído. Shaytan es solo un nombre. Él también procede del Creador. Si sabes como encarar al Shaytan, entonces no verás más que ar-rahman.
Hay una secta en oriente medio de unos dos o tres millones de seguidores que veneran al Shaytan. Dicen que conocemos al Señor gracias al Shaytan, y que en el Yaum al Qiyama Shaytan será perdonado, porque por medio de sus tentaciones se distingue al malo del bueno. Dicen que él será el primero en ser perdonado.
Si ves cualquier cosa menos la rahma de Allah, es cosa tuya. Son tus propias expectativas, apegos y fantasías. Tu mismo eres el que las creas.
(3) máliki yáumi d-dîn
Malik significa poseedor, dueño. Nosotros venimos de El Poseedor. No poseemos nada, pero sí somos completamente poseídos. Yáumi d-dîn es el día del dîn. Yaum no es solo un día, sino un espacio de tiempo. Dîn, transacción vital, retribución adecuada-justa, tiene su origen en la raíz dana, “deber a”, “estar en deuda con”. Es el débito del hombre que aspira conocer La Verdad, y a actualizarla en sí mismo. Incumbe por tanto a cada uno saber como poder pagar esa deuda contraída con nosotros mismos.
El dîn con Allah es el islam. Es una transacción vital. La manera de conducirse con uno mismo y con los demás es dîn. Es la forma sana-adecuada-correcta-apropiada de conducirse. Pero, si no puedes actuar sobre ti mismo, no serás de ayuda para nadie. Si la interacción no es bidireccional, no se consigue nada. Así solo acapararás más bienes terrenales, y no harás sino fomentar más y más tu apego. En cualquier momento caerás, y todo tu mundo se vendrá abajo. Por tanto, debes entrenarte a ti mismo con vistas a obtener la disciplina que requiere el dîn con Allah, la transacción vital, la forma sana-adecuada-correcta de comportarse. La disciplina interna comienza con la disciplina externa. Este es el sentido del dîn. La externa es más fácil, porque si no cejas en tu empeño de sobrepasar los límites, alguien lo hará por ti y te parará los pies. Es la disciplina interna la que resulta complicada, de modo que empezamos por la externa para desde ahí, ir tomando conciencia poco a poco el sentido de la disciplina interna. Es un viaje de lo denso, a lo sutil.
(4) iyyâka ná‘budu wa iyyâka nasta‘in
Una vez que has comprendido que estás en el seno del amor, y te vuelves consciente de tu relación de servidumbre respecto al rabb, lo admites abiertamente. Nosotros reconocemos Tu soberanía y guía sobre nosotros, dependemos de Ti. Si reconoces esta relación de dependencia y sientes la presencia de Su amor en ti, entonces estás en la ‘ubudia. ‘Abada es reconocer algo y actuar conforme dicha conciencia, es estar al servicio de aquello que reconocemos y a lo cual nos sometemos, y en segundo lugar, también significa facilitar, hacer asequible-accesible, porque la servidumbre facilita la aceptación y la acogida por parte de aquello a lo que, plenamente y sin restricciones, uno se entrega. Y tu dependes únicamente de ar-rahman, de nadie más, así que sométete solo a Él. Esto solamente cobra sentido si hay conocimiento, de otro modo no es más que una forma de tiranía.
(5) ihdinâ s-sirâta l-mustaqîm
Muéstranos el camino recto-directo. La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. Una línea recta es, también, un punto viajando en una única dirección. Así que, tu pides que te sea mostrado el camino más rápido, recto y directo hacia ese conocimiento.
(6 )sirâta l-ladzîna án‘amta ‘aláihim gáiri l-magdûbi ‘aláihim wa lâ d-dâ:llîn
Sirâta l-ladzîna án‘amta ‘aláihim, es el camino de aquellos que están establecidos en la felicidad, no el de aquellos que estás sumidos en el fuego de sus bajas pasiones. Na’ma es delicia, disfrute, felicidad. No hay ira en este tipo de vida. Si no te percatas de la rahma, es porque te has cubierto de sombras. Tu ignorancia no es culpa de nadie más que de ti mismo. Si actúas imprudentemente, y como consecuencia resultas herido, entonces despiertas la ira de La Realidad hacia ti, entendiendo esa ira como el resultado de tu falta de sintonía con respecto a La Vedad Última. El enojo, la furia, la ira, implica un alto nivel de desacuerdo de una parte con la otra, lo cual conlleva la ruptura final de la relación mutua.
No hay más que Allah, Al-Haqq, La Realidad-Única. Por consiguiente, no hay lugar para supersticiones y creencias absurdas. Eres tú quien decides si Allah está enojado contigo. La rahma lo abarca todo. Incluso tú en tu extravío participas de Ella. La condición en la que te encuentras es la apropiada, la justa, porque es lo que te ha llegado directamente procedente de aquello en lo que tu corazón habita. Es el funcionamiento del cosmos, no es el caos. Es pura ecología. Como seres humanos, todos nos sentimos a veces perdidos, y a menudo asustados. Es por eso que debemos tratar de cultivar y de mantener sanas y buenas compañías. Básicamente, necesitamos ayuda.
La surat al-fatiha puede ser dividida en tres secciones. La primera sección va desde la primera línea hasta máliki yáumi d-dîn. Es una explicación de la realidad. De repente te encuentras despierto y dices: soy agradecido, al-hámdu lil-lâh, el Poseedor de todos estos atributos. Después de haber estado perdido por lugares recónditos e inhóspitos, dices: al-hámdu lil-lâhi rábbi l-‘âlamîn, más allá de mi comprensión y de mis expectativas. En la siguiente sección, desde iyyâka ná‘budu wa iyyâka nasta‘in hasta ihdinâ s-sirâta l-mustaqîm, tu eres el siervo, el esclavo (‘abd). Es el momento de la transacción, de la exigencia. Es el momento del requerimiento y de la acción. Aquí hay llanto del corazón. La tercera parte es como el eco de La Verdad, confirmando lo que estas haciendo y diciendo, y respondiendo a tu requerimiento.
La surat al fatiha es la sura más importante de todo el Qur’an. Si es plenamente asumida y asimilada, y cada palabra surge de lo más profundo del corazón, dejarás de hablar de la apertura y simplemente la reconocerás en la misericordia de Allah, Su rahma vasta e infinita. Así siempre estarás en ganancia, porque después de la contracción de la ignorancia, solo puede venir la expansión del conocimiento.
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