El Asno Roñoso de la Cola Cortada / Mangy Ass with the lopped-off tail

Los Mitos Fundacionales del Estado de Israel


Allí donde la libertad eche raíces, estará mi tierra.
Benjamin Franklin

INTRODUCCIÓN
Este libro es la historia de una herejía. Esta consiste, en base a una lectura literal y selectiva de la palabra revelada, en hacer de la religión el instrumento sacralizado de una determinada política. Es una enfermedad mortal de este fin de siglo que ya he definido como Integrismos. He intentado combatirlos en los libros citados antes de esta introducción. En ellos dije cosas que no gustaron como: El islamismo es una enfermedad del Islam (Grandeur et décadences de l'lslam) o El Cristo de Pablo no es Jesús (Vers une guerre de religion).

Los combato hoy entre los judíos con este libro, con el riesgo de atraerme las iras de los israelí-sionistas a quienes tampoco les agradó que el Rabino Hirsh les recordara que: El sionismo quiere definir al pueblo judío como una entidad nacional Esto es una herejía (5).

¿Qué es el sionismo al que denuncio en mi libro (y no a la fe judía)?
Se define frecuentemente por sí mismo:
1· Es una doctrina política (Desde 1896, sionismo se refiere al movimiento político fundado por Théodore Herzl (6).

2· Es una doctrina nacionalista que no ha nacido del judaísmo sino del nacionalismo europeo del siglo XIX. El fundador del sionismo político, Herzl, no apelaba a la religión: No obedezco a un impulso religioso (7), Soy un agnóstico.
Lo que le interesa, no es particularmente la tierra santa; acepta de buen grado, para sus objetivos nacionalistas, Uganda o Libia, Chipre o Argentina, Mozambique o el Congo (8). Pero ante la oposición de sus amigos de fe judía, toma conciencia de la importancia de la poderosa leyenda (mighty legend) como él dice (9) que constituye una llamada de reunión de una irresistible fuerza (10).
Es un slogan movilizador que este eminente político realista no podía ignorar. De esta manera proclama, transformando la poderosa leyenda del retorno en realidad histórica: Palestina es nuestra inolvidable patria histórica este solo nombre sería un grito de reunión poderoso para nuestro pueblo (11). La cuestión judía no es para mí ni una cuestión social, ni una cuestión religiosa , es una cuestión nacional.

3· Es una doctrina colonial. A este respecto el lúcido Théodore Herzl no oculta sus objetivos: como primera etapa, realizar una Compañía a la carta, bajo la [16] protección de Inglaterra o de cualquier otra potencia, a la espera de hacer el Estado judío.
Por ello se dirige a quien se había revelado como el maestro en este tipo de operaciones: el traficante colonial Cecil Rhodes, que, de su Compañía a la carta, supo hacer una Africa del Sur, dando a una de las tierras integrantes su propio nombre: Rhodesia. Herzl le escribió, el 11 de enero de 1902: Le ruego que me envíe un texto en el que diga que ha examinado mi plan y que lo aprueba. Si se pregunta por qué me dirijo a Vd., Sr. Rhodes, le diré que es porque mi programa es un plan colonial (12). Doctrina política, nacionalista y colonial, tales son las tres características que definen al sionismo político tal y como triunfó en el Congreso de Basilea, en agosto de 1897. Théodore Herzl, su genial fundador, pudo decir, con justa razón al término de este Congreso: He fundado el Estado judío (13).



Medio siglo más tarde es en efecto esta política la que aplicarán escrupulosamente sus discípulos al crear, según sus métodos y siguiendo su línea política, el Estado de Israel (inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial). Pero esta empresa política, nacionalista y colonial, no tenía nada de la proyección de la fe y la espiritualidad judías. Al tiempo del Congreso de Basilea que no pudo celebrarse en Munich (como lo había previsto Herzl) por la oposición de la comunidad judía alemana, se celebraba en América la Conferencia de Montreal (1897) donde, a propuesta del Rabino Isaac Meyer Wise, la personalidad judía más representativa de la América de entonces, se votó una moción que se oponía radicalmente a dos lecturas de la Biblia, la lectura política y tribal del sionismo y la lectura espiritual y universalista de los Profetas. Desaprobamos completamente cualquier iniciativa tendente a la creación de un Estado judío. Tentativas de este género ponen en evidencia una concepción errónea de la misión de Israel que los Profetas judíos fueron los primeros en proclamar Afirmamos que el objetivo del judaísmo no es ni político, ni nacional, sino espiritual. Apunta hacia una época mesiánica en la que todos los hombres reconocerán pertenecer a una sola gran comunidad para el establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra (14).
Esta fue la primera reacción de las organizaciones judías desde La Asociación de los rabinos de Alemania, hasta la Alianza Israelita Universal de Francia, la Israelitische Allianz de Austria, al igual que las Asociaciones judías de Londres.


Esta oposición al sionismo político, inspirado por el vínculo a la espiritualidad de la fe judía, no ha cesado de expresarse. A continuación de la Segunda Guerra Mundial, se aprovechó en la ONU, la rivalidad entre las naciones, y sobre todo el apoyo incondicional de los Estados Unidos, para que el sionismo israelí se impusiera como fuerza dominante y, gracias a sus lobbies, invirtió la tendencia e hizo triunfar la política israelí-sionista de poder, contra la admirable tradición profética. Sin embargo no logró acallar la crítica de los grandes místicos. Martin Buber, una de las más grandes voces judías de este siglo, no cesó, hasta su muerte en Israel, de denunciar la degeneración e incluso la conversión del sionismo religioso en sionismo político.


Martin Buber declaraba en Nueva York: El sentimiento que me embargaba, hace [17] sesenta años, cuando entré en el movimiento sionista, es esencialmente el que siento hoy Esperaba que este nacionalismo no siguiera el camino de otros que comienzan por una gran esperanza y se degradan posteriormente hasta convertirse en un egoismo sagrado, que osan incluso, como el de Mussolini, proclamarse como sacro egoísmo, como si el egoísmo colectivo pudiera ser más sagrado que el egoísmo individual. Cuando regresamos a Palestina, la cuestión era:¿Quiere Vd. venir aquí como un amigo, un hermano, un miembro de la comunidad de pueblos de Oriente Próximo, o como el representante del colonialismo y del imperialismo? La contradicción entre el fin y los medios a alcanzar ha dividido a los sionistas: unos querían recibir de las Grandes Potencias privilegios políticos particulares, otros, sobre todo los jóvenes querían solamente que se les permitiera trabajar en Palestina con sus vecinos, para Palestina y para el porvenir.
No siempre fueron perfectas nuestras relaciones con los árabes, pero existía, en términos generales, una buena vecindad entre el pueblo judío y el pueblo árabe. Esta fase orgánica del establecimiento en Palestina perduró hasta la época de Hitler.
Fue Hitler quien empujó a las masas de judíos a venir a Palestina. De esta forma, a un desarrollo orgánico selectivo se sucedió una inmigración de masas con la necesidad de encontrar una fuerza política para su seguridad. La mayoría de los judíos prefirió aprender de Hitler que de nosotros. Hitler ha enseñado que la historia no sigue el camino del espíritu, sino el del poder, y que cuando un pueblo es lo suficientemente fuerte, puede matar con impunidad. Esta es la situación que nosotros teníamos que combatir. En el Ihud propusimos que judíos y árabes no se contentaran con coexistir sino en cooperar. Ello haría posible un desarrollo económico de Oriente Próximo, gracias al cual Oriente Medio podría aportar una gran y esencial contribución al futuro de la humanidad (15).


Dirigiéndose al XII Congreso Sionista celebrado en Karlsbad, el 5 de septiembre de 1921, decía: Nosotros hablamos del espíritu de Israel y creemos que no es parecido al de las demás naciones. Pero si el espíritu de Israel no es más que la síntesis de nuestra identidad nacional, nada más que una bella justificación de nuestro egoísmo colectivo transformado en ídolo, nosotros, que hemos rehusado aceptar cualquier otro príncipe que no sea el Señor del Universo, entonces somos como el resto de las naciones y bebemos con ellos en la copa que les embriaga. La nación no es el valor supremo. Los judíos son más que una nación: son los miembros de una comunidad de fe. La religión judía ha sido desarraigada, y ésta es la esencia de la enfermedad cuyo síntoma fue el nacimiento del nacionalismo judío a mediados del siglo XIX. Esta forma nueva del deseo de la tierra es el trasfondo que marca lo que el judaísmo nacional moderno ha tomado en préstamo del nacionalismo moderno de Occidente ¿Qué tiene que ver en todo esto la idea de la elección de Israel? La elección no designa un sentimiento de superioridad sino un sentido de destino. Este sentimiento no nace de una comparación con los demás, sino de una vocación y de una responsabilidad de cumplir la tarea que los Profetas no han cesado de recordarnos: si os vanagloriáis de ser los escogidos en lugar de vivir en la obediencia a Dios, cometéis una felonía.


NOTAS
1. Kimhe John, Palestine et Israël. Ed. Albin Michel. 1973, p. 27.
2. Kimhe John, Palestine et Israël. Ed. Albin Michel. 1973, p. 240.
3. Nadav Shragai, Haaretz, 13 de marzo de 1992.
4. Isaac Shamir, Looking back, looking ahead. 198, p. 574.
5. Washington Post, 3 de octubre de 1978.
6. Encyclopaedia of zionism and Israel. Herzl Press. Nueva York, volumen II, p. 1262.
7. Herzl: Diaries. Ed. Victor Gollanz. 1958.
8. Herzl, Diaries. (passim).
9. Herzl, Diaries. 1, p. 56.
10. Herzl, L'Etat juif, p. 45.
11. Herzl, L'Etat juif, p. 209.
12. Herzl, Tagebuch. Vol. III, p. 105.
13. Herzl, Diaries, p. 224.
14. Conferencia central de Rabinos americanos. Yearbook VII, 1987, p. XII
15. Jewish Newsletter, 2 de junio de 1958.



Autor: Roger Garaudy.
Fuente: http://www.islamyal-andalus.org/publicaciones/mito_israel/mito_israel.1.htm
El libro completo puede leerse en este enlace.

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