La conquista de Medina Mayurqa por las tropas catalano-aragonesas supuso una catástrofe psicológica para los almohades
"... El lunes 23 de safar fue la gran desgracia de Mallorca. Que Dios la devuelva al Islam". Estas líneas melancólicas de Ibn Aben Zara, a medio camino entre la crónica histórica, la elegía y la plegaria religiosa, ilustran lo que significó para la intelectualidad almohade la conquista de Medina Mayurqa por parte de las tropas catalano aragonesas de Jaume I en diciembre de 1229.
Varios historiadores musulmanes norteafricanos de aquellos momentos recogen en sus anales y crónicas el golpe psicológico que para su sociedad representó que el "tirano de Barcelona" se apoderara de la isla. Así, al.Himayri narra que el rey cristiano "infligió a los mallorquines tales luchas, pruebas y asedios como nunca antes habían soportado. Se apoderó de ella -la Isla- por la fuerza. Se apoderó de su valí, Ibn Abu Yahya y lo torturó de la manera más cruel hasta la muerte. La idolatría se enseñoreó de la Isla el año 627" (1).
Lógicamente, estos historiadores dan una versión de la guerra y la conquista bastante diferente de la presentada por el bando cristiano. Es interesante, sin embargo, que en ocasiones los historiadores de uno y otro bando coinciden en los hechos acontecidos, pero no en la interpretación de estos. Para tales historiadores del bando de los vencidos, los hechos de 1229 no son sino una acción cruel de unos bárbaros sedientos de sangre y destrucción a los que no se puede aplacar con la promesa de dinero o bienes a cambio de que respeten la vida de los creyentes.
Los cristianos, los ‘romanos’ -rumí- son, para quienes han hecho la declaración solemne de la fe islámica, unos idólatras, asociadores, trinitarios, politeístas, infieles, descreídos que acechan Mallorca "como manada de hambrientos lobos atentos a su presa" (de Ash.Sahkandi, citado por Alvaro Campaner), etc. Ante sus acciones violentas, los musulmanes, sean almorávides, almohades, andalusíes, beréberes -lo que implica a su vez diferentes concepciones de la fe islámica- o incluso renegados que han apostatado del cristianismo, se presentan ante el lector como las civilizadas víctimas que no practican la guerra de agresión, y que entienden que siempre se puede llegar a un arreglo económico para salvar la propia vida.
La Mallorca islámica de principios del siglo XIII se había recuperado con creces de las consecuencias de la razzia pisana de 1114 (2), al punto que los antiguos agresores se veían forzados a firmar tratados de paz (3). La Medina era una de las ciudades más pobladas de Al Andalus y su valí, Abu Yahya, era prácticamente independiente de la administración del califa almohade. Según la división administrativa musulmana, Ibiza y Menorca estaban sometidas al gobierno con sede en Mallorca (4).
La población era variopinta y se alejaba del estereotipo del moro aceitunado con turbante tirando a mameluco, bien mugriento o bien en plan personaje de las ‘Mil y Una Noches’: en el Museu d'Art de Catalunya, un mural sobre Medina Mayurqa ilustra esta diversidad étnica al presentar el rostro de un hombre rubio al lado del de un negro, en un grupo de cinco peones, todos con la cabeza descubierta, barba corta de inspiración griega, cómodas ropas amplias y brazos arremangados; el grupo se encuentra bajo el pendón almohade que presenta una estrella salomónica de seis puntas.
En el mismo museo, otro mural ilustra la batalla de Porto Pí, anterior al asalto a Medina Mayurqa; en él, los ligeros caballeros almohades, de piel blanca u oscura, se tocan con un gorro de tela, cuyo largo extremo cae por un lado de la cabeza en contraste con caballeros cristianos de pesadas armaduras. Las representaciones corroboran que Mallorca acogía a personas de procedencia diversa sin poner demsiadas trabas. El mismo comerciante y marino cristiano que sugirió la conquista catalana, Pere Martell, había visitado la Isla varias veces; los catalanes encontraron tras la toma de la ciudad al renegado Gil d'Alagó -islamizado con el nombre de Mahomet-, así como a comerciantes pisanos, genoveses y provenzales (5) que vivían entre el mahometanismo sin demasiadas molestias.
Las Islas Orientales de Al Andalus mantuvieron siempre un poderío corsario y comercial remarcable desde que, a partir del año 903, fueron islamizadas por el emirato de Córdoba. Entre esa fecha y la anterior incorporación de Baleares al Imperio de Oriente por Teodosio se encuentran "los siglos oscuros", en los que apenas hay referencias históricas sobre el archipiélago. La protección brindada por Carlomagno parece una entelequia poco fiable, casi una argucia publicitaria de la cancillería del emperador. Ya el primer valí, el yemení Isam al Hawlani, se distinguió por construir "mezquitas, posadas y baños" (citado por Roselló Bordoy), lo que equivale a establecer una civilización refinada, con preocupaciones espirituales, que disponía de lugares de encuentro social y comodidades atractivas. La Medina constaba de tres recintos amurallados; se registraban entre 32 y 48 mezquitas en toda la Isla (6), la mayor de ellas en el emplazamiento que hoy ocupa la Catedral tan admirada por los turistas. Mallorca producía cultivos de secano y regadío, leña, mulas -estos dos últimos productos, equivalentes a combustible, materia prima y transporte, eran muy tenidos en cuenta en la intendencia militar medieval-, aceite y sal en abundancia en las salinas de Ibiza y Mallorca.
Pero la prosperidad y la tolerancia religiosa y étnica no traían aparejada la calma y paz interior. De hecho, cuando la escuadra de centenar y medio de naves cristianas desembarcó en Santa Ponça en septiembre de 1229, Yahya estaba a punto de ejecutar a 50 prohombres de la ciudad implicados en una conjura contra su persona.
Estas disensiones en la sociedad mallorquina islámica se originaban tanto en la propia personalidad de Abú Yahya como en las tensiones entre almorávides y almohades. Los últimos, más ‘puritanos’ -salvando las distancias, ya que este calificativo es cristiano y no musulmán (7)- que los primeros, se apoderaron de Mallorca en 1203 por orden directa del califa almohade Muhammad ben Yaqub ben Yusuf, llamado Al Nasir. Conviene recordar que ‘califa’ (8) es un galicismo relativamente reciente -quizá influencia literaria de la primera traducción del ‘Ua laila u laila’, las ‘Mil y Una Noches’ del francés Galland- y que las crónicas catalanas hablan en su lugar del ‘miramamolí’ almohade, es decir, del ‘amir al muminin’ o ‘príncipe de los creyentes’.
Años antes de la llegada de los almohades, ciertos magnates almorávides habían ofrecido la sumisión a Yaqub, pero a la iniciativa se opuso la familia más prestigiosa de los almorávides mallorquines, la Banu Ganiya, que gobernaba de forma independiente desde la razzia pisana: a ellos se debía la recuperación económica y política. La muerte del califa/emir Yaqub en la batalla de Arcos fue aprovechada por Alí ben Ganiya, ‘al Mayurkí’ en las crónicas, para abrir un frente bélico anti almohade en Ifriquiya (Túnez). Pero durante su ausencia, circunstancias demasiado prolijas para ser narradas brevemente determinaron la adscripción de los mallorquines a la causa almohade. Baste decir que Alí comisionó a su hermano Abd Allah para que regresara y recuperara la Isla; logrado esto, Abd Allah se enfrentó a las tropas almohades que desembarcaron en varias ocasiones mientras su hermano Alí seguía combatiendo a los almohades en Túnez, hasta que el emir Al Nasir consiguió combinar sus fuerzas con las de otros mallorquines afectos a su causa. Estando sitiada la Medina, Abd Allah acudió ebrio a repeler el ataque a una de las puertas; se cayó del caballo y un curdo llamado Omar le arrebató su propia espada con la que le cortó la cabeza. El cráneo se envió a Marruecos, centro polkítico del movimeinto almohade, en tanto su cuerpo se colgó en un lienzo de la muralla de Medina Mayurqa. De esta forma, los almorávides Ganiya se convertieron de invasores de los almohades en invadidos por éstos, de libertadores en proscritos y exiliados.
Esta larga -y enmarañada- digresión era necesaria para calibrar hasta qué punto era complicada la sociedad balear musulmana. Si bien una parte deseaba adscribirse a la dominación almohade, otra mantenía fuertes lazos con las familias almorávides que habían reconstruido la Medina tras ser arrasada e incendiada en la cruzada pisano catalana de 1114/16. En este clima, el walí Abú Yahya se sentía obligado a hacerse fuerte. Por circunstancias no aclaradas, Yahya gobernaba desde 1208 sin que hubiera sido rotado o cesado, lo que le confería cierta autonomía: en 1224 se le ordenó que se trasladara a Túnez para un destino militar, pero este encargo no fue cumplido (9).
Dentro de esta autonomía, Yahya declaró la Yihad cuando naves de Tortosa se apoderaron de unas galeras marroquíes que cargaban leña en el puerto de Ibiza. En 1226, su hijo mayor capitaneó las galeras mallorquinas que se apoderaron de una nave genovesa y otras dos de Barcelona y Tortosa. El valí, merced a estos éxitos, se sintió acrecentado en su poder; orgulloso, se llega a expresar que se creía invencible, omnipotente, quizá heredero del corso almorávide balear de los proscritos Ganiya.
Como sucede en política en tiempos de crisis, a un reforzamiento exterior siguió un reforzamiento interior: Yahya ordenó la ejecución de cuatro prohombres de la comunidad, dos de ellos sobrinos de su tío materno, Abu Has Ibn Sayri. Este, con el respaldo de otros notables, comenzó a planear una conjura para librarse del gobierno de Yahya "que no sirve para gobernarnos ni para defendernos", pero el valí respondió con más represión y encarceló a otros 50 notables, muchos de los cuales creerían llegada su última hora.
Fue en esos días de revuelta cuando la escuadra de Jaume I llegó al islote del Pantaleu. El valí había llamado a su presencia a los 50 cautivos, quien sabe si para comunicarles su pronta ejecución, cuando -a veces, la Historia imita al teatro- dos mensajeros, uno seguido de otro, comunicaron que ya se avistaban decenas de velas cristianas. Yahya tuvo un rasgo de generosidad: indultó a los conjurados y les conminó a que se aprestaran a la defensa común. Los rehabilitados volvieron a sus casas y fueron recibidos por sus familias "como si saliesen de sus tumbas" (10).
Pero el indulto no bastaba a todos, y algunos decidieron tomar partido por los cristianos. Ya en el Pantaleu, las crónicas cristianas registran cómo el moro Alí se presentó ante el rey para conminarle a que tomara Mallorca cuanto antes, y le informó sobre la disposición de las fuerzas del valí (11). Acampados los catalano aragoneses frente a las murallas, el prohombre Ben Abet se les ofreció para suministrarles alimentos; su ofrecimiento a los magnates cristianos invasores, marcada por una gran cortesía, contribuyó a que los invasores mantuvieran el asedio durante tres meses y medio sin que surgiera el hambre. El hijo mayor del walí, el mismo que comandó las naves corsarias en Ibiza, se entregó al rey. Por último, el jefe de la conjura contra Yahya, su tío Ibn Sayri, dirigió una huida secreta de parte de la población de la Medina hacia el interior de la Isla, antes de la jornada del 31 de diciembre de 1229 en que los invasores entraron en la ciudad por la puerta de Bab al Kofol (12).
Pero, ¿podían estos desafectos ser tildados como traidores? Más bien no. Sayri huyó, pero para continuar una resistencia en el interior que se alargó durante dos años. Ben Abet, quizá vengando una afrenta de Yahya, entregaba alimentos, pero nunca aportó armas ni hombres: su actitud puede excusarse si creía que los cristianos se marcharían tras deponer a Yahya y saquear la Medina -Abet vivía en Pollença (denominada ´’Bullansa’ por los musulmanes)-, o si recibió seguridades de que ni su familia ni su hacienda serían perjudicadas por el nuevo orden: Jaume I le calificó de "…ángel de Déu". Sin embargo, es de temer que tuviera un destino peor: su nombre no aparece más en las crónicas. En cuanto a Alí del Pantaleu o de la Palomera, hay dudas sobre si existió realmente o se trata de una creación ‘literaria’ para adornar la conquista con hechos maravillosos (13). Del hijo mayor de Yahya, quizás dotado de mayor perspicacia política que su padre, se sabe que quedó bajo la protección real y se bautizó con el nombre de Jaume.
A todo esto, el walí mantenía serias esperanzas de dominar la situación, pese a haber sido derrotado en tres enfrentamientos en campo abierto -primeras escaramuzas, batalla de Porto Pí, derrota de su lugarteniente Fati Allah- y tener la ciudad sitiada y sin agua. Yahya fanfarroneaba y no calculaba el peligro real de una expedición con bula de Cruzada cuyos magnates habían jurado vengarse por la muerte de sus parientes Ramón y Guillem Montcada en la batalla de Porto Pí. En unas primeras conversaciones de paz convocadas por él mismo, el orgulloso Yayha aún preguntaba a los cristianos que qué querían, como dándoles la oportunidad de explicarse.
En una segunda propuesta del walí se ofreció, por el intermedio del renegado Mahomet/Alagó, a pagar los gastos que habían tenido los expedicionarios si cesaban la lucha y reembarcaban. Ni caso. En la tercera, bajo tienda en terreno neutral, Yahya ni siquiera miró a la cara al representante real, Nunyo Sanç, pero le hizo saber que aquella tierra se la había dado Dios, y se asombraba de que su rey se atreviera a disputársela ... Yahya, no hay duda, no estaba dotado para la diplomacia. La entrevista reseñada acabó con una nueva oferta económica a los invasores para que cesaran la lucha, esta vez de cinco besantes "por la cabeza de cada hombre, mujer y niño" habitante de la Medina, con tal que el rey "nos diera estas naves que tiene, con las que pasar a Berbería, y los que se quieran quedar que se queden"(14). Es decir, que los catalano aragoneses se podían apropiar de la ciudad y obtener además una recompensa a condición de que respetaran las vidas de los sitiados y sus efectos más personales. Esta oferta, además, informa al historiador de cuál debía ser el ‘presupuesto municipal’ o economía del tesoro musulmán: alrededor de 50.000 personas vivían en esos momentos en la Medina, lo que arroja un rescate de 250.000 besantes.
El trato convenía al rey, ya que le ponía la ciudad intacta en sus manos y resarcía su tesoro con dinero en metálico, pero sus nobles, vengativos, lo rechazaron. Con cierto sentimiento, el rey hizo saber al walí "que hiciera lo que pudiera, que nosotros haríamos lo que pudiéramos". Con mayor sentimiento aún, Yahya reunió su consejo, hizo referencias al cruel destino que les esperaba a sus esposas e hijas en manos cristianas "que más quisiera haber perdido la cabeza". A lo que "todo el pueblo gritó con una sola voz, diciendo que más valía morir que sufrir tan gran desgracia". Y se volvieron a los muros con tal ímpetu "que hacía más (daño) un sarraceno que dos no hacían antes" (15).
Cada vez que uno de las túneles o cavas subterráneas que realizaban los cruzados estaba a punto de derribar un lienzo de muralla, los sitiados levantaban detrás de este otro muro de cal y piedras para tapar la brecha. Para ilustrar la dureza de la lucha, el propio rey narra cómo los sarracenos invadieron el interior de una de las cavas subterráneas mediante una "contraataca" excavada desde la Medina, y desalojaron del túnel a los cristianos; el rey ordenó que acudiera la tropa armada con una ballesta de torno que "dio tal a dos escudados sarracenos que eran los primeros (que encontraron) en la cava que los mató de un golpe, partiendo los escudos" (16).
Frente a la resistencia, los sitiadores llegaron a estar tan desmoralizados que abandonaban las guardias nocturnas. La combatividad de los musulmanes fue tal que los nobles se preguntaron si no debían haber aceptado la última oferta económica. Pero Abu Yahya no pudo aprovechar esta ventaja, tanto por su indecisión y la división causada por su política como por la falta de auxilio exterior a la ciudad -lo que también era consecuencia de la división.
Sumado todo ello, el asalto final no pudo evitarse, la ciudad fue tomada, 24.000 personas fueron asesinadas, y Abu Yahya y su hijo menor de 13 años padecieron suplicio hasta la muerte. En tanto, Aben Sheyri mantenía una fuerza de 6.000 hombres en el interior de Mallorca, hasta que fue vencido y muerto el 14 de febrero de 1231 (al Makhzumi). El rey en persona llevó a cabo varias operaciones de limpieza, como la famosa ocasión en que obligó a desalojar una cueva llena de centenares de refugiados mediante la acción del fuego, en la zona de Artà.
A Sheyri le sucedió Xuaip en la dirección de la resistencia. Tres castillos, en Alaró, Pollença y Santueri, fueron las bases de los rebeldes; el rey cita que los musulmanes podían ser "bien quince mil con mujeres y niños" (17). De ellos, sólo dos mil continuaron la lucha cuando el rey y Xuaip hicieron las paces dando el primero libertad de residencia a los musulmanes. Estos últimos resistentes fueron liderados por el cadí Abu Alí Umar ben Ahmed ben Umar al Amirí, quien fue muerto en la toma del castillo de Pollença -‘castell del Rei’- en mayo de 1231 (18). Los mallorquines musulmanes prefirieron arrojarse por las laderas de los acantilados en el interior de tinajas, que se despedazaron contra las rocas. La melancolía invade la conclusión de la crónica de al.Makhzumí al dar cuenta que, hacia el mes de Shaban, todos aquellos que pudieron escapar de Mallorca alcanzaron los dominios del Islam.
NOTAS:
1/ Se puede hallar una amplia bibliografía básica en ‘Els Oblidats’, de Guillem Roselló Bordoy, Ajuntament de Palma, Palma de Mallorca, 1990. Entre los autores reseñados en esta obra, sólo para el periodo de la conquista cristiana, se hallan al.Maqqari (‘Kitab naff al.tibb’, El Cairo, 1885), al.Makhzumi (autor de una historia de Mallorca desaparecida, pero cuya parte relativa a la conquista resume al.Maqqari en seis páginas), al. Himyari (‘Kitab arwad al.mitar’, ed. Levi-Provençal, Leiden, 1930), Ibn Abu Zar (‘Kitab rawd al Qartas’, ed. Huici, Valencia 1964. En esta última obra se recogen las palabras de Ibn Zara).
2/ El conde Ramón Berenguer III se alió con pisanos y genoveses entre 1114 y 1116 en una primera cruzada contra Baleares. El catalán aspiraba a anexionarse el archipiélago de forma definitiva; los italianos querían destruir la amenaza contra su comercio naval, pero su intención no era la de fundar una nueva comunidad. Saqueada y destruída por primera vez Medina Mayurqa, y en ausencia de Ramón Berenguer III, la escuadra pisana huyó a la vista de la escuadra almorávide enviada desde Africa. Para este período, ver Ibn al Kardabus ´’Historia de al.Andalus’, ed. Felipe Maíllo, Madrid, Akal, 1986. También el prestigioso ceutí Ibn Jaldún, a través de su ‘Historia de los bereberes’ (‘Kitab al Ibar’, ed. Bulaq, 1867), historió este período. Por parte cristiana, la razzia originó varias obras: el poema en latín ‘Liber Maiolichinus de gestis Pisanorum Illustribus’, editado con el subtítulo ‘Poema della guerra balearica secondo il Cod. pisano Roncioni aggiuntevi alcune notizie lasciate de M. Amari’, ed. Carlo Calisse, Roma, Instituto Storico Italiano, 1904; la crónica ‘Gesta Triumphalia per Pisanos facta’ (en ‘Italia Sacra’,citado en ‘Bosquejo de la Dominación Islamita en las Islas Baleares’ de Alvaro Campaner Fuertes, ed. Miquel Font, Palma de Mallorca 1987) y a un segundo poema de Lorenzo de Verona (‘Rerum in Majorica Pisanorum ac de eorum triumpho pisis habito anno salutis MCXIV’, misma referencia anterior).
3/ Tratados de 1177, 1181, 1185 y 1188 con las repúblicas de Génova y Pisa en las que ambas partes se comprometen a no dañarse por mar o tierra. Campaner apunta que ninguna de ambas repúblicas latinas habría firmado tal tratado con otro estado a no ser que se viera amenazada por el firmante. Como ejemplo de la recuperada fuerza del corso balear, en 1178, musulmanes mallorquines atacaron Tolón y tomaron como cautivo al vizconde de Marsella, Hugo Gaufrido.
4/ La administración almohade procuraba rotar a los walíes o gobernadores de jurisdicción cada uno o dos años. Por un lado, así se evitaba que surgieran veleidades independentistas, y por otro se premiaba o castigaba la gestión del gobernador, ascendiéndole o degradándole, de modo semejante a los mandarines en China. Antes de Yahya fueron walíes almohades Abd Allah ibn Ta Allah Al Kumi, ascendido luego a almirante de la flota almohade; Abu Zayd, tío del califa Yaqub Al Nasir; y Abu Abd Allah ibn Abi Hafs Abd Al Mumin. El nombre completo del último walí, nombrado en 1208, era Abu Yahya Muhammad ibn Ali ibn Abi Imran al Tinmalali.
5/ Ciertas personas mantienen que el catalán hablado en Baleares no tiene nada que ver con el catalán de Catalunya, sino que se trata de una lengua autóctona hablada ‘antes’ de la invasión catalano aragonesa. Sin entrar en polémicas filológicas es obvio que, dado que la población anterior era almorávide y almohade, sus hablas serían las propias de las poblaciones bereberes, bien de las montañas o del desierto. La escasa población latina de Mallorca queda consignada como de paso: marinos y comerciantes pisanos, genoveses y provenzales. En las conversaciones de paz entre tropas cristianas y musulmanas se menciona siempre la presencia de traductores. En las crónicas y en el ‘Codex Català del Llibre del Repartiment’, equivalente catalano mallorquín al ‘Doomesdaybook’ inglés, aparece un mínimo número de nombres latinos. Al contrario, gran número de topónimos de Mallorca -Binissalem, Biniali, Banyalbufar, etc.- sólo se explican por la catalanización de su fonética. Tampoco se ha encontrado ni una lápida o inscripción latina o romance que avale la presencia de una comunidad mozárabe mallorquina en el momento de la conquista. Hay que recordar también el hecho que Ramón Llull compró un esclavo muslmán para aprender arábigo, es decir, que la lengua romance de Llull no era la nativa de Mallorca. A su vez, la población musulmana, bien mediante la huída o por la esclavitud, desapareció de Mallorca al poco de medio siglo después de la Conquista. Jaume I favoreció la repoblaci¢n de catalanes, posteriormente se establecieron italianos, a lo que debe sumarse la protección real brindada a la comunidad judía (‘La Conquista de Mallorca pel rei en Jaume I’, Miquel Ribas de Pina, ed. Alcover, Palma, 1934).
6/ ‘Mezquitas urbanas y rurales en Mallorca’, Ricard Soto, en Butlletí Societat Arqueológica Lul.liana, XXXVII, Palma, 1979. Para analizar en profundidad la constitución urbana, ver ‘Evolució urbana i topografia de Madina Mayurqa’, Magdalena Riera Frau, Ajuntament de Palma, 1993, obra en la que se da cuenta de recintos amurallados, mercados, red de aguas, huertos, barrios, sondeos arqueológicos y toponimia. Para la organización del resto de la Isla, ver el nº 18 de la publicación ‘Afers’, varios autores, ed. Afers, Catarroja, 1994.
7/ El fenómeno de reforma aparece en todas las religiones reveladas. En la cristiana, la reforma protestante implicó, entre otros aspectos, la libertad de traducción de la Biblia y de su interpretación; una corriente reformadora se denomin¢ ‘puritanismo’, en busca de una vuelta a las raíces bíblicas. En el Islam, la reforma almohade es en cierto modo equiparable, ya que promovió la traducción del Corán del árabe al beréber, rompió con las líneas genealógicas anteriores e impuso una mayor pureza de costumbres, aparejada con la intolerancia hacia judíos y cristianos. Con todo, la reforma almohade de rito malakí está muy lejos del actual ‘fundamentalismo’ nacido de la interpretación chií de la Saria o ley coránica.
8/ El significado de ‘califa’ o ‘Jalifa’ es religioso y apareció justo después de la muerte del Profeta Mahoma, cuando el grupo de sus más cercanos seguidores o ‘defensores’ escogieron de entre ellos a Abu Bakr como el ‘vicario’ o ‘califa’ del Profeta. Las consecuencias de esta acción y sus repercusiones -enfrentamientos con Alí y Fátima, disensiones entre ‘harishíes’ y ‘shiíes’- no son objeto de esta crónica.
9/ Se trataba de un nombramiento para combatir a Alí ibn Ganiya ‘al Mayurkí’ y sus hermanos que, desconectados de sus bases de aprovionamiento mallorquinas, aún combatían contra los almohades en Túnez. El último Ganiya murió en 1236. es decir, un lustro después de que su patria fuera invadida por los cristianos.
10/ Al.Mahkzumí, cuya perdida historia de Mallorca recensionó al.Makkari y recoge Alvaro Campaner.
11/ Sorprendentemente, la crónica real no refleja este encuentro, pero sí aparece en otras posteriores.
12/ Luego llamada puerta de Santa Margalida. Su factura original pervivió en Palma hasta el pasado siglo, cuando problemas urbanísticos incitaron a su derribo.
13/ Y así, el simpático Alí le dice al rey nada menos que su madre es una mujer muy sabia "y ha conocido en su arte de astronomía que tú debes conquistar esta tierra", y antes que "esta tierra es tuya ... que me lo dijo mi madre y me ruega que te lo venga a decir". (‘Els Oblidats’ de Roselló Bordoy, p g. 67, recogido de la 'Cr¢nica del Rei en Jaume' de Bernat Desclot). Precioso, pero ¿fue verdad?. Ramón Muntaner narra en sus ‘Cróniques’ que Jaume I le mesó la barba a Yahya, en venganza de los cautivos cristianos. Pero el propio rey tampoco lo narra.
14/ Crónica del ‘Llibre dels feits’, capítulo 79. Ed. 62, Barcelona, 1982. La traducción del fragmento y otros es del autor de este artículo.
15/ Ibidem.
16/ Ibidem.
17/ Ibidem. La mayor parte de los nobles catalanes con sus huestes abandonaron al rey tras la conquista de la Medina y el reparto del botín. Jaume I en persona, junto con los ‘rics homens’ de Aragón, los caballeros del Temple y los mercenarios almogávares, dirigió las operaciones de limpieza hasta noviembre de 1230. En esos duros meses en las montañas de Sóller (Shuiyar), Almallux, Banyalbufar, Artá (Yartan), o la llanura de Inca (de Inkan, ‘lugar’), días hubo en que el rey junto con cien peones y caballeros compartieron siete panes por toda comida. Jaume I regresó a Mallorca en otras dos ocasiones, y en ambas dirigió personalmente las operaciones militares.
18/ ‘Els Oblidats’, pág. 81.
Autor: Javier Lacosta, periodista
Fuente: http://www.islamyal-andalus.org/nuevo/historia/mallorca_1229.htm
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