El Asno Roñoso de la Cola Cortada / Mangy Ass with the lopped-off tail

El Haÿÿ (peregrinación a La Meca) de Eva de Vitray-Meyerovitch

Último capítulo del libro “Islam, l’autre visage” (Islam, el otro rostro), escrito por esa gran conocedora y, como ella misma se decía, discípula espiritual de Jalal ud-Din Rumi, Eva de Vitray-Meyerovitch. En estas líneas nos explica de una manera sencilla y bella, su experiencia y sus emociones cuando hizo ella misma su viaje.


Me gustaría que nos hablase de la peregrinación a la Meca.
He ido dos veces, para la gran peregrinación y para aquella a la que se llama una simple visita.

Debe ser bastante raro que una occidental haga la peregrinación.
No es tan excepcional como parecen creer, pero en fin, es cierto que es bastante raro.

¿La norma dice que un musulmán debe hacer la peregrinación al menos una vez en su vida?
Si, pero a condición de que no sea un problema para su familia. No hay que arruinarse para ir a la Meca, no hay que arriesgarse y privar a la mujer y a los hijos de lo necesario.
La fecha de la gran peregrinación varia como la fecha de Pascua varia en los cristianos. Cuando es en verano, evidentemente es muy duro porque hace un calor tórrido. Yo la hice en enero y ya hacía un calor terrible. Y después está la pequeña peregrinación que se la llama “la visita” y que se puede hacer cuando se quiera.

¿Los no musulmanes no tienen realmente el derecho de ir?
Es así desde el Profeta. Sin duda por el miedo a un turismo ciego o al vandalismo

Una vez en la vida, no es mucho. ¿Cómo se decide uno a partir y por qué en tal o cual momento?
Los hindúes dicen: "Cuando el discípulo está listo, el Maestro aparece." Es un poco la misma cosa para la peregrinación. Cuando el momento viene, se sabe. Llegan siempre las cosas que te facilitan partir.
Puedo contarles la historia de uno de mis amigos que es abogado en Fez. Había decidido partir en el 1971 porque su madre, que era mayor, quería a toda costa hacer la peregrinación antes de morir. Desafortunadamente era un año en el que no se podía sacar mucho dinero de Marruecos. Mi amigo consiguió encontrar divisas extranjeras, pero en el último momento, dos días antes de partir, le faltó cierta suma. Furioso, dejando su consulta, subió en su coche y partió sin más. Iba tan lanzado que se metió en un sentido prohibido. Lo paró un agente y sacando sus papeles de la guantera, tiró un sobre. Lo abrió y se dio cuenta, que céntimo más o menos, contenía la suma que le faltaba. Una pequeña nota de su secretaria estaba junto al dinero: "No se como encontrarle y he pensado que Ud. abriría por fuerza, en un momento u otro, la guantera de su coche. Estaba cerrando la consulta cuando un cliente llegó y me dijo que se había acordado que le debía esta suma."
Ya ven, las cosas como ésta llegan siempre cuando hay que partir para la peregrinación.

¿Para Ud. como ocurrió?
Quería hacer la peregrinación desde hacia tiempo, pero una amiga muy querida no cesaba de repetir que no podía partir sola. Ella tenía una prima y un primo que se preparaban para partir pero que no tenían todavía el permiso. Porque en Egipto también había problemas de divisas, aunque hacia falta solicitar la autorización al ayuntamiento. Esta no les era concedida mas que para los que partían por primera vez.
Yo, que no tenía necesidad de autorización, amargaba la existencia de mis amigos telefoneándoles sin cesar y me desolaba ver que las autorizaciones no llegaban nunca. Una noche, me acosté de muy mal humor diciendo a Dios: "Realmente, si tengo que hacer la peregrinación, haz lo que sea necesario". Me dormí y soñé con un hombre que no conocía de nada. Estaba vestido como un egipcio, un traje con rayas negras y blancas. Me hizo una sonrisa gentil y me dijo: "Se bienvenida. Vas a partir para Medina".
Le respondí refunfuñando: "Pero no puedo ir a Medina". El me sonrió nuevamente y me dijo: "Si, ven a Medina". Estaba por preguntarme lo que esto quería decir cuando el teléfono sonó. Era el primo de mi amiga. Me dijo: "Ya está! Tenemos la autorización. Corra rápido a la embajada de Arabia Saudita para obtener su visa."
Salté dentro de un taxi, llegué a la embajada que está en las afueras del Cairo y ví en la puerta un inmenso nubio al que pregunté donde se encontraba la oficina para el Hadj. Me dijo: "Pero tú no puedes hacer el Hadj". Le dije que si y me preguntó si era turca. Le dije que no pero que quería igualmente hacer el Hadj y terminó por indicarme el camino.
Llego y el consejero de la embajada, un hombre muy cortés, coge mis papeles y dice: "Señora, lo siento mucho: tenemos una nueva reglamentación. Hay tantos pobres que vienen a buscar su visa y que, luego, no pueden partir porque no tienen suficiente dinero que ahora, no damos la visa mas que a la vista del billete de avión. Vaya rápido a la United Arab Airline, coja su billete y tendré el placer de darle su visa".
Volví a saltar en mi taxi, corrí a la United Arab Airline donde me dijeron: "Si Ud. no tiene su visa, no podemos darle el billete".
Di vueltas en este círculo vicioso durante tres días al cabo de los cuales, furiosa, volví a la embajada de Arabia Saudita. ¡Cielos! La verja estaba cerrada y había una cola de un kilómetro formada por gente que esperaba que se abriera. Fui directa a la verja y el inmenso nubio, habiéndome reconocido, me la entreabrió. Me deslicé como una serpiente y subí a ver al funcionario que ya me había recibido. Me atendió con una gran sonrisa y me dijo: "Ah señora, aquí tiene su pasaporte con la visa. Felicidades. Rece por mí en el Hadj". ¡Sin duda debía haber olvidado lo me que me había dicho la vez anterior y me cuidé bien de recordárselo! Corrí como una ladrona, recorrí toda la embajada y me dejé caer, temblando, sobre los cojines de mi taxi.
Así partí para la Meca.

¿Era el momento de la gran peregrinación?
Si, en enero de 1971. Confieso que, desde la llegada, quedé estupefacta de ver tal muchedumbre. Creo recordar que aquel año, éramos más de dos millones. Es tanto más impresionante cuanto toda esa gente está vestida de la misma manera. A partir de la llegada, uno se debe sacralizar con las abluciones, luego se pone uno un "hiram", es decir, una vestimenta de sacralización de color blanco. Esta uniformidad impuesta tiene por objetivo borrar las diferencias. En la Meca, oficialmente, no hay ni ricos, ni pobres. Solo hay musulmanes todos iguales ante su Dios.

¿Se tiene realmente la impresión de encontrarse en un lugar sagrado?
Desde luego. No olvide que es la Meca, según la tradición, donde fue erigido por Abraham el templo más antiguo al Dios único. Abraham vino allí con su mujer Hagar y con su hijo Ismael.
Todos los lugares recuerdan una historia. Se ve el lugar donde Hagar, muriendo de sed, encontró finalmente agua. Mas tarde, en tiempo de las tribus pre-islámicas, este lugar se convirtió en un centro de idolatría pagana. El Profeta Muhammad, quien como ya sabe, era originario de la Meca, hizo de ella el centro de la nueva fe purificándola de toda idolatría y entregándola al culto del Dios único.
Si Uds. quieren, la Meca representa para la sensibilidad musulmana un poco lo que era el Omphalos de Delfos para los griegos, el centro de la rueda hacia la cual todo converge. Es como un eje vertical que atrae a los hombres unidos de todos los puntos del mundo.

¿Hizo la vuelta a la Ka'aba?
Naturalmente, siete veces. Es la famosa circunvalación. Les aseguro que es algo digno de ver, esa inmensa muchedumbre girar lentamente en el lugar. Pensé en Rilke: "Todo alrededor de mi Dios, gira a lo largo del tiempo".

¿Cuál fue para Ud. el punto culminante de la peregrinación?
La última gran reunión en Arafat, allí donde se ora desde la salida hasta la puesta de Sol. Es una gran planicie con colinas alrededor. Colinas de color tierra de Siena pero que están tan cubiertas de personajes en blanco que uno cree estar bajo la nieve. Cuando la gente se va, es como si la nieve se fundiese.
Al final de esta última jornada, se compra un cordero que debe ser sacrificado y cuya carne servirá para alimentar a los pobres.
Confieso que no tenía en absoluto ganas de degollar un cordero. Durante la guerra, me quedé medio muerta de hambre ante un pollo que merodeaba en mi casa porque simplemente no podía matarlo. Así es que Uds. pensarán, un cordero...
Cumplí con todos los ritos precedentes al sacrificio, rehice simbólicamente el trayecto que hizo Hagar buscando agua. Esto se hace tres veces. Tenía los pies desnudos, creyendo que era obligatorio y, en la muchedumbre, un inmenso negro me piso el dedo gordo, lo que me hizo un daño terrible. Casi me desmayé. Me quisieron conducir hasta el hospital pero lo rechacé. Me pusieron un gran apósito, me dieron antibióticos y me prohibieron marchar. He aquí por qué no fui a ver degollar mi cordero. Estaba contenta aunque lo único que me desagradó, fue que tuve un gran dolor en el pie durante mucho tiempo. Veinte años después, todavía me duele.

¿Fue a Medina?
Es la segunda parte de la peregrinación. Me gustó mucho Medina, que, como les dije, me recuerda por muchas cosas a Konya y a Asis.
Ahí estaba en la mezquita. Quería acercarme a la tumba del Profeta, no para orarle porque no se le ora sino para verla lo más cerca posible. Había un guardián barbudo quien, con ayuda de un gran bastón, impedía a la gente acercarse demasiado. En el momento en que nos iba a hacer circular, mi amiga, una doctora egipcia le dijo: "¡Déjela pasar, es una francesa!". Vi los rasgos del guarda convulsionarse por el horror "Una francesa en el Hadj!" gritó. Le miré directamente a los ojos y le recité, en árabe, la oración sobre el Profeta:" Oh Dios! Bendice a tu Profeta..."
De golpe, dejó caer su bastón, me tomó por la mano, me pegó contra la tumba y me dejó allí tanto tiempo como quise.

Ya ve, el hombre que Ud. vio en sueños tenía razón al predecirle que iba a ir a Medina.
Ya lo pueden decir pues me pasó a este propósito una historia bastante sorprendente.
Este hombre que vi en sueños era un señor normal, pequeño con una barbita gris. Hice mi peregrinación y lo había olvidado un poco. Algunos años mas tarde, en Egipto, tuve una gran amistad con una anciano Sheij medio ciego. Cuando fue operado de cataratas, hice expresamente el viaje de París para estar cerca de él. Saliendo de la anestesia, me dijo: "En fin, mi pequeña, voy a poder verte".
De vuelta al Cairo, iba a menudo a su zawiya. Un día, vi que había sobre el muro un cuadro tan cubierto de polvo que no lo había notado hasta entonces. Un discípulo que se encontraba allí y que era, como yo, profesor en Al Azhar, preguntó al Sheij que era aquel cuadro. El Sheij lo hizo traer, sopló por encima y durante un instante, mi corazón dejó de latir. Era, rasgo a rasgo, el retrato del hombre que había visto en mi sueño.
El discípulo preguntó al Sheij quién era y éste le respondió: "Un hombre muy amable, el guardián de la mezquita de Medina. Murió hace 10 años."
Acababa de morir cuando se me apareció en sueños.

De aquí la importancia de recordar tus sueños.
Este sí. Saben, hay dos tipos de sueños, los extravagantes y aquellos que vienen de lejos.

Me gustaría que añadiese aún algunas palabras, que nos hable del viaje interior que representa la peregrinación. )Cómo lo vivió y que le aportó?
Tienen que haberse dado cuenta de que no me gusta hablar de mis sentimientos profundos.
Lo que puedo decir, sin embargo, es que tuve la sensación de una comunión extraordinaria. El sentimiento de ser una célula en un cuerpo inmenso, la abeja en la colmena, el glóbulo en el flujo sanguíneo. Es también una toma de consciencia asombrosa. La certeza de una gran fraternidad que une millones de hombres y mujeres orando de la misma forma, dirigidos en la misma dirección. Un poco, aunque más fuerte, lo que se siente cuando se hace el Ramadan.

¿El Islam que Ud. ama?
Si. He intentado hablar con Uds. un poco del Islam tal como lo comprendo, tal como lo viven y comprenden la gente como el Sheij ben Tounès, mis amigos sufíes, todos aquellos que tiene cierta apertura de espíritu y corazón.
Así es también ser en el Islam: tener el sentimiento de pertenecer a una comunidad física y mística.




Autores: Rachel y Jean Pierre Cartier.
Capítulo 11 y último del libro Islam, el otro rostro.
Libro completo on line: http://www.webislam.com/?idl=197

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