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Cartas del sheij Al-'Arabî ad-Darqâwî

Cartas del sheij Al-'Arabî Ibn Ahmad al-Sharîf ad-Darqâwî, maestro de una de las más importantes táriqas sufíes del Magreb, a sus discípulos, como una forma de instruirlos en el camino espiritual. En ellas se recogen las enseñanzas de su maestro, el sheij Abû-l-Hasan Sîdî 'Alî Ibn Sîdî 'Abd ar-Rahmân al-Hasanî al-'Amrânî, conocido como "Al-Yamal", que falleció en la ciudad de Fes el año 1193.


INTRODUCCIÓN

El shaykh al-'Arabi ad­-Darqawi al-Hassani, vivió en Marruecos, y allí murió en el 1239 de la hégira' (1823) a la edad aproximada de ochenta años. Su recuerdo permanece vivo; y aún hoy, su tumba en Bu Berih, en el territorio de los Beni Zarwal, atrae todos los años a una multitud de peregrinos. Los historiadores modernos del Magreb, así como a los estudiosos del Islam y el sufismo, no ignoran cuál fue el papel que desempeñó el célebre shaykh como renovador de la orden shadhilí, cuya primera expansión, en el siglo séptimo de la hégira, partió de Marruecos para extenderse por casi todo el mundo musulmán.


En cuanto a la enseñanza del shaykh, tal como se deduce de estos extractos de cartas dirigidas a sus discípulos, puede compararse con la de los verdaderos maestros de todos los tiempos, tanto por su contenido en temas de Islam como por su espontaneidad espiritual. El shaykh habla de lo necesario para evita toda especulación que se anticipe inútilmente al trabajo espiritual.


La obra espiritual del shaykh Darqawi no se estima en su justo valor, reside en el hecho de que varios de sus discípulos, convertidos a su vez en eminentes maestros, han prestado su nombre a talo cual rama de la orden. Pero sería erróneo ver en ello un signo de escisión, ya que los miembros de estas diversas órdenes nunca han dejado de considerarse Darqawa o, más generalmente, Shadhiliyya, aun cuando habitualmente se designen con el nombre del fundador más cercano en su cadena de iniciación (silsila). Así, por ejemplo, la rama fundada por Muhammad Hassan Zafir al-Madani, discípulo directo del shaykh Darqawi y cuya actividad tuvo por centro Misurata, en Libia, es generalmente conocida con el nombre de tarqa Madaniyya. Uno de los más notables maestros de esta rama fue el shaykh Ali Nur ad-Din al-Yashruti, que vivió de 1793 a 1898 de la era cristiana y fundó zawiyas en Palestina y Siria.


Otro discípulo del shayleh Darqawi, Muhammad al-Fasi, vivió en El Cairo y en Colombo, donde sus afiliados son generalmente conocidos como shadhiliyya.


Mencionemos también al célebre shaykh argelino Ahmad al-'Alawi, muerto en 1935 en Mostaganem, que pertenece a otra «cadena» que se remonta al shaykh Darqawi. Sus discípulos se hallan extendidos por todo el África del Norte, así como en Siria, sur de Arabia y hasta en Java. En sus escritos, y especialmente en sus poemas, se reencuentra la visión aquilina de los grandes sufíes de la Edad Media.


Seria fácil multiplicar estos ejemplos; los que acabamos de citar bastarán para mostrar la irradiación que tuvo la obra espiritual del shqykh Darqawi.


Mawlay-al-'Arabi ad-Darqawi se refiere a menudo a su propio maestro, el shaykh Abul-Hassan 'Ali ben 'Abd-llah al-'Imrani al-Hassani, apodado aI-Jamal (el camello). Este maestro, al que encontró en Fez en 1182 (1767/68), vivía en la sombra, sólo conocido por algunos discípulos. Sin embargo se le considera uno de los grandes «polos» de la orden shadhilí en el Magreb. Pero fue a su discípulo al-'Arabi ad-Darqawi a quien tocó en suerte difundir la herencia espiritual de la taríqa shadhiliyya por todo el Magreb y “también más allá”.


Fue el propio shaykh Darqawi quien formó su colección de cartas (rasail), copiada por sus discípulos e impresa con numerosas reediciones en Fez, en escritura litografiada. Aún hoy es leída y comentada en las zawiyas de filiación dar­qawi.


CARTA 5

Si deseas que tu camino se acorte para llegar rápidamente a la realización, practica las obras de carácter «necesario» (al-wâjibât) y las «supererogatorias firmemente recomendadas» (ma taakada mîn nawâfili-l-khayrât); aprende de la ciencia exterior lo indispensable para servir a Allah; pero no te entretengas en ella, porque no se te pide que profundices por ahí; en la que debes profundizar es en la ciencia interior, y combate a la codicia; entonces verás maravillas. El «carácter noble» no es otra cosa que el taçawwuf en los sufíes, como es el Din (camino del Islam) en los hombres del Din; ¡y que Allah maldiga a los que mienten!

Huye también siempre de la sensualidad,[1] porque es lo opuesto de la espiritualidad, y los opuestos no se reúnen. En la misma medida en que refuerces los sentidos, te debilitarás en espíritu, y a la inversa. Te contaré lo que le sucedió a nuestro maestro (que Allah esté satisfecho de él) al inicio de su camino. Venía de trillar tres medidas de trigo y se lo hizo saber a su maestro, el señor al-’Arabi ben ‘Abd- Alláh, que le dijo: «Si aumentas en el orden de los sentidos, disminuirás en el del espíritu, y si disminuyes en éste, aumentarás en aquél». Esto es evidente, pues en tanto mantengas buenas relaciones con los hombres (del mundo), nunca sentirás en ellos el perfume del espíritu; sólo el olor del sudor, y eso viene de que la sensualidad les ha sojuzgado; ha atrapado sus corazones y sus miembros; únicamente en ella conciben beneficios, de modo que no charlan, ni se ocupan, ni se regocijan más que de ella, de la que apenas pueden sustraerse; y sin embargo, son numerosos los que se han desprendido de su influencia para sumergirse en el espíritu durante toda su vida; ¡que Allah esté contento de ellos y nos haga sacar provecho de su bendición, Amén, Amén, Amén! Es como si Allah (s.w.t.) no les hubiera dado espíritu (es decir, a la gente del mundo), si bien todos y cada uno de ellos participan de él, como las olas forman parte del océano. Si lo supieran no se dejarían distraer por las cosas sensibles; y si lo supieran, descubrirían en sí mismos océanos sin límites; y Allah garantiza lo que decimos.

[1] Al-biss: la sensualidad en el más amplio sentido del término, es decir, el apego a la experiencia sensible.


CARTA 8

No se accede a Allah sino por la puerta de la muerte del ego (nafs), como afirman los Sufíes. Ahora bien, observamos - pero Allah es más sabio- que el faqír no matará a su ego antes de que pueda captar su forma, y no la captará sino tras haberse separado del mundo, de sus compañeros, de sus amigos y de sus hábitos. Un faqîr me dijo: «Mi mujer me ha vencido», a lo que respondí: -Quien te ha vencido no es ella, sino tu propia alma (naf); si hubieras vencido a tu alma habrías vencido al cosmos entero, a pesar suyo, y cuánto más a tu mujer, porque nada nos vence salvo nuestra propia alma (nafs); no tenemos otro enemigo que ella; si pudiéramos matarla, mataríamos al mismo tiempo a todos los opresores; que la maldíción de Allah caiga sobre quien miente.


CARTA 9

Cuando mi maestro vio que seguía la vía sinceramente, me ordenó romper con los hábitos de mí alma (nafs; me dijo: «Al igual que debemos adquirir la ciencia de la Realidad espiritual (al-haqîqa), debemos adquirir también la práctica de ella». No le comprendí. Entonces cogió mi hâík con su noble mano, me lo arrancó de la cabeza lo retorció varias veces y me lo enrolló al cuello; después, me dijo: -¡Aquí tienes la prueba del bien!-. Mi alma, entonces, se trastornó hasta tal punto que hubiera preferido morir antes que mostrarse con tal atavío. El maestro me miró sin decir nada, y me sentí oprimido hasta la muerte. Me levanté antes que él -lo que era contrario a mi costumbre- y me alejé hasta que la pared de la zâwiya me ocultó de su vista. Entonces mi alma (nafs) me dijo: ¿Pero qué significa esto? No supe contestarle salvo volviendo a colocarme el haik en la cabeza como todo el mundo; pero no, no lo hice, y le contesté: el maestro sabe bien lo que esto significa. Pero tú (mi alma), ¿por qué estás tan agitada y tan revuelta? ¿Qué es lo que temes por ser humillada? ¿Qué eres tú y cuál es tu rango para que no soportes verte en este estado? ¿Es que sólo te gusta quedarte con tu concupiscencia y tus caprichos y retozar sin freno? ¡No, por Allah, que no disfrutarás de ellos mientras guarde vigilancia sobre ti y tus hostilidades! Viendo entonces mis ojos inflamados de cólera, perdió la esperanza de continuar con su concupiscencia y supo que todo eso se había terminado, aceptando finalmente la ley que le imponía. ¡Desgraciado el faqîr, desgraciado, si ve la forma de su propia alma (o de su «yo», nafs) tal como es y no la estrangula hasta que muera!


CARTA 11

Ocupaos, pues, (que Allah os sea misericordioso) de aquello que mata a vuestro ego (nafs) y vivifica vuestro corazón. La raíz de todas las virtudes en cuanto virtud, es que el corazón se halle vacío de todo amor al mundo, al igual que la raíz de todos los vicios, en cuanto vicio, es el amor al mundo que ocupa el corazon. Acabo de escribir a uno de los hermanos; le he explicado que la causa del libertinaje es el amor al mundo, porque quien se vuelve por entero, con corazon y miembros, hacia el mundo, es el gran libertino y el gran pecador, y si no fuera por la fe establecida en su corazon, incluso diríamos que es el infiel; ocupaos, pues, de lo que mata a vuestro ego y vivifica a vuestro corazón, tal como os decimos, porque para nosotros no hay acceso a la Presencia de nuestro Señor sino tras la muerte de nuestro ego, hagamos lo que hagamos, como dice el venerable maestro, el intimo de Allah (wali) Abû Madyan (que Allah esté satisfecho de él): «Quien no muere, no ve a Allah». Uno de nuestros hermanos se nos quejaba de un opresor que lo perseguía; a esto le respondimos: «Si deseas matar a quien te oprime, mata entonces a tu ego (nafs), porque matándolo matarás a todos los opresores». Que Allah maldiga a los que mienten.


Autor: sheij Al-'Arabî Ibn Ahmad al-Sharîf ad-Darqâwî
Fuente: http://www.islamyal-andalus.org/publicaciones/darqawi/index.htm
Otra versión: http://www.webislam.com/?idl=125

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